Varias ciudades y pueblos de Aragón realizaron actividades en torno al Día Internacional por la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres. Especialmente el pasado 25 de noviembre, pero también los días previos, y hay programadas actividades para los días posteriores. Los colectivos, asociaciones e instituciones han convocado concentraciones, manifestaciones, cine forum, charlas y muchos más actos en los que poder visibilizar tanto las consecuencias más violentas del patriarcado como la fuerza de la ciudadanía que lucha en contra de este sistema.
Manifestación en Zaragoza
Una manifestación recorrió las calles de la capital de Aragón la tarde-noche de este pasado viernes bajo el lema: “Tu violencia machista, nuestra respuesta feminista”. Al finalizar el recorrido cuatro mujeres, Lourdes, trabajadora del hogar, Inés Gracia del eje estudiantil del 8M, Lourdes de Coespe, y Gabriela de Chrysallis leyeron el manifiesto conjunto. También, al final, se leyó un comunicado en apoyo de las mujeres del Kurdistan y Rojava que ahora están bajo el bombardeo de Turquía.

Manifiesto leído el 25N en Zaragoza
Es 25 de noviembre de 2022. Nos siguen matando, seguimos sufriendo cada día violencias machistas fruto de este sistema que violenta, golpea y asesina nuestros cuerpos.
En lo que llevamos de año 76 mujeres han sido asesinadas en nuestro país. 38 a manos de su pareja o ex pareja. El resto, en el entorno familiar cercano. Estos asesinatos son la parte más visible de la violencia que diariamente sufrimos, aunque no toda se denuncia. Hoy volvemos a las calles para decir que ya basta, que vamos a responder, que no vamos a dejar nuestra lucha.
Hoy volvemos a las calles para señalar las violencias, tan diversas y numerosas que no caben en este manifiesto. La violencia contra la mujer es diversa y tiene máscaras, muchas veces difíciles de quitar. Hay momentos en los que el entorno, desde sus creencias y un amor construido sobre los cimientos del patriarcado, hace que se normalice.
Otras veces es la institución, que ha de cuidar y proteger, quien obliga a justificar y demostrar que ha sufrido esa violencia, y si no es posible… invitan a que continúe su camino; dejándola desprotegida y violentada. Otras veces es la sociedad la que instrumentaliza dicha violencia y enseña, por ejemplo, que para no sufrir violencia sexual, no se debe bailar sensualmente o irse con un hombre que se acaba de conocer
La violencia no son solo insultos, amenazas o golpes. La violencia contra la mujer empieza desde el momento en el que se le dice cómo se ha de vestir para ser respetada, empieza desde el momento en el que escucha a sus seres queridos valorar a una mujer en función de su libertad sexual, empieza desde el momento en el que una parte de las mujeres le decimos a la otra cómo es ser mujer, siempre desde el prisma patriarcal.
Las mujeres que viven en zonas rurales son uno de los colectivos más castigados por las violencias machistas. La escasez de recursos, la falta de información, el aislamiento o la mayor dependencia económica son factores que dificultan el reconocimiento y la denuncia de la violencia contra las mujeres. Las mujeres de estos entornos tardan más tiempo en reconocer, verbalizar, y, por tanto, visibilizar y denunciar.

