La ADSPA-FADSP ante el 8 de marzo

De la mano de la crisis económica llegó también la crisis sanitaria. Y aunque sabemos que en la actualidad las mujeres tenemos una mayor esperanza de vida, también padecemos más enfermedades crónicas.  Somos las mujeres quienes más utilizamos los dispositivos sanitarios, también quienes más medicamentos consumimos, en definitiva, las que tenemos una peor percepción de nuestra salud. La OMS describe, con el término inequidad en salud, “aquellas desigualdades que son innecesarias, evitables e injustas”, en ellas el género tiene un papel fundamental. Reconocerlo nos ayudará a tomar decisiones para prevenirlas, reducirlas y eliminarlas. Según la OMS, un 50% de las mujeres del mundo …

De la mano de la crisis económica llegó también la crisis sanitaria. Y aunque sabemos que en la actualidad las mujeres tenemos una mayor esperanza de vida, también padecemos más enfermedades crónicas.

 Somos las mujeres quienes más utilizamos los dispositivos sanitarios, también quienes más medicamentos consumimos, en definitiva, las que tenemos una peor percepción de nuestra salud.

La OMS describe, con el término inequidad en salud, “aquellas desigualdades que son innecesarias, evitables e injustas”, en ellas el género tiene un papel fundamental. Reconocerlo nos ayudará a tomar decisiones para prevenirlas, reducirlas y eliminarlas.

Según la OMS, un 50% de las mujeres del mundo padecen un acceso diferente y desigual a los recursos de salud.

La igualdad de género en la salud significa que las mujeres y los hombres se encuentren en igualdad de condiciones para ejercer de manera plena sus derechos y su potencial para tener una buena salud, contribuir al desarrollo sanitario y beneficiarse de los resultados. Hoy por hoy no es así. El logro de la igualdad de género exige medidas concretas destinadas a eliminar las inequidades en salud.

La pandemia ha agudizado en extremo estas situaciones. También la falta de oportunidades de empleo. La feminización de la pobreza es un hecho. Como lo son la violencia de género y la sexual.

La sobrecarga en los cuidados ese “motor oculto” base del funcionamiento de nuestra sociedad recae principalmente sobre las mujeres y las niñas, por lo que, a menudo, apenas disponen de tiempo para recibir una educación, conseguir un salario digno, un ocio creativo, implicarse en la vida comunitaria o participar en la toma de decisiones en la sociedad.

Desde la salud hemos de aspirar a cambiar esos determinantes, que inciden de manera tan negativa sobre las mujeres.

En estos momentos la salud mental de las mujeres se ve fuertemente afectada. De hecho, las mujeres tenemos tres veces más riesgo de desarrollar depresión, el problema de salud mental más frecuente y que será la principal causa de discapacidad en el mundo.

La discriminación y la falta de decisiones sobre la salud sexual y reproductiva sigue constituyendo un problema pendiente. La asimetría social en las relaciones entre mujeres y hombres favorece la violencia de género. Es necesario abordar la verdadera causa. Una cuestión que afecta a hombres y mujeres de nuestra sociedad.

Desde la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública como profesionales de la sanidad hemos de trabajar para que estos determinantes, que tanto inciden de manera negativa en las mujeres, desaparezcan.

El cambio hacia una igualdad real entre mujeres y hombres que contribuya a disminuir las desigualdades de género en la salud es responsabilidad de todas y de todos.

Desde la FADSP queremos recordar hoy 8 de marzo nuestra solidaridad y todo nuestro apoyo a las mujeres y pueblo ucraniano, al tiempo que abogamos por la paz y la solidaridad con los y las refugiados.

Sin igualdad no hay libertad, no hay democracia.

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