“Mientras la clase media discutía la diferencia salarial, nosotras estábamos discutiendo que no teníamos trabajo”

Charlamos con Tatiana Delgado de La Garganta para hablar del feminismo villero y de como a partir de un taller para hacer manualidades y tomar unos mates entre las vecinas han construido un espacio desde el que trabajar juntas para empoderarse y cuidarse que ya se está replicando en todas las villas argentinas

Tatiana Delgado de La Garganta

Si buscas La Poderosa en Google te encuentras una página web que te mira de frente y te habla desde la primera persona, desde el orgullo de haber encontrado el camino sin necesidad de subir hasta la academia.

Y esto es más o menos lo que Tatiana Delgado te transmite cuando te cuenta que antes de que se le pusiera nombre a la sororidad, en su villa ya se protegían unas a otras de la violencia machista y del racismo. Ella, junto a sus compañeros y compañeras de La Garganta, la revista de este movimiento asambleario, está recorriendo el Estado español para sacudir los prejuicios occidentales.

¿Qué es el feminismo villero?

El feminismo villero en Argentina empezó a tener forma hace tres, tres años y medio, desde las asambleas barriales entendiendo que al producirse un auge, una explosión, del movimiento de mujeres en Argentina y al ponerse en la agenda de los medios de comunicación todas las cuestiones asociadas a la violencia machista, inevitablemente empezamos a ver esa misma oleada de feminismo, pero también entendíamos que era muy difícil poder meter el feminismo como concepto dentro de la dinámica de nuestras asambleas y nuestras cooperativas de trabajo o dentro del día a día de cada una de las mujeres que forman la asamblea.

En el medio de ocuparnos de la casa, en el medio de ocuparnos de los chicos, de tratar de generar más recursos para llevar un plato de comida más grande y sólido a nuestra casa, en medio de todo eso era difícil poder encontrar un rato entre toda la dinámica de los quilombos que pasan en el barrio, del trabajo y de todo lo que te he contado antes, era difícil encontrar un espacio donde poder hablar de feminismo.

Cuando pudimos traer eso en un espacio entre compañeras donde nos juntábamos en un tallercito los sábados para hacer manualidades, para tomar unos mates entre todas, para hablar de la salud, del embarazo, de qué pasa con la educación sexual, de la violencia que vivían algunas de nuestras compañeras. De poquito empezaron a surgir los temas y empezamos a ver qué era el feminismo y qué implicaba el feminismo, y empezamos a darnos cuenta de que también estábamos vinculadas a todo lo que se estaba hablando en los medios de comunicación y la sociedad en general.

Al suceder esto también vimos que dentro del movimiento de mujeres en Argentina, la agenda de prioridades de las luchas y las reivindicaciones que se están empujando no incluían el debate de lo que nosotros entendíamos como prioridades. Mientras muchas mujeres de la clase media para arriba discutían la diferencia salarial o los roles dentro de los sindicatos o dentro de las empresas, nosotras estábamos discutiendo que muchas de nosotras no teníamos trabajo en blanco, que muchas de nosotras no podíamos acceder a un trabajo ni siquiera en negro, porque no teníamos donde dejar a nuestros chicos.

Nos parecía que al feminismo había que encontrarle una representatividad desde nuestro sector, entonces desde allí surgió el feminismo villero que lo que viene a visibilizar es la suma de la violencia machista con la violencia institucional que es la violencia ejercida por las instituciones. Por la carencia del Estado, desde la salud, la educación, desde distintas políticas públicas que no garantizan condiciones de vida digna para nosotras y que a su vez están atravesadas por la violencia machista.

Tatiana y Nacho Levy también de La Garganta
Tatiana Delgado y Nacho Levy, también de La Garganta

¿Cuáles son los objetivos del feminismo villero?

Nosotras nos encontramos con situaciones en nuestro día a día donde por ejemplo llega al local de La Poderosa Luz con su nenito de ocho años con la cabeza sangrando porque lo había golpeado el marido y entonces era domingo y eran las 11 de la noche y encima estaba lloviendo y de donde estamos nosotros hasta donde están los colectivos hay casi 10 cuadras de distancia y además tenía que recorrer todo ese trayecto con el nene en brazos bajo la lluvia en el medio del barro para ir al hospital donde le iban a tener esperando cuatro horas hasta que por fin la atendieran. Toda esa suma de violencias es la que hizo parir el nombre del feminismo villero. Para poner en discusión dentro del movimiento de mujeres las prioridades que nosotros necesitamos que se garanticen.

Cada una de las cosas que empezamos a proyectar como objetivos tenían que ver con crear espacios de la contención de la violencia, pero también crear espacios de formación para nosotras para generar más oficios y más posibilidad de encontrar trabajo. Y, en paralelo, generar otros espacios de distracción o de recreación que tienen que ver con talleres de baile o de música o de canto de arte o de pintura que hoy confluyen todos dentro de un espacio que se llama Casa de la Mujer que es un espacio de encuentro que surgió primeramente en la Villa 31 de la Capital Federal pero que hoy se está replicando en distintas provincias del país.

Justamente porque al estar tan a flor de piel las vivencias de violencia machista fue casi una forma de convocatoria espontánea de nuestras asambleas. Históricamente lo que nos pasaba era que reunirnos en asamblea era muy difícil por la cantidad de horas que trabajábamos los vecinos y las vecinas de los barrios.

¿Es importante tener espacios propios?

Al abrir esos espacios para hablar en el día a día de la violencia que sufrimos desde muy chicas hasta ya adultas se creó todo una mística, un empuje desde el movimiento de mujeres que hizo que termináramos participando en los encuentros nacionales de mujeres que ocurren en Argentina y pudimos irrumpir en los medios de comunicación en primera persona y discutiendo la comunicación de nuestros barrios.

También discutimos desde el feminismo cuáles son las reivindicaciones que nosotras tenemos que poder generar como movimiento de mujeres en conjunto. No solamente nosotras en nuestra individualidad sino todas las mujeres que hoy han logrado poner la agenda del movimiento feminista por encima de las estructuras partidarias o por encima de las disputas electorales.

Poder incluir en esta agenda cada una de las cosas que nosotras necesitamos y que además se direccione la discusión no solamente en que los hombres tengan que renunciar a sus privilegios, sino que además tengamos que discutir sí o sí que las instituciones y con los funcionarios que están a cargo del Instituto de la Mujer o de distintas instituciones del estado que debieran garantizar políticas públicas para poder erradicar la violencia machista.

Nos atraviesan tantas cosas a las mujeres que terminas por decir: tengo que estar contra todo. Quería preguntarte por esas dinámicas de hermandad o sororidad.

Antes incluso que existiera la Casa de la Mujer no es que no tuviéramos sororidad o hermandad entre nosotras sino que cada vez que había una compañera que sufría violencia, esa compañera se iba de la casa e iba rotando por cada una de las casas de las vecinas y después entre todas tratábamos de turnarnos para acompañarla para poder llevar a cabo las denuncias y poder tener medidas de protección.

¿Qué ocurre con esas denuncias?

Lo que pasa con las oficinas que sufren estas denuncias de violencia es que nos pueden tener desde las 6 de la mañana para decirte que vuelvas a las 19 para que te salga la medida a las 8 de la mañana del día siguiente y todos esos días estás con tus hijos en la misma oficia sentada y lo que termina empujando ese sistema es que vos directamente nunca denuncias y que esto nunca cambie y que tampoco tengas una seguridad.

Por que en el mejor de los casos si vos llegás a travesar ese proceso y finalmente hacés la denuncia te dan un botón antipánico que después cuando vos lo apretás la policía no viene a cuidarte porque en nuestro barrio la violencia machista también se cruza con la violencia policial porque cuando vos como mujer querés ir a la comisaría de tu barrio a denunciar que estás en riesgo te dicen: “¿Vos lo vas a denunciar? ¿Vos sos una negra? Andate de acá”. No podemos acceder a la protección del Estado. E inclusive cuando vos tenés el botón antipánico que es para que venga la policía, no vienen porque saben que no tiene ningún costo para ellos venir a asistir a las negras de la villa.

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¿Cómo funcionan las instituciones allí?

Nuestra demanda al Estado es constante, pero mientras tanto generamos nuestras estrategias propias como por ejemplo la Casa de la Mujer o distintos espacios de contención para empezar a trabajar con las compañeras porque creemos que el empoderamiento es lo que hace sostenible en el tiempo que las compañeras puedan avanzar en este camino, puedan superar situaciones de violencia. Mientras tanto todas juntas nos organizamos en colectivo a través de La Garganta que es nuestra revista mediante la cual podemos visibilizar esta realidad y demandar a las instituciones del Estado. Los centros de salud que necesitamos, las guarderías que necesitamos, la educación sexual integral que necesitamos. Poder dar vuelta a esta discusión desde la niñez hasta la madurez.

En la Garganta tenéis una sección que se llama “Frente de Géneros”. El de los géneros es otro debate que está entrando en el feminismo. ¿Cuál es la posición de La Poderosa y de La Garganta en este tema?

Originalmente el frente nació como Frente de Mujeres de La Poderosa con el objetivo de trabajar todas las cuestiones vinculadas al género. Sin embargo, con el correr del tiempo vimos otras violencias que ocurrían como en el caso de los homosexuales, las trans de nuestro barrio que sufren violencia policial todos los días en las distintas provincias del país.

Entonces entendimos que la pluralidad de género también debía estar visibilizada y contemplada dentro del frente y por eso decidimos cambiar el nombre de Frente de Mujeres por Frente de Géneros de La Poderosa. Porque imagínate si es muy difícil para un pibe gay poder reconocerse dentro de esta sociedad, en nuestros barrios es mucho más difícil porque muchas de las culturas que integran nuestro barrio son históricamente machistas.

En Argentina en muchas de nuestras comunidades viven personas originarias de Bolivia o Paraguay que tienen en común eso, raíces profundamente machistas, entonces eso agrava mucho las condiciones. Entonces, como necesitábamos espacios para que se pudiera visibilizar la diversidad terminamos por darle la vuelta al nombre y lo llamamos Frente de Géneros.

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