Prisión General de Gitanas: la Gran Redada de 1749

La brisa fresca corría de vez en cuando y aliviaba los calores. Allí se sentó junto a su vecina Lucía y con otras más. Parecía ser una noche más. Pero no lo fue. Aquella noche se cumplieron las ordenes del Marqués de la Ensenada (...) La Casa de Misericordia de Zaragoza, actual sede de la Diputación General de Aragón, o sea, del Gobierno aragonés, fue la prisión para más de seiscientas mujeres gitanas. En el Palacio la Aljafería también estuvieron presos gitanos y también gitanas.

Foto: Rocío Durán -AraInfo- | Muro -en el Palacio de La Aljafería, Zaragoza- que soportó el dolor de las mujeres gitanas que a él amarraron en la Gran Redada.

23 años contaba en 1749. Rosa era una mujer hecha y derecha. Hacía varios años se había casado con Ginés, gitano igual que ella y la vida les iba bien. Ganaban para comer y esperaban tener descendencia muy pronto.

Acababan de cenar. En la puerta se arremolinaban sus sobrinas pidiendo agua del búcaro a cada instante. Aquel miércoles 29 de Julio hacía calor en Almería, y las niñas no paraban de correr por la calle. Salió su vecina de enfrente con una silla «¿No sales, Rosa?» «¡Claro! A ver si terminan estas niñas de pedir agua y ya me siento, vecina, que estoy fatigá».

La brisa fresca corría de vez en cuando y aliviaba los calores. Allí se sentó junto a su vecina Lucía y con otras más. Parecía ser una noche más. Pero no lo fue. Aquella noche se cumplieron las ordenes del Marqués de la Ensenada.

Él fue quien ejecutó, coordinó y diseñó el intento de exterminio conocido como Prisión General de Gitanos o Gran Redada cuyas consecuencias directas fueron la captura y cautiverio de entre nueve y doce mil personas gitanas de todas las edades. Inocentes de toda culpa, puesto que como dejan claros los documentos de la época lo que se pretendió era el exterminio de «tan perniciosa raza».

Contó el Marqués con todo el apoyo del Rey Fernando VI, del Consejo de Castilla presidido por el obispo Vázquez de Tablada, de la Iglesia Católica, del ejército… todos los poderes concitados. Todos ellos y sus instituciones herederas son responsables del genocidio antigitano.

Real Orden para la prisión de gitanos y gitanas. Archivo de Pretendemos Gitanizar el mundo.

Para lograr el éxito de la misión, separaron a hombres y a mujeres. Los niños mayores de 7 años junto con los hombres, fueron destinados a los arsenales de marina, condenados de por vida a trabajos forzados en la construcción de barcos que sirvieron para recomponer la Armada. Las niñas de todas las edades, los niños menores de siete años y las mujeres, fueron destinadas a hospitales y casas de misericordia igualmente condenadas de por vida a trabajos forzados en tareas «femeniles» como coser y lavar las ropas de los enfermos.

“Presas hilando” Obra de Francho de Goya y Lucientes -lo más probable es que fueran o putas o gitanas, y seguramente fue realizada en Aragón-

La Casa de Misericordia de Zaragoza, actual sede de la Diputación General de Aragón, o sea, del Gobierno aragonés, fue la prisión para más de seiscientas mujeres gitanas de toda España. En la Aljafería también estuvieron presos gitanos y también gitanas. Allí se encuentra un muro que no soporta ninguna carga ni estructura, las personas que guían las visitas y las personas que cada día pasan por allí, se preguntan porque ese muro está presente en medio de la sala sin dar uso. No saben que ese muro soportó el dolor de las mujeres gitanas que a él amarraron en la Gran Redada como castigo. Tampoco saben la autoría de los dibujos de la pared, donde se ve una iglesia y la silueta de lo que quizás parezca un torero o un gitano. Ni se han preocupado en datar esas obras de arte que quizás fueran la distracción artística de mis ancestras cuando las quitaron a todas la libertad.

Foto: Rocío Durán -AraInfo- | Pinturas y dibujos -en el Palacio de La Aljafería, Zaragoza- donde se ve una iglesia y la silueta de lo que quizás sea un torero o un gitano.

Ginés, el marido de Rosa, con tan solo 23 años, fue destinado al arsenal de La Carraca en Cádiz. En enero de 1752, Ginés falleció en la travesía de Cádiz a El Ferrol (La Coruña) junto a más de dos centenares de hombres gitanos que perdieron la vida en el naufragio de ese viaje que nunca debió ser legal.

Rosa lloró con pena la muerte de su marido. El luto no logró resquebrajar su fuerza y su lucha contra el poder payo de la época, tan machista y capitalista como el de hoy.

Rosa Cortés fue capturada y trasladada desde su pueblo Vélez Rubio a la Alcazaba de Almería. Todas las mujeres gitanas de Almería junto a sus niños menores de 7 años y sus niñas estuvieron presas allí. Después fueron enviadas a la Alhambra de Granada. Y, posteriormente, a Málaga donde la falta de previsión del Marqués -no previó que hubiera tantas gitanas- hizo que hubiera que cerrar dos calles en el conocido barrio de El Perchel para alojar allí a las prisioneras. Eran más de un millar de Gitanas con sus chavorrillas y chavorrillos. Después, esas pobres gitanas de Málaga fueron conducidas en barco a Tortosa (Tarragona) y desde allí caminando ¡¡200 kilómetros!! a Zaragoza. Más de 600 mujeres gitanas, con sus niñas y sus niños, fueron encarceladas en la Real Casa de Misericordia de Zaragoza.

Tanto Rosa, como Lucía y todas las demás Gitanas ya llevaban 4 años presas deambulando donde las llevaran a cárceles improvisadas, esperando un destino incierto que se les ocurriera a los hombres payos poderosos. El 13 de septiembre de 1752 fue el día que llegaron a la Casa de Misericordia en Zaragoza, donde había más de doscientas gitanas ya presas de todo Aragón y de las cercanías. Rosa y las demás no aguantaban más y se negaron a entrar en la Casa. Ese día se armaron de valor y la rabia les sirvió para luchar por su libertad, la de sus criaturas, por su dignidad, por Ginés y por todos sus niños que les habían arrebatado y ya no iban a aguantar más.

Foto: Rocío Durán -AraInfo- | Vista del murete -en el Palacio de La Aljafería, Zaragoza- que soportó el dolor de las mujeres gitanas que a él amarraron en la Gran Redada.

Las gitanas andaluzas junto a las aragonesas no dejaron de cometer actos rebeldía durante todo su cautiverio. Actos que llegaron a los oídos del Marqués.

Cientos de cartas llegaban al Marqués de la Ensenada de parecido tenor: las mujeres se rebelaban, inundaban los pozos, iban desnudas por la casa, hiriendo violentamente el pudor de los curas y monjas, para evitar así tener que acudir a las misas o que las sometieran a trabajos forzados.

Lo que nadie se atrevió a contarle al Marqués era el temor a otros males que sentía el vicario de la casa: “Algunas cosas que se notaba en las gitanas, de juegos entre ellas, indecentes y feos, y que, como entre éstas hay muchas chicas, podría trascender este escándalo y ocasionar estrago entre ellas”. ¡Ay, los curas! ¡Qué cabrones! ¡Siempre más preocupados de la moral que de la ética! Les importaba una mierda que aquellas pobres estuvieran sufriendo las de Caín, en cambio se preocupaban de que fueran a tener algún desliz.

Rosa Cortés, en enero de 1753, lideró a más de cincuenta gitanas en uno más de los muchos episodios de resistencia que mis antepasadas protagonizaron. En aquella ocasión, armadas con clavos que habían previamente arrancado de las vigas de la techumbre abrieron un boquete en el muro de aquella cárcel.

Casa de la Misericordia de Zaragoza. Actualmente sede central de la Diputación General de Aragón -Gobierno de Aragón-

Rosa Cortés, su rebeldía y su resistencia frente al poder omnímodo del Estado racista antigitano, nos representa y simboliza. Por ello, un nutrido grupo de gitanas hemos creado la Plataforma Rosa Cortés por la Memoria Histórica Gitana. El pasado 18 de enero iniciamos una serie de acciones reivindicativas -que obligatoriamente hemos tenido que suspender hasta que las condiciones sanitarias sean más favorables- para llamar la atención de la ciudadanía respecto de esta historia nuestra tan desconocida.

En aquella ocasión nos concentramos en Logroño frente a la escultura del Marqués de la Ensenada. No reclamamos que se derribe, sino que se instale junto a ella una placa en la que se explique que fue el brazo ejecutor del intento de genocidio antigitano de 1749. Creemos que así la ciudadanía futura estará mejor informada y quizás ello contribuya a que se nos respete.

Junto a Rosa Cortés y a Ginés Fernández, hubo hasta 12.000 personas que sufrieron el cautiverio, los trabajos forzados, la muerte… No sabemos cuántas fallecieron. En 1765 fueron indultadas y liberadas menos de 100.

Estos son los nombres de algunas de las víctimas de la Prisión General o Gran Redada de 1749:

Juana de Vargas de 64 años y Lucía, su nieta, apresadas en Orihuela (Alicante)y trasladadas al castillo de Denia, donde recluyeron a las mujeres gitanas de aquella provincia. En Denia aún no hay placas que las recuerden. Sí hubo un acto de homenaje en el que participé y fue organizado por el activismo gitano.

Sebastián de los Reyes, 40 años, y sus hijos Manuel y Sebastián (17 y 11), capturados en el Puerto de Santa María (Cádiz) tras resistirse en el Convento de Mínimos. Encarcelados el Arsenal de La Carraca donde tampoco hay ninguna placa que les guarde memoria.

María Rosa Caragol, 18 años, natural de Vich (Barcelona). Recluida en el Castillo de Tortosa. 11 años después seguía presa allí. No sabemos más. En Pineda de Mar, fruto del activismo de la Asociación Gitana de Pineda de Mar y el Alto Maresme, sí hay una placa en memoria de este genocidio.

José Ovejero y Jacinta de Flores, 66 y 74 años de Plasencia (Cáceres), fueron capturados junto a sus hijos e hijas. Ella fue enviada al depósito de Ciudad Rodrigo (Salamanca) a la espera de ser destinada a alguna casa de misericordia. Él fue enviado a la cárcel de Badajoz. En ninguno de ambos presidios se les recuerda.

Francisca Fernández, 4 años. Capturada en Hellín (Albacete), junto a sus dos hermanos de la misma edad. Fue recluida en Valencia y sus hermanos, al cumplir 7 años, trasladados al arsenal de Cartagena de donde se fugaron en 1758. Ignoramos el destino de Francisca. Sigue sin haber placas en su recuerdo de la Gran Redada ni en Valencia ni en Cartagena ni en Hellín ni en Albacete.

Luisa Balmala, 31 años, y sus hijas Manuela y Narcisa (10 y 9 años) capturadas en Madrid y recluidas en la cárcel de Toledo. Tampoco se ha realizado ningún acto en su memoria ni en Madrid ni en Toledo.

Francisco Salazar (4 años), Pedro Gómez (8 años), Francisco Monje (6 meses) y Miguel García (3 años), capturados en Madrid a donde sus familias habían huido desde Logroño. Destinados al arsenal de Cartagena al cumplir 7 años. En Logroño, la Plataforma Rosa Cortés por la Memoria Gitana y la Federación de Asociaciones Gitanas E Zor Rroma organizaron el pasado enero una concentración frente a la estatua del Marqués de la Ensenada reivindicando que se visibilice nuestra historia de resistencia.

María Bautista de Arraiga, 28 años. Embarazada. Capturada en Etxaleku (Navarra) y enviada a la Cárcel Real de Pamplona. En ninguna de ambas localidades se han efectuado ningún acto en memoria de aquel intento de genocidio.

Francisca Bermúdez (3 años) y María Bermúdez, naturales de Murcia y recluidas en Valencia. Francisca falleció poco después.

Agustín Graciano de 11 años y Pedro de 9 fueron capturados junto a su padre. Se les embargó una jaquilla, 6 borricos viejos y 32 libras. Provisionalmente encarcelados en el Castillo de Alicante, donde hay una placa que les recuerda y da memoria del intento de exterminio. Asistí a su homenaje que fue organizado por la Federación de Asociaciones Gitanas de la Comunidad Valenciana.

Catalina Méndez fue capturada en Benadalid (Málaga). Su hijo hirió a un regidor y se dio a la fuga. Catalina, presa en el barrio del Perchel de Málaga donde se cerraron unas calles para improvisar una cárcel, fue después enviada a la Real Casa de Misericordia de Zaragoza. En 2015, en Zaragoza, se hizo el primer acto de homenaje a las víctimas del intento de exterminio. Así mismo, desde 2019, una placa en el edificio Pignatelli las recuerda.

María de Flores (34 años) viuda y madre de tres hijos e hijas: María (12 años), Isabel (9) y Juan (17). Fueron capturados en Ciudad Rodrigo (Salamanca).

Francisca Ortiz (50 años), fue capturada en la jurisdicción de Zamora y la Plaza Mayor de esta ciudad sirvió de cárcel improvisada. Tampoco hay ninguna placa que recuerde estos fatídicos hechos.

Fueron muchas, demasiadas. Probablemente 12.000. No habían cometido más delito que ser gitanas.

Queremos que la Prisión General de Gitanos y Gitanas se incluya en el concepto de memoria histórica y, por tanto, que las víctimas y los vestigios de la misma pasen a estar protegidas, al menos, con el mismo nivel que lo relativo a la Guerra Civil y la represión franquista.

Queremos que el Estado, la Iglesia y la Corona pidan perdón.

Queremos que se conozca todo lo que ocurrió y que se abra un proceso de restitución de la memoria, del recuerdo, sí pero también económico: fruto del trabajo esclavo al que fueron sometidas las gitanas y los gitanos, entre otras cosas, se reconstruyó la Armada. Ya va siendo hora que el Ministerio de Defensa, institución heredera de aquella, asuma su responsabilidad histórica y dote un fondo que ayude, por un lado, a la investigación y, por el otro, a la formación de las generaciones actuales y venideras.

Queremos que la ciudadanía conozca nuestro dolor y nuestra resistencia para que nunca más se repita.

Foto: Rocío Durán -AraInfo-

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