Una macro encuesta de 2020 mostró que, cuanto más grande sea el núcleo poblacional, mayor es la cantidad de denuncias. En las zonas rurales no se atreven. Así mismo, el tiempo de sometimiento al maltrato es mayor: las víctimas de más de 30 años viven una media de tiempo de más de 20 años junto al maltratador. Alzamos hoy la voz en nombre de estas mujeres y exigimos medidas para acabar con esta situación.
Las instituciones, a veces, fallan a las mujeres. Aprobar leyes y diseñar políticas públicas que combatan las violencias machistas es imprescindible, pero no suficiente si no se logra que estas políticas impregnen todo el aparato del estado, si no se consigue que el estado se relacione con su ciudadanía desde una perspectiva no patriarcal. La violencia institucional contra las mujeres existe, pero no es visible y es una de las más silenciadas, por lo tanto goza de impunidad. No se reconoce la vulneración de los Derechos Humanos por acción o por omisión. La violencia institucional se da en el ámbito jurídico, educativo, sanitario, mediático, de atención social, psicológico...
La persistencia de estereotipos y prejuicios hacia las mujeres se encuentra en la base de las discriminaciones que atraviesa la sociedad y el sistema de justicia, que sigue siendo androcéntrica. La violencia contra las mujeres es un problema estructural y su abordaje no puede concentrarse únicamente en la figura del agresor, ni en la de la víctima. Se trata de un entramado de relaciones profundamente patriarcales. Es necesario erradicarla para conseguir la igualdad.
La justicia vinculada al sistema penal se sustenta en una ideología misógina y colonial en la que las víctimas de violencia machista que denuncian son menospreciadas, cuestionadas y revictimizadas, acabando en muchas ocasiones con sentencias tremendamente injustas. Una justicia ineficiente que genera impunidad y obstaculiza: el mito de las denuncias falsas, el Síndrome de Alienación Parental o la custodia compartida impuesta junto a padres maltratadores.
¡Basta ya de justicia patriarcal!
Un proyecto legal sobre las violencias centrado únicamente en la justicia penal, desligado de un plan social con prácticas de prevención, educación, mediación, resolución de conflictos, corrección de desequilibrios y reparación resulta inútil. Es necesaria una formación obligatoria con perspectiva de género.
Lo punitivo es una pieza fundamental de la espiral de violencias para el sostenimiento del sistema patriarcal, que sigue propagando los mismos modelos de interpretación/acción respecto al género, sexualidad, clase, raza y poder. Subvertir el modelo de justicia desde los feminismos supone desactivarla como instrumento de control y sometimiento y transformarla en una justicia universal que garantice el derecho de las mujeres a una vida libre de violencias, una justicia articulada desde la lógica de los derechos humanos: verdad, justicia, reparación y recuperación de las mujeres víctimas de violencias machistas.
La justicia feminista es transformadora, persigue el derecho a la reparación plena: a la sanación del daño a las víctimas pero también a la comprensión comunitaria de las raíces de la violencia.
Para erradicar las violencias machistas, los estados deben colocar firmemente el valor de la vida y de los cuidados en el centro de las políticas públicas, y poner fin a la economía neoliberal que cosifica y mercantiliza a las mujeres como objeto a domesticar, explotar y consumir y del que deshacerse cuando no tiene utilidad.
Se debe aplicar un enfoque interseccional en cualquier nueva legislación y también en las políticas públicas encaminadas a la erradicación de las violencias por razón de género contra las mujeres.

¡Frente a las leyes machistas, justicia feminista!
Existen también violencias que arrastran la brecha de género hasta la pensión. En España hay 2.000.000 de mujeres pensionistas viviendo por debajo del umbral de la pobreza. Hoy queremos dar voz a estas mujeres (madres y abuelas nuestras) y denunciar las violencias patriarcales e institucionales que padecieron en su día por el hecho de ser mujeres y que se han permitido y mantenido durante décadas, obligándolas a renunciar a un proyecto de vida plena e independiente.
Mujeres que nacieron y crecieron en la posguerra, en entornos marcados por un patriarcado dictatorial y religioso que las relegó al hogar, la crianza, los cuidados y la dependencia económica. Algunas no trabajaron nunca fuera de su casa, otras sí que lo hicieron, pero nunca pudieron cotizar porque los trabajos a su alcance eran economía sumergida. Las que consiguieron llegar al mercado laboral lo hicieron tarde y con trabajos a tiempo parcial, precarios y poco valorados socialmente.
Mujeres que lucharon desde sus hogares para construir un país que hoy disfrutamos. Los seres humanos somos vulnerables y necesitamos constantemente de cuidados. La sociedad y el Estado deben valorar la importancia de los cuidados de manera que repercuta económicamente sobre la vida de las personas. Los cuidados son el ejemplo de cómo el patriarcado y el capitalismo se alían para sostener el sistema a costa de la explotación de las mujeres.
Las medidas tomadas por el Gobierno para conciliar trabajo-familia y las compensaciones económicas por hijo/hija para acabar con la Brecha de Género son claramente insuficientes, y estas mujeres mayores, jubiladas con anterioridad a dicha ley, nunca pudieron verse beneficiadas. Aún hoy en día el 70% de los contratos parciales están realizados por mujeres. La parcialidad laboral conlleva a la parcialidad en las prestaciones, siendo estas el 68% mujeres.
La pensión media de las mujeres es de 800€, la de los hombres de 1.250€. La brecha es de un 36%. Más de 1,5 millones de mujeres perciben pensiones por debajo de 500€. El 63% de mujeres viudas cobra por debajo de los 650€. Exigimos el 100% de la pensión del cónyuge fallecido. El 67% de las pensiones no contributivas son percibidas por mujeres, cobrando cantidades que no superan el umbral de la pobreza. Exigimos que todas las pensiones mínimas, contributivas y no contributivas se igualen al salario mínimo interprofesional.

