Lo que no dice el acuerdo PP-Vox para la gobernabilidad en Aragón

Cualquiera que haya paseado en los últimos años por la ribera del Ebro o por los pasillos de los hospitales, o bien cualquiera que haya trabajado en la obra, las granjas, las fábricas, las tabernas o los centros educativos, o tal vez se haya tomado algo en los bares de chinos por los barrios de Zaragoza la vil (e, imagino, por extensión, en el resto del territorio aragonés donde siempre llega el Heraldico), habrá podido escuchar, sin duda, todo tipo de fascistadas que bien podrían aglutinarse en unos extensos tomos que deberíamos publicar como “Cuñadología aragonesa”. La publicación del acuerdo …

Cualquiera que haya paseado en los últimos años por la ribera del Ebro o por los pasillos de los hospitales, o bien cualquiera que haya trabajado en la obra, las granjas, las fábricas, las tabernas o los centros educativos, o tal vez se haya tomado algo en los bares de chinos por los barrios de Zaragoza la vil (e, imagino, por extensión, en el resto del territorio aragonés donde siempre llega el Heraldico), habrá podido escuchar, sin duda, todo tipo de fascistadas que bien podrían aglutinarse en unos extensos tomos que deberíamos publicar como “Cuñadología aragonesa”.

La publicación del acuerdo programático entre PP y Vox para la gobernabilidad en Aragón supone el desenlace estival de una mediática trama tragicómica de dos idiotas borrachos que se insultan a la vez sin escucharse. Hubo que esperar a que ambos se midieran las pollas en los urinarios de los resultados del Congreso de los Diputados para que, por fin, ambas partes se comprometan a “dotar a Aragón de un gobierno estable y fuerte que defienda los intereses de los ciudadanos y tenga como ejes estratégicos la libertad, el desarrollo socioeconómico, la defensa de una fiscalidad justa, el impulso a nuestras administraciones locales, la cohesión de nuestro territorio y la igualdad de todos los aragoneses vivan donde vivan”, bla, bla, bla… Pero, no lo olviden, al mismo tiempo: “Un Gobierno de Aragón que sea un baluarte en la defensa de la Constitución Española, la unidad de la Nación Española y la igualdad de los españoles vivan donde vivan, y dispuesto a frenar desde la Ley cualquier intento de las fuerzas separatistas por atacar estos principios básicos que sustentan nuestro sistema democrático”.

En síntesis, que Vox apoyará en la primera votación que se celebre en las Cortes de Aragón a la candidatura del PP a la Presidencia de Aragón a cambio de una Vicepresidencia Primera de Desarrollo Territorial, Despoblación y Justicia y la Consejería de Agricultura y Ganadería; la preferida, por cierto, por lo visto en otros antecedentes autonómicos. Todo esto y un senador del PP por designación territorial y la mitad de miembros en una supuesta Comisión de Seguimiento del Pacto del Gobierno. Todo con mayúsculas Españolas.

Resumiendo: que los fascistas-negacionistas-etcétera van a tomar las instituciones del Lambanato con políticas, a decir verdad, no demasiado diferenciables por lo suscrito.

De los 80 puntos del acuerdo programático, agrupados en diez espantosas áreas temáticas, bastará con subrayar tres:

Punto primero: reprivatización y política fiscal

A nadie le puede extrañar, a estas alturas, que la denominada “colaboración público-privada” sea una novedad en la moderna occidentalidad neoliberal. El ínclito ciudadano de Ejea y sus colaboradores socialdemócratas ya se encargaron de hacer lo suyo. Ahora podemos atestiguar que las dinámicas de las concertaciones y las reprivatizaciones van a ser una constante en los próximos años en Aragón. Tan sólo hay que echar un vistazo a los acuerdos relativos a Sanidad y a Educación, donde se manifiesta una voluntad interesada de proseguir con la tendencia devaluadora de lo público y la magnificación de lo privado.

En lo que respecta a la política fiscal, los viejos y los nuevos ricos pueden estar de celebración. Bonificaciones por un tubo y derogaciones del impuesto sobre el Patrimonio. Reducciones, ¡oiga!, y “simplificación administrativa”, qué gran ocurrencia, la verdad, porque es de sentido común que los funcionarios son unos jetas. Lo que no especifican es cómo mantener su red clientelar que, en términos comparativos, es más o menos similar a la de la sombra de Lambán.

Punto segundo: punitivismo y derecho de pernada

Todo aragonés de bien debería saber, a día de hoy, que la seguridad es la preocupación fundamental de todos los españoles. Uno baja a comprar una barra de pan a la esquina y quién sabe si un ejército de negros o marroquíes ya le han okupado el piso. Por ello, una de las cuestiones que ocupa transversalmente el decálogo de PP-Vox no es otra que la del mantenimiento del Orden y la Ley. Pin parental en las escuelas, promoción de la buena familia cristiana frente a las tropelías de los bárbaros, acabar ―eso sí― con la ideología de género y cualquier atisbo de feminismo, aumento de policías y demás cuerpos de seguridad, penalización de la okupación… En fin, uno se puede entretener leyendo el panfleto firmado por ambas partes sin saber muy bien si vive en Aragón o en una región desconocida del Pacífico Sur donde estas cosas quizá sucedan. Lo que no dicen es lo que conllevan estos puntos: incremento de la desprotección de las mujeres y la población migrante, mayor control policial, punitivismo desaforado y pérdida de autonomía en aras de una presunta estatalización.

Punto tercero: Don Pelayo o el Reino de la Luz

Por último, pero no menos importante, están los asuntos que atañen a la comprensión de la dimensión histórica y territorial de nuestro Aragón. Era evidente que el yugo y las flechas algo nos iba a raspar. La derogación de la Ley de Memoria Democrática de Aragón, la supresión de la Dirección General de Política Lingüística, la Restauración del Rey Católico y la lucha “por la historia y cultura aragonesas, partes indisolubles de la historia y la cultura española, frente a las mentiras y manipulaciones interesadas del nacionalismo catalán excluyente y expansionista” son, inequívocamente, el mayor legado de la política discursiva de Lambán. Sentado espero conocer el erudito nombre de quien se va a ocupar de ese proyecto, que promete, titulado “Aragón, el Reino de la Luz”. Lo que no dicen es que van a por nosotras y que tienen muy claro su objetivo.

Y ya está, no hay mucho más que decir. Cualquiera puede leerse el documento, maldecir el fascismo o asumir lo que ha votado o lo que no. Me consuela saber que figuran en el propio acuerdo los porcentajes de votos ―PP (35,55%), Vox (11,25%)― y entre ambos no suman más que un 46,75% del electorado aragonés. Ellos tienen muy claro para quién van a gobernar, desde luego no para la mayoría de la población. Ahora bien, casi la mitad de los vecinos son fachas. El verdadero problema de todo esto es cómo se ha desplazado el marco hacia la derecha y se escuchan voces de pobres en las salas de espera, en los pasillos, en los bares, en las aulas, en las obras, o en las fábricas valorizando este marco discursivo…

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