Quien redacta estas líneas, por desgracia, es quien sufre el estigma de la salud mental desde el lado del enfermo. Es quien lleva siempre un Orfidal a mano, y si no intenta por todos los medios conseguirlo para que el "mono" no aparezca. Es triste, jodido y doloroso tener que escribir esto.
A mí también se me prometió que en algún momento de mi vida debería renunciar a todo para conseguir un sueño, lo que no me explicaron es que el camino recto no existe, sino que más bien vas a ir al camino recto por el más torcido. También se me prometió que a una edad, los padres dejan de sufrir por sus hijos. Pero eso no es verdad, si tú lloras ellos llorarán contigo y si conocen que eres un "enfermo mental" sufrirán en silencio tanto o más que tú.
La siempre estigmatizada salud mental ya no puede seguir siendo inherente, intangible. A menudo se asocia que un enfermo mental debe estar acompañado por su familia, amigas...pero; donde no llega la familia: ¿hay alguien ahí?
Según datos del Instituto de Medicina Legal de Aragón: el año pasado 115 personas se quitaron la vida. 77 en Zaragoza, 23 en Huesca y 15 en Teruel. Ni qué decir cabe que estos datos no son públicos ni transparentes, que debes acceder a ellos a través de "contactos" porque o se falsean o directamente no se publican.
Recientes estudios recogen que la depresión será la primera causa de discapacidad entre jóvenes y adultos en 2030 y que el suicidio es actualmente la segunda causa de muerte entre los jóvenes de entre 15 y 29 años.
¿Hasta cuándo vamos a estar dispuestas a tratar esto como una dolencia de pie que se cura a base de pastillas? ¿Hasta cuándo vamos a aguantar 6 meses de espera (en el mejor de los casos) para que la unidad correspondiente de psiquiatría de nuestra zona de salud nos vea? ¿Hasta cuando curaremos con las "benzos" lo que debería curarse con terapia?
Somos demasiado jóvenes para ser tan infelices y siendo claros, muy claros, podemos y debemos decir que los pobres nos suicidamos más que los ricos. Porque una vez más, sí, nuestra condición de clase determina esos problemas que hacen que nuestra cabeza nos posea. En un mundo en que debemos competir desde niñas para ser la mejor de la clase, conseguir el mejor trabajo o comprarnos el mejor coche... Está claro una vez más quienes son vencedoras y quiénes vencidas.
Como reflexión: es una realidad que las USM del Salud están colapsadas. Ya no sólo es que se necesiten más especialistas, sino una formación adecuada en ellos y ellas. Y sí, como "loco" puedo afirmar que necesitan formación y no achacar nuestros problemas mentales a que el trabajo nos hará libres. Luchemos porque se le dé a la salud mental la importancia que merece, lejos de colores políticos y vítores. Es hora de poner un remedio real que pasa por una transformación de las Unidades de Salud Mental y sus malditas demoras, por un proyecto sanitario PÚBLICO en el que prime la terapia psicológica y no la ingesta de ansiolíticos y antidepresivos.
Pero, ante todo, debemos pelear por una transformación social. Una transformación en la que no se demonice la cabeza, sino todo aquello que hace que nuestra cabeza tenga dentro esos demonios. Por supuesto que no llegamos a tiempo pues estamos a la vanguardia en lo que al suicidio (especialmente el juvenil) respecta, pero luchemos porque a nadie más vuelva a vencerle la cabeza, el miedo y la depresión.