La Caravana Abriendo Fronteras cierra su séptima edición con la mirada puesta en las fronteras de ayer y de hoy

150 personas de diferentes territorios del Estado español, Italia y activistas de Honduras y Túnez han recorrido, durante la tercera semana de julio, puntos críticos de las fronteras internas de Europa tanto del siglo XX como de la actualidad. Es la séptima edición de esta iniciativa que se desplaza a puntos fronterizos para denunciar las políticas migratorias, reclamar la libertad de movimiento y una acogida digna.

Manifestación por el centro de Perpinyà por los derechos de las personas migrantes y en denuncia de las políticas racistas de la extrema derecha. Foto: Carles Valls

Desde 2016, la Caravana Abriendo Fronteras ha recorrido territorios donde se vulneran derechos y se retienen a personas migrantes: Grecia, el sur de Italia, Ceuta, Melilla y las Canarias. “La Caravana de este año ha estado diferente porque hemos querido hacer un paralelismo entre las fronteras con que se encontraron las personas que huían de la Guerra Civil española y las que se encuentran actualmente las personas que llegan otros territorios”, explica Lidia Blanch, de la Caravana.

Así, esta última edición ha querido conectar con la memoria histórica y las fronteras internas que a menudo son invisibles e inexistentes para muchas, pero como dice Aboubakar Aminou, participante en la Caravana venido desde Andalucía, “las personas migrantes llevamos las fronteras a la piel”. Se ha recorrido los Pirineos y la frontera francoitaliana, uno de los últimos obstáculos –también mortífero– con que se encuentran personas que migran en su periplo hacia el país de destino. La mayoría provienen de la ruta de los Balcanes, por dónde han atravesado Serbia, Bosnia y Croacia, pero también hay personas que vienen de cruzar el Mediterráneo y toda Italia.

La llegada de cada vez más personas, sobre todo a partir de 2017, llevó a varias personas y colectivos de la zona del valle de Susa y del sur del Estado francés a crear una red transfronteriza de apoyo y acogida durante el tráfico migratorio: “Hemos construido redes desde Bosnia a Alemania, pasando por Trieste, Milán, Turín y Briançon, con la idea de crear ‘puertos seguros’, es decir, lugares donde las personas que vienen desde países tan lejanos como Irán, Afganistán o Marruecos pueden pararse a recuperarse de las lesiones físicas y mentales que acumulan durante el viaje; un espacio donde sienten que alguien las espera y escucha”, explica Martina Cociglia desde el refugio Fraternità Massi en Oulx, donde hay espacio para acoger 70 personas y cuenta con una importante red de voluntariado. También encuentran acompañamiento desde el punto de vista jurídico e información que los ayuda a continuar con su viaje o a intentar establecerse.

Uno de los objetivos que ha acompañado la Caravana durante sus siete años de vida ha sido hacer red con organizaciones como esta, de apoyo a las personas migrantes y de denuncia de las políticas migratorias. También conectan con luchas locales como la que llevan a cabo desde hace treinta años en el Valle de Susa contra el Tren de Alta Velocidad, reunida en una red de movimientos antirracistas, antimilitaristas y ecologistas que han compartido experiencias en la última edición de la Caravana, acogida unos días en este valle combativo. “Hacemos conexiones con colectivos que trabajan en los territorios; si no, sería muy difícil encontrarte y enredarte”, explica Lidia Blanch.

Así, desde su inicio, la Caravana ha ido sumando complicidades: la de Carovane Migranti desde hace ya algunas ediciones, con la ruta en Italia en 2018; y en esta última edición también Tous Migrants, una organización ciudadana de solidaridad y denuncia nacida en el Estado francés a raíz de la llegada de personas migrantes en tráfico a la frontera francoitaliana y de las expulsadas de los campamentos improvisados de París y Calais. Al principio, empezaron con 80 familias que ofrecían su casa y ahora ya han creado grupos de expedición que van con raquetas a buscar personas atrapadas en la nieve y dos refugios.

Otro eje que define la Caravana Abriendo Fronteras es la acción de denuncia en el terreno. Se quiere poner el foco en la militarización de las fronteras, como la frontera sur (en la Caravana del año pasado se denunciaba como en Canarias hay un militar por cada 145 personas), pero también en las fronteras europeas internas, como por ejemplo la francoitaliana: “Hay poblaciones con 200 militares y 12.000 vecinos y vecinas; la presencia policial, el acoso a las personas migrantes y la represión a las solidarias es constante”, denuncian desde Tous Migrants.

En este sentido, también son objeto de denuncia las muertes y agresiones en zonas de frontera, como las 4.000 personas que perdieron la vida intentando llegar a las Islas Canarias en 2021, según Caminando Fronteras, y las 37 personas muertas a la valla melillense el junio pasado, pero también las vidas que se pierden en las fronteras interiores: en el río Bidasoa y en el trayecto de Irún en el Estado francés, donde han muerto nueve personas desde 2021, o en las montañas que separan el país galo de Italia donde en invierno, con más de un metro y medio de nieve, hay un alto riesgo de perder la vida.

La acción de denuncia se dirige también especialmente a los centros y dispositivos de detención y retención de personas migrantes. Es por eso que habitualmente se hacen concentraciones y manifestaciones ante centros de internamiento de extranjeros, como en esta última edición en el Centro de Permanencia de Repatriados de Turín, un centro de detención de personas migrantes a la espera de ser deportadas dónde han muerto varias personas en situación de desatención médica, el último Moussa Baldo.

Además de hacer red y denunciar las vulneraciones de derechos en las fronteras, las curas son otro elemento importante que ha estado presente en todas las ediciones de la Caravana; se entienden como el centro de la vida y también como elemento político. En este último trayecto se visitó la maternidad de Elna (Rosselló), donde de 1939 a 1944 Elisabeth Eidenbenz y un grupo de mujeres hicieron de las curas una acción política y de denuncia de la situación de las personas refugiadas. Allá acogieron a mujeres embarazadas y niños que estaban en los campos próximos, como el de Argelès-sur-Mer y Rivesaltes, visitados durante el recorrido de la Caravana. A la vez, a lo largo de todos estos años se ha visibilizado el trabajo de apoyo y cura que hacen muchos colectivos e iniciativas sociales de solidaridad: “Esto no es beneficencia, sino acción política; es una cuestión de derechos y justicia”, dice Gianna de Masi, miembro de Carovane Migranti y del movimiento No TAV.

La resignificación de las curas, la denuncia de las violencias que sufren las mujeres migrantes en tráfico y la visibilización de sus resistencias, hacen del feminismo, así como de la decolonialidad, esos transversales a la acción de la Caravana. El trayecto finalizó este año en Barcelona con una cena de Sindillar y una ruta por la huella de la Catalunya esclavista. La próxima acción de la Caravana será en Bruselas el 30 de septiembre y el 1 de octubre para denunciar la responsabilidad de los gobiernos europeos en las muertes de las personas migrantes y reivindicar derechos, en una acción compartida con colectivos de todo Europa.


Artículo de Gemma Parera publicado originalmente en La Directa.

Autor/Autora

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies