La dialéctica de la mirada de Urko. Comentarios a la otra filosofía de Pablo Lópiz

La última obra de Pablo Lópiz Cantó, Urko. La otra filosofía (Libros del Frío, 2023), supone un ejercicio de autocomprehensión subjetiva de la animalidad. A través de la sensibilidad de su perro, Urko, ofrece un compendio reflexivo de textos de temática filosófica en los que se combinan hilemórficamente las conversaciones del autor con un trazado epistemológico del animal no-humano.

La dialéctica de la mirada de Urko. Comentarios a la otra filosofía de Pablo Lópiz

Tres meses después de la disolución violenta del Consejo de Baviera (Bayerische Räterepublik) a cargo de las Reichswehr y los Freikorps, Joseph Roth asevera en un artículo publicado en Der Neue Tag el 1 de agosto de 1919 que “la raza humana ha perdido” pues “se ha impuesto la superioridad del animal”. Su conciso texto, titulado “De perros y hombres”, subraya la miseria de la guerra ejemplificada en un hombre cuya columna vertebral se ha convertido en una escuadra rectangular. Sobre ella se aposenta un perro que, debidamente adiestrado, se encarga de que el hombre inválido pueda ganarse la vida vendiendo periódicos en la Kärtnerstraße. El texto concluye con la exclamación: “¡Los perros montan a lomos de los hombres!”. Seguro que Urko conocía a la perfección la República Soviética de Baviera y me consta que había leído los poemas de Ernst Töller escritos desde la cárcel. Sin embargo, no tengo claro qué demonios afirmaría acerca de la perversa analogía de Roth.

La última obra de Pablo Lópiz Cantó, Urko. La otra filosofía (Libros del Frío, 2023), supone un ejercicio de autocomprehensión subjetiva de la animalidad. A través de la sensibilidad de su perro, Urko, ofrece un compendio reflexivo de textos de temática filosófica en los que se combinan hilemórficamente las conversaciones del autor con un trazado epistemológico del animal no-humano. En treinta y cuatro fragmentos socava el discurso antropocentrista incidiendo en un juego literario-filosófico impregnado de olfateos, miradas, caricias y lengüetazos que sitúan al lector en posición condescendiente. La ternura del texto cohabita con la profundidad de algunos pasajes que presentan las relaciones interespecies idealizadas.

Desde unos presupuestos derridianos, Lópiz expresa su particular lectura de los acontecimientos políticos y filosóficos a través de la mirada y la vida del animal. Las visiones del último Urko, que aún ciego como Tiresias consigue entrever la materialidad de los hechos, nos enfrentan tanto a las vivencias del pretérito ciclo político ―desde la toma de las plazas del 15-M a la decadencia de Podemos y el crecimiento de VOX― como a las interpretaciones materialistas de Aristóteles por parte de filósofos musulmanes y su continuación soterrada en la modernidad europea.

Si bien es cierto que en esta obra resuenan las contemporáneas epistemologías interespecies de Haraway considero que, ante todo, se trata de un libro acerca de los procesos de subjetivación a través de la escritura. Del mismo modo que Stefan ―el bebé de Dora y Walter Benjamin que con tan solo unos pocos meses de edad mantenía una correspondencia activa y elevada con el cabalista Scholem―, el viejo perro-filósofo Urko establece con el autor de los textos una profunda conversación que conjuga lo cotidiano y lo erudito dando como resultado un diálogo intelectual en el cual las enseñanzas filosóficas se transfieren del animal no-humano al animal humano. Las constantes referencias a las sonrisas de Urko que aparecen en los distintos fragmentos ponen de manifiesto que en la mayor parte de las disputas es el perro quien acaba imponiendo su aprendizaje y su posición teórico-práctica al hombre.

A lo largo del libro no sólo se muestra la agencia del animal sino que Urko encarna una subjetividad por medio de un discurso que entrelaza el plano literario con el perfil filosófico y político. El resultado es una poética de la animalidad que expresa los modos de subjetivación del autor a través de una escritura fragmentaria, pues sólo en el fragmento se puede vislumbrar la totalidad de la mirada del animal, que conecta con una larga tradición literaria de los animales parlantes.

En el plano filosófico, cabe destacar la influencia de lo que Ernst Bloch denominara la “izquierda aristotélica”, esto es, la prosecución del aristotelismo por parte de filósofos árabes que, a diferencia de la lectura tomista, priorizan la materia frente a la forma. El mismo dios, dirá Avicena en su Metafísica, se presenta como un cuerpo celeste. Así, Urko conecta las reflexiones sobre Algazel, Averroes o Ibn Sida con los planteamientos de Spinoza, Montaigne, Nietzsche o Derrida. La dialéctica abierta del perro-filósofo, inscrita en las antiguas enseñanzas de Diógenes (el filósofo-perro), preconiza un materialismo indeterminista asentado sobre una filosofía del “como si” que avanza desde Pascal a Lacan postulando “una pulsión autoinmune que, vuelta sobre sí misma, tiende a destruir lo imaginario que nos constituye y ayuda a vivir tranquilos”. El problema ético de la akrasia es abordado virtuosamente tanto en el terreno de lo humano desde una perspectiva postcolonial como en el campo de las relaciones de dominio del hombre sobre el animal, donde Lópiz confirma su posición a favor de la abolición de la propiedad.

En este sentido, de forma coherente, en el plano político Urko se presenta como un perro ácrata, antifascista, comunista libertario y municipalista, firme defensor de las sociedades secretas y que no titubea en citar a Blanqui como uno de sus insignes inspiradores. El contenido político del libro atraviesa la poética del animal. Su compromiso marxiano con los oprimidos es una constante a lo largo de la mayor parte de los pasajes. La batalla por el placer, que aparece reflejada en el primero de los fragmentos, constituye una ontología política basada en la reivindicación del ahora, en una afirmación vitalista del presente frente a aquellas doctrinas que profetizan dulces tiempos futuros en aras de una devaluación del presente. Las enseñanzas del animal, en este aspecto, deberían ser muy tomadas en cuenta por los posibilistas que lean esto en período electoral.

En síntesis, Urko. La otra filosofía es una obra que ahonda “en que la división entre animales y humanos no es más que un producto histórico que trata de subsumir una pluralidad heterogénea bajo un único significante”. La relación dominante del hombre para con el animal se asienta sobre el uso de la palabra. El lenguaje es, así, el instrumento de dominación sobre el que se articula el dominio de la relación de dominación. En el nuevo libro de Lópiz es el animal el que habla, se expresa y debate con su transcriptor. En un doble juego de ironía, se confunden las palabras de Urko y de Lópiz, el pensamiento y los movimientos de uno y de otro. La alteridad y la otredad se expresan a través de una unidad discursiva que, si bien fragmentaria, se expresa con la brillantez de una tesela.

En una edición muy cuidada, el lector podrá encontrar, además de los treinta y cuatro fragmentos reseñados, un apéndice que contiene anteriores poemas del autor dedicados al perro y una serie de fotografías que, a modo de homenaje, tributan la vida y la obra de Urko, el viejo sabio de la Magdalena.

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