Más bonita que Berlín, a pesar del régimen racista de Israel

Coincidiendo con el estreno de su álbum, ‘Más bonita que Berlín’, Faraj Suleiman y Majd Kayal, nos cuentan cómo el arte puede ser muy personal, sin ser ajeno de las grandes preocupaciones. Son parte de la minoría palestina en Israel. El arresto de Majd, por parte de las autoridades israelíes, retrasó esta entrevista.

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Faraj Suleiman. Foto: Vincent Arbelet.

Muchas obras artísticas y musicales salen a luz en diferentes partes del mundo, pero en Palestina la producción artística está marcada por una realidad adversa entrelazada, donde la línea entre lo objetivo y lo subjetivo es borrosa.

Para excavar en este contexto, AraInfo entrevistó a Faraj y Majd. Faraj Suleiman (36 años) musicólogo, compositor y pianista que toca Jazz oriental. Vive actualmente entre Haifa y París. Faraj forma parte de una nueva generación de compositores palestinos que representan nuevos paradigmas de música instrumental, de canto. Empezó su carrera en 2013 con su álbum 'Tres pasos'. En 2014 estrenó el segundo álbum 'Iniciar sesión' y en 2015 otro álbum, 'Barro'.

El año 2017 fue prolífero con tres álbumes, se destaca entre ellos el álbum de canciones infantiles escritas por Maja Kayal y cantadas por la cantante palestina, Ranin Hanna, titulado: 'Mi corazón es bosque'. El hito más destacado de momento en su carrera fue tocar en el festival de Jazz de Montreux en 2018.

Faraj cantó y tocó al final de un concierto una canción incompleta que fue bautizada después como: 'Segunda parte'; es una canción que tuvo un gran éxito y por lo tanto nació la idea de hacer un álbum con dicho título. En 2020, Faraj y Majd colaboran en este nuevo álbum: 'Mas bonita que Berlín'.

Majd Kaial (29 años) estudió filosofía, es poeta, escritor, analista político y novelista. Vive en la cuidad palestina de Haifa que está bajo jurisdicción israelí tras ocuparla en 1948. Majd escribe poemas en árabe clásico y en dialecto palestino, publicó dos novelas: 'La tragedia del señor Mattar' (2016); 'Relatos de la tristeza general' (2017), colección de relatos cortos; y 'La muerte en Haifa' (2019). Escribe artículos de análisis para varios medios palestinos y árabes, es de los analistas más importantes y fiables de los asuntos israelíes y palestinos, a pesar de que es joven.

AraInfo: ¿Por qué 'Berlín'?

Faraj: Porque Berlín es el destino favorito de inmigración para muchísima gente joven. Es moderno, clamoroso, juvenil, vibrante con actividades culturales y artísticas. Es también barato y puedes buscarte la vida hablando más o menos inglés. Pero lo que queremos decir con él en el álbum es que nuestra ciudad palestina, Haifa, es un lugar más bonito que cualquier sitio en el mundo. Elegimos Berlín al azar. Es una metáfora, un símbolo al otro lado de nuestra ciudad, Haifa. Para nosotros Haifa es más bonita que cualquier ciudad de este planeta.

¿Por qué?

Faraj: ¡Por cabezonería! No hay una evidencia empírica. Aquí hay detalles de una vida dura pero aun así se puede sacar belleza, y por eso Haifa es más bonita.

De hecho, las letras de las canciones de este álbum giran alrededor de Haifa.

Majd: Sí. Vivimos en Haifa. Yo, además, nací en Haifa, pero originalmente soy de un pueblo que se llama 'El Berwe', es un pueblo cuya población fue expulsada por los sionistas después de la creación del Estado de Israel.

Mucha gente piensa que la limpieza étnica se acabó con la expulsión de la mayoría del pueblo palestino en 1948 conocida como la Nakba. La limpieza étnica, o la judaización siguen desde entonces, pero a un ritmo diferente. La mayoría de la gente palestina que se quedó después de la Nakba fue expulsada de sus pueblos y sus tierras fueron confiscadas como es el caso de mi pueblo, El Berwe, de donde vinieron mis abuelos a asentarse en Haifa.

En nuestra canción 'Himno de gentrificación' queremos decir que esta Nakba está aún en marcha, que los intentos israelíes de usurparnos el espacio siguen en formas diferentes. Lo que vivimos diariamente no es simplemente una consecuencia de lo que sucedió en 1948, sino una política continua de un régimen.

