La crisis-estafa del sistema capitalista del 2008 fue el momento preciso, y buscado, que las élites del nacionalismo hispano-madrileño aprovecharon para destruir las cajas de ahorro y concentrar más poder en menos manos.
La Caja de Ahorros Ibercaja fue ‘obligada’ en 2011 a convertirse en Ibercaja Banco, y un año después a absorber a Caja3, formada a su vez por la CAI -que arrastraba las perdidas por su nefasta gestión inmobiliaria por la que nadie ha dado explicaciones-, Caja Círculo, y Caja de Badajoz. La fusión se formalizó legalmente en el 2013, y culminó un año después.
La nueva ley de Cajas impuesta por el nacionalismo hispano-madrileño obliga a las cajas convertidas en bancos o bien a cotizar en bolsa, o bien a crear un fondo propio de reserva o rescate. Para cumplir esta ley de cajas y no tener que crear un fondo específico -fondos propios-, Ibercaja tiene que comenzar a cotizar en bolsa este año, pues el gobierno del Estado español ya le prorrogó el plazo dos años por la pandemia del Covid.
En este contexto, Ibercaja Banco contrató en 2018 los servicios de Banca Rothschild, Morgan Stanley y JPMorgan, como asesores de su salida a bolsa. Con las recomendaciones de estos asesores y tras diferentes encuentros ‘con inversores cualificados’, Ibercaja decidió activar su ‘obligatoria’ salida a bolsa con una valoración inicial de entre los 1.500 y 2.000 millones de euros, y una fecha objetivo del 10 al 20 de febrero de este 2022.
Sin embargo, Ibercaja Banco ha comunicado el fracaso en el cumplimiento de sus objetivos y anunciado un nuevo retraso -quizá hasta abril- de su cotización en bolsa. La razón esgrimida por Ibercaja es “la alta volatilidad del mercado”, pero seguramente haya tenido más peso en esta decisión que en los últimos contactos con sus futuros inversores les dejaron claro que no estaban dispuestos a pagar ni 1.000 millones por la entidad, una cifra muy lejana de los 2.000 millones calculados por sus asesores.
Hacia el oligopolio bancario
El retraso de Ibercaja ha resucitado el sueño húmedo de las élites económicas para continuar su avance hacia un oligopolio bancario al estilo de ‘las eléctricas’ que tan buenos resultados siguen dando a los bolsillos de estos grandes ‘empresarios’ no productivos.
Un documento distribuido por Alantra -conocido como banco ‘colocador’- en los últimos días, ya amenaