En la mañana del pasado domingo, en la celebración de la Cincomarzada en el Parque de Tío Jorge, algunos zaragozanos y zaragozanas a los que se explicaba en qué consiste el proyecto de unión de las estaciones de esquí Astún-Formigal, se mostraban escépticos ante la posibilidad de que realmente fuera a realizarse.
Para la totalidad de quienes ubicaban en su mente el proyecto y visualizaban el paraje que muchos conocían de sus excursiones por el valle del Aragón, la desmesura del proyecto era tan evidente que sobraba mayor explicación y mostraban su más decidido apoyo a la campaña ciudadana que apuesta por la preservación de los valores naturales de la Canal Roya.
Buena parte de quienes se dejaron caer por el puesto de la Plataforma en Defensa de las Montañas (PDMA) podían entender que el desarrollo de las zonas rurales conlleve algún perjuicio al medio natural y que el esquí ha servido de desarrollo para una parte de las zonas de montaña. Tampoco faltaba algún otro, quizá mejor conocedor de la montaña, que opinaba que “no solo de esquí vive el Pirineo” y que zonas sin estaciones de esquí también se han desarrollado en base a otras actividades entre las que no convendría olvidar el abandonado sector primario en un mundo colonizado por las modas urbanitas que parecen pretender que la naturaleza sea un gigantesco parque de atracciones. Para todos ellos la repercusión del proyecto en el alto valle del Aragón superaba todos los excesos imaginables.
A los mas escépticos de que el gobierno aragonés fuera a capitanear esta agresión al medio natural, se les ponía el ejemplo de que esto que ahora alarma tanto en el valle del Aragón ya había ocurrido hace dos años en el de Castanesa. Y en este punto, hay que reconocer que el conocimiento ya no era tan mayoritario.
Para empezar una buena parte de los aragoneses tienen problemas para localizar Castanesa en el mapa de Aragón porque también es cierto que la información sobre esta otra agresión de Aramon ha sido menor. En este aspecto, la ética de los medios mayoritarios de información aragoneses es lejana a la difusión de la pluralidad social y conforma y confirma un relato benévolo hacia los promotores inmobiliarios y las oligarquías del llano y la montaña que han sacado y quieren seguir sacando tajada del turismo industrial.
Por mucho que la PDMA organizara conciertos para recoger fondos con que recurrir en los tribunales el Plan de Ordenación Urbana de Montanuy que permitió la paralización de la ampliación de la estación de Cerler y por mucho que una parte de la población del valle de Castanesa esté en litigio con Aramon por la expropiación de sus terrenos, lo cierto es que el peso de este holding sumado a la fuerza de los prebostes del valle, bien colocados en el ranking político aragonés, es decisiva a la hora de que uno de los últimos valles vírgenes del pirineo ya pertenezca al recuerdo de quienes lo han podido transitar, en invierno o en verano, sin tropezarse con postes, tuberías y telesillas.
Pero la cosa no queda ahí, porque la reciente pista de esquí de dudoso interés deportivo y asegurado deterioro natural, si la inteligencia no acierta a aterrizar en el Pignatelli, es muy probable que en la ya inminente primavera se verá acompañada con más obras que convertirán en terreno industrial lo que durante siglos, ha sido espacio de aprovechamiento sostenible de los habitantes de la montaña de Castanesa.
A los sufridos cincomarceros que pasaban este domingo por el puesto ecologista, bocadillo en ristre, se les helaba la panceta cuando conocían que el gobierno permite que se incumplan sus prescripciones cuando Aramon ejecuta a su capricho el Proyecto de Interés General para Aragón (PIGA).
Además de los incumplimientos del pasado, esta temporada el agua de la innivación artificial procede de la cuenca del Ésera en vez desde el Baliera que determinaba el PIGA y queda por conocerse si planteará un nuevo plan de obras y si este nuevo plan obviará el proyecto por el que se determinó el interés general. Esto último debería ser razón suficiente para paralizar la sinrazón que planea por estos valles de unos años a esta parte.
Desastre sobre desastre, incoherencia sobre incoherencia y barbaridad sobre barbaridad, parte de las obras pendientes de Castanesa también van a contar con fondos next generatión incumpliendo nuevamente el proyecto de la ampliación de Cerler y las declaraciones de la presidenta de Aramon y a la sazón, consejera de economía del gobierno aragonés que, con la misma naturalidad que apuesta por la unión de estaciones Astún-Formigal como ejemplo de desarrollo sostenible, afirmaba que las obras de Castanesa no contarían con financiación pública. Por lo visto ni los fondos europeos ni los de la diputación oscense que posibilitarán el acceso desde Fonchanina, tienen para la consejera del gremio, carácter de fondos públicos.
Una vez que la buena gente del Parque del Tío Jorge ha dejado su firma, ha comprado su banderola y se marcha a terminar su bien merecido almuerzo, quedan en el suelo festivo del Parque todo un muestrario de dudas y preguntas: ¿podría haberse desarrollado en el valle de Castanesa algo parecido a lo que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Bielsa en la zona de Chisagües? ¿Podría ser el esquí de travesía y otras practicas de invierno y verano una forma equilibrada de aprovechar turística y deportivamente ese espacio natural ahora ya gravemente deteriorado?
La gravedad de la agresión medioambiental y desatino económico de los proyectos que gravitan sobre el valle alto del río Aragón, es de tal magnitud que justifica plenamente la oposición social que estos proyectos están teniendo en nuestra sociedad e igualmente es preciso mantener viva la oposición el desvarío que supone, en el otro extremo de la cordillera, la ampliación de Cerler hacia el río Baliera que por los mismo intereses especulativos, ha desaparecido ya del catalogo de paraísos naturales con los que cuenta Aragón.