¿Podemos decir entonces que vuestras canciones tienen mensaje político?

Faraj: No hacemos esto en plan :“Vamos a hacer algo sobre tal tema importante”. No. Es cierto que nuestras obras tienen mensajes, pero eso viene a posteriori, o mejor dicho salen durante el trabajo. Majd y yo jugamos con la música, nos divertimos en primer lugar, pero la diversión artística no tiene que ser solamente una búsqueda estética de la belleza. Nos divertimos con responsabilidad, si no estaríamos haciendo tonterías.

Majd: Jugamos en el sentido infantil y profundo. En toda empresa artística es un fracaso pensar en el lema antes de la creación misma. Yo creo que es por querer descubrir la esencia del sentimiento humano, de las escenas de la vida humana, descubrirte a ti mismo; quién eres, cómo es tu psíquico y cómo es tu vida y qué quieres decir. Cuando creas arte te descubres a ti mismo, a tus sentimientos, descubres quién eres, qué sientes en este momento y por qué dices eso. Al darte cuenta de todo eso haces una obra mejor. Es necesario ser capaz de bucear en el alma con psicoanálisis, pero es necesario que seas capaz de analizar la realidad política, social, económica que afecta todo, y eso ayuda a entender lo sentimental también. El arte no tiene que ser etiquetado con términos y eslóganes, es suficiente ser sensible a los componentes psicológicos, sentimentales, sociales, triviales y políticos. Ser más consciente de estos componentes hace tu trabajo más profundo y más rico.

¿Os enfrentáis a dificultades en la producción?

Faraj: Sí, sobre todo financiera. No hay productoras interesadas en una música y arte alternativo. Durante esta pandemia todo se complicó, no pudimos juntarnos. La banda está en Francia y yo aquí, y eso toma mucho tiempo y esfuerzo.

¿Quién os ha influenciado musicalmente?

Majd: ¡Mucha gente, cuéntale Faraj!

Faraj: Los grandes de la música clásica, Bach, Stravinski, Beethoven, todos los grandes del Jazz, en el mundo árabe, Sayed Darwich (músico y cantante egipcio de los años veinte que habla de temas populares, de manera divertida), Ziad Rahbani (una leyenda viva, músico, cantante, director de teatro, actor, activista político y militante del Partido Comunista Libanés), y muchísimos más. Lo que me inspira personalmente es cómo cada uno hizo su carrera, como por ejemplo Astor Piazolla que creó el nuevo Tango.

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Majd a la izquierda y Fraja a la derecha durante la preparación del álbum. Foto: Majd Kayal.

¿Es cierto que organizaciones israelíes y pro israelíes os invitaron a actos y os ofrecieron patrocinio?

Faraj: Sí, y lo he rechazado. Antes de decidir a propósito de participar en un acto en Israel o con israelíes hay que pensar un poco, ¿por qué hay tanta polémica? No decido por nadie, simplemente llamo a que os informéis y una vez tengáis la información, se aclara por qué.

Majd: Al leer y ver lo que está sucediendo se aclarará por qué hay que boicotear. Te das cuenta de que la situación no es una situación de vida normal, y que no se puede normalizar relaciones con Israel. Llamamos a todas y todos los artistas a boicotear Israel. Por favor no vengáis a tocar, cantar o exponer arte en Israel. Hay que boicotear.

Hay artistas que dicen que el arte sirve para construir puentes, dialogar y no confinarnos en la política. Entonces, ¿por qué boicotear a Israel?

Majd: Es imprescindible entender las advertencias del arte. El arte no es absoluto, no es una fuerza que trasciende la existencia. Cuando hay una represión hay que escuchar a la gente oprimida. La gente oprimida tiene derecho a decir al mundo qué tiene que hacer para que logre su libertad. El arte es moral, y es un deber moral responder al llamamiento de la gente reprimida y vulnerable. En Palestina la gente vulnerable hizo su llamamiento. Ahora le toca a cada artista: ¿estás con la gente reprimida? Hay que respetar las opciones y los llamamientos de la gente reprimida. Si un artista ignora dichos llamamientos, será egoísta, soberbio, y estará obsesionado por su arte sin respetar a las personas. La gente reprimida es más importante que una función.

Faraj: Efectivamente. No hay un solo palestino que no haya tenido una experiencia con el racismo israelí, en la calle, en las instituciones públicas o privadas, en el aeropuerto o en los medios de transporte. Por eso, como artista, boicoteo los festivales y actos israelíes.