¡La violencia económica es violencia de género! ¡El no reconocimiento para las mujeres de una pensión digna, es violencia de género!
Las trans sufrimos una doble violencia, violencia como mujeres y violencia como personas trans. El patriarcado es una estructura de poder machista y es una estructura de poder cisgénero. Se nos niega nuestra identidad, se nos imponen estereotipos sobre la feminidad inalcanzables y se nos tacha de misóginas, únicamente por expresar nuestra identidad.
Todo esto, es violencia. Criminalizarnos, es violencia; negar nuestra existencia, nuestra identidad, nuestro nombre, es violencia, nuestras oportunidades laborales, son violencia. Llamarnos enfermas mentales, transfemeninos, hombres con falda, también es violencia.
Toda esa brutal violencia ha relegado a las mujeres trans a la marginalidad y autonegación durante años. Pero nosotras, somos una nueva generación, y sabemos que la vagina, no hace a la mujer, que el binarismo, es una falsedad. Este es nuestro escudo contra la doble violencia que sufrimos, y necesitamos al feminismo con nosotras, al igual que el feminismo nos necesita, porque somos mujeres y esta es nuestra lucha.
No es coherente defender el feminismo, denunciar brechas de género y asesinatos en Occidente, mientras se calla ante la atroz discriminación y represión que sufren nuestras hermanas iraníes y afganas, privadas de la libertad para hacer con su cuerpo e indumentaria lo que les dé la gana. Tenemos que darles voz y que nos sientan a su lado.
¡Mujer; Vida y Libertad!
Son muchas y diversas las violencias que sufrimos: racismo, gordofobia, lesbofobia, bifobia, violencia vicaria… ni en decenas de páginas podríamos enumerarlas y mostrar nuestra repulsa.
No las olvidamos ni un solo minuto, y por ello llamamos a todas las mujeres a unirse a los movimientos feministas de su bario, de su pueblo, de su ciudad. Nos queremos vivas, libres, y sin miedo. Recordamos hoy también a Lucrecia, de cuyo asesinato se cumplieron 30 años el pasado 13 de este mes. Un asesinato racista, a manos de la Guardia Civil. No te olvidamos, compañera.
Concentración del 25N en Uesca
La Asamblea 8M de Huesca convocó a toda la ciudadanía oscense para expresar su compromiso en la lucha por la Eliminación de las Violencias Machistas. Bajo el lema, “Ni una menos, Vivas y libres nos queremos”, expresando “el dolor y la rabia por cada una de las víctimas de violencia de género, desde las mujeres asesinadas hasta todas las mujeres que sufren cualquiera de las formas de la violencia machista, así como el grito con el que expresamos qué es lo que queremos”.

“Somos millones de mujeres las que hoy, 25 de noviembre, nos manifestamos en el mundo, reclamando el derecho a vivir libres. Una fecha en la que recordamos a las hermanas Mirabal, asesinadas tal día como hoy por la dictadura del General Trujillo en República Dominicana en 1960 y que a partir de 1999 la ONU reconoció como Día Internacional en la lucha contra las violencias machistas”, recordaban.

La Comarca del Jiloca se concentra el 25N en Monreal del Campo
La Comarca del Jiloca ha conmemorado el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer con un acto en Monreal del Campo. El acto reivindicativo organizado desde la institución comarcal se ha celebrado tradicionalmente en Calamocha, sin embargo, desde el año pasado se decidió trasladarlo a otros municipios de la comarca, continuando con la colaboración con el ayuntamiento calamochino, pero "con el objetivo de descentralizar este acto y que se realice en todos los pueblos jilocanos". De esta manera, en 2021, el manifiesto se leyó en Ojos Negros y este año el escenario elegido ha sido Monreal del Campo, a las puertas del ayuntamiento.

Escolares de Fonz en la Comarca d’a Cinca Meya muestran su rechazo a la violencia de género
Escolares del Colegio de Fonz mostraron su rechazo “contra toda actitud machista y lesiva hacia las mujeres” en el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia de Género colocando en un mural instalado en la Plaza Mayor mensajes de repulsa dentro de mariposas de color violeta, elaboradas por ellos mismos en el aula.

Proclamas como ‘Si duele no es amor’, ‘En la libertad no hay paredes’, ‘El amor se gana con esfuerzo, no se impone por la fuerza’ o ‘Si el amor aprieta no es tu talla’, se han colgado en un mural que estará visible en la Plaza Mayor durante todo el fin de semana.
Posteriormente, los alumnos han leído un manifiesto elaborado por ellos mismos, al que ha seguido la lectura del manifiesto del Ayuntamiento de Fonz y de la Comarca d’a Cinca Meya, leído por dos ex alumnas.