Populismo nacionalista

Tengo la sensación de estar viendo, en el estado Español, la transformación o la creación o el retorno de diversos partidos políticos hacia lo que creo que es el populismo político. El populismo surge de los movimientos democráticos rusos a mediados del siglo XIX llamado narodnismo (Narodnichestvo, народничество), de su lema "ir hacia el pueblo" traducido al castellano como populistas y al inglés como populist. Está tan en boca de la sociedad este término político los últimos años que en el 2017 el diccionario de Cambridge lo declaró palabra del año. Hay una gran distancia ideológica entre el movimiento populista …

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Tengo la sensación de estar viendo, en el estado Español, la transformación o la creación o el retorno de diversos partidos políticos hacia lo que creo que es el populismo político.

El populismo surge de los movimientos democráticos rusos a mediados del siglo XIX llamado narodnismo (Narodnichestvo, народничество), de su lema "ir hacia el pueblo" traducido al castellano como populistas y al inglés como populist. Está tan en boca de la sociedad este término político los últimos años que en el 2017 el diccionario de Cambridge lo declaró palabra del año.

Hay una gran distancia ideológica entre el movimiento populista de Rusia y los actuales sobre todo los que se han convertido en partidos políticos como ha ocurrido con Inglaterra con el Brexit y Trump en Estados Unidos.
En Rusia, comenzó siendo un movimiento cultural, impulsado por estudiantes con ideario socialista bajo el lema "Al pueblo", que buscaba acercar a la ciudadanía la cultura censurada por el gobierno monárquico, por cierto, no era ni único ni homogéneo.

El populismo político, creo, absorbe esta idea transversal para ocupar el poder, para ello se vale de buscar el antagonismo el enemigo y crear entre sus seguidores el sentido de pueblo único a partir del "común malestar" respecto al antagónico por cierto acostumbran a ser varios malestares que un líder se encarga en convertir en el "malestar".

El populismo político requiere un caudillaje que sepa aglutinar todos esos descontentos, crear la sensación de familia a la que inmediatamente la convierte en el pueblo, asimila ese ente soberano y lo sustantiva, lo convierte en el "pueblo genuino" incluso le da atributos ontológicos de comportamiento por encima de todo.

Un ejemplo claro fue Ciudadanos (Rivera) cuyo principio fundacional fue enfrentarse al movimiento independentista catalán.

Otro ejemplo claro ha sido la trayectoria del Partido Popular en España, cuando tuvo el caudillaje de Aznar, eliminó a la competencia y supo aglutinar entre sus filas miembros del Franquismo de la Falange cristianos demócratas... que lo que tenían en común era la unidad de España y la conservación de los valores católicos, para ello crearon un enemigo claro: los rojos y los nacionalismos de diferentes autonomías, sobre todo, el catalán. Este antagonismo es vital para el populismo porque sin él no tiene sentido su estrategia como movimiento social conservador, siempre necesitan un enemigo claro al que poder atacar. Por un momento el PP pareció que abandonaba ese populismo, pero actualmente ha vuelto a ensanchar su margen ideológico para intentar recuperar el electorado diversificado en diferentes extremos de la derecha.

El gran problema que produce el populismo nacionalista es que ha generado un antagonista. Creo que sin la participación activa del nacionalismo populista español de Ciudadanos y el PP, el movimiento independentista catalán no tendría actualmente el peso político que atesora.

Ese antagonismo se ha visualizado en una parte del movimiento independentista catalán ideológicamente transversal que se ha aglutinado en la creación del partido Junts per Catalunya, inicialmente nació como sucesor de Convergencia, pero además ha absorbido un amplio sector de los socios y dirigentes de la Asamblea de Catalunya una de las organizaciones independentistas con un espectro de seguidor políticamente transversal. Tiene un caudillo claro, Carles Puigdemont. La propia Laura Borras, actual presidenta del Parlament militante de JxCat y cabeza de lista en las últimas elecciones, admitía en una entrevista hace pocos días esos elementos populistas: el eje transversal ideológico, el político cuyo único fin es la independencia por encima de todo y el caudillaje del "legítimo" presidente Carles Puigdemont cuyo principal discurso es "conseguir la voluntad del "pueblo genuino catalán".

Está claro que ese "pueblo genuino" y la voluntad que sostienen Puigdemont y Torra, entre otros, es un concepto de pueblo excluyente, ya que esa sería la voluntad de los ciudadanos que creen en las doctrinas independentistas, porque el resto ciudadanos, que ellos obvian por interés, no tiene como prioridad la independencia sino otras urgencias sociales y colectivas diferentes y por ello no forman parte del su "pueblo genuino".

Tanto en Catalunya y en la España nacionalistas entramos en la dicotomía excluyente de nosotros y ellos. Creo que dentro de todo dualismo excluyente existe un tercero que no es solo incluido ni solo excluido, sino que es excluido por inclusión o incluido por exclusión cuando en el fondo sus intereses se encuentran en otros parajes ideológicos que ignoran o descartan el sentimiento patrio o nacional.

El populismo, una vez que dispone de herramientas propagandísticas o poder, al concentrar tantas tendencias diferentes mantiene unos principios rígidos para impedir que ninguno de los miembros de la "familia" se sientan ninguneados, para evitar la desmembración o desaparición como fuerza política, a la vez esta rigidez genera en sus "enemigos", los sectores de población que no están incluidos en la "población genuina", malestar generalizado por no ser partícipes o no estar incluidos en el todo social por una cuestión de preferencias o claro enfrentamiento político alimentando en parte a su antagonista.

Este sentimiento nacionalista populista que actualmente existe en el estado español con diferentes banderas intenta crear un "pueblo genuino" o "Volk" corre el peligro, si se lleva al extremo, de generar comunidades "Gemeinschaf". Es decir referirse a lo común como arraigo en costumbres tradiciones y modos de ser hacer o hablar generando una comunidad o sociedad diferenciada de los otros no inclusiva. No hay que olvidar que los conceptos "Volk" y "Gemeinschaf", específicamente en este sentido, estuvieron dentro del aparato propagandístico nazi. Por ejemplo Franco intentó crear ese "Volk": "sociedad tradicional nacionalcatólica" controlando a la ciudadanía, los creyentes del sistema vigilaron y denunciaron a los vecinos que incumplían o se desviaban de los preceptos del dictador y sus seguidores.

Lo que realmente hace antidemocrático al populismo es la exclusión y la creación de ese pueblo único que contiene todo el soberanismo, básicamente porque la democracia es primordialmente inclusiva. El populismo a partir del caudillaje tiene una estructura vertical con un contenido idiosincrático basado en la exclusión, en cambio la concepción de la democracia radical es absolutamente horizontal sin intentar apartar a nadie.

El concepto "pueblo" no se debería sustantivar por parte de ningún partido político para otorgarle peculiaridades propias ni raza ni religión ni ideología ni género. Nadie habla en nombre del pueblo. Habla en nombre de una parte de la ciudadanía.

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