Majd: Decir que el arte sirve para construir puentes es cierto cuando ambas partes del río tienen intención. Para que haya un diálogo hay que tener motivo y denominador común. El arte sirve para crear un diálogo con el intento de llegar a un punto en el corazón o la mente de cualquier persona en cualquier lugar. En Palestina la vida es tensa, Israel niega lo que somos, y eso prohíbe que haya este bonito diálogo, lo hace imposible. Con Israel no se puede dialogar artística o estéticamente. Al dar arte, compartes con los demás cosas puras e íntimas, y eso no se puede con una persona que apoya la ocupación, la represión policial y las matanzas del ejército. Tampoco se puede estrenar arte en una tierra cuyo pueblo está sometido a limpieza étnica.

¿Como explicáis que haya diputados palestinos nativos en el parlamento israelí, la Knesset, en el ejército israelí y otros organismos del Estado israelí?

Majd: Estamos bajo un régimen colonialista, Israel es un colonialismo de población. En todos los colonialismos hubo gente nativa que cambió su piel y que no se quedó al lado de su pueblo. Hacemos canciones en nuestra ciudad que fue ocupada en 1948 y sometida a cambios brutales, describimos nuestras vidas. Nuestras canciones no son un manifiesto político, pero somos de aquí, es nuestra ciudad y como casi todo el pueblo palestino no cederemos nuestros derechos inalienables.

Pero tenéis nacionalidad israelí, viajáis con pasaporte israelí. ¿Eso no supone una contradicción?

Faraj: Personalmente no veo en el pasaporte israelí más que un cuaderno que se utiliza para subir al avión. Mi identidad no depende de un cuaderno. Soy palestino, da igual qué cuaderno tenga. La nacionalidad israelí no fue una opción, fue impuesta por violencia y negación de nuestros derechos e identidad. Estamos bajo un régimen racista que no nos trata como iguales.

Israel puede repetir que soy israelí hasta pasado mañana, pero yo sé quién soy, qué futuro quiero, y cómo vivo. No niego que es un privilegio que tenemos la gente palestina con nacionalidad israelí, que nosotros podemos movernos y viajar más fácilmente que el resto de la gente palestina, es decir la gente palestina que viven en los territorios ocupados en 1967. En Jerusalén tienen una “residencia permanente” aunque es territorio ocupado. En Cisjordania y la Franja de Gaza tienen documentos de identidad procedentes del Ministerio de Interior israelí con un documento de viaje de la autoridad palestina. De todos modos, la nacionalidad israelí esta impuesta y no nos impone una “crisis identitaria”.

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El coro durante la grabación. Foto: Majd Kayal.

¿Cómo se refleja la realidad fragmentada del pueblo palestino que está en diferentes territorios, con diferentes estatus civiles?

Majd: Somos conscientes de la separación impuesta por Israel que separa la gente palestina en los territorios ocupados en 1948 (llamadas actualmente Israel), la gente palestina en la Franja de Gaza, Cisjordania y la gente palestina refugiada dentro y fuera del país. Hay dos tipos de refugiados, los que fueron expulsados fuera de Palestina y los que están desplazados dentro de Palestina Es una situación problemática. Al hacer una obra artística no pensamos en subrayarlo, si no sería una actividad política pura y eso no es auténtico. Sin embargo, ser sensible a todo eso mientras expresas artísticamente tu experiencia da calidad a la obra. 

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Maid Kayal. Foto: Ward Kayal.

¿Cómo veis el futuro?

Faraj: Nos apegamos a un sueño a pesar del pesimismo. Se hace más difícil la lucha por la justicia y el regreso de la gente refugiada. Pero estamos en un mundo donde ocurren cambios dramáticos y sorpresas. Lo más importantes es el regreso de la gente refugiada. Las cosas van a peor, pero deben en un momento dado dar la vuelta, ¡aunque no sé dónde van a aparcar! [Risas].

Majd: Nada puede apagar la aspiración humana innata a la justicia. No nos queda más que ir regando las pequeñas historias personales. El suicido por depresión no está de momento a la orden del día. Es necesario apegarse a la esperanza con imaginación. La imaginación es vital porque lo que hacen los políticos en el poder es no dejar a la gente imaginar, y eso significa que no puedes imaginar otro estilo de vida. Estar vivo físicamente y políticamente es imaginar una vida humana mejor y diferente. Eso es un logro en una situación mundial de mierda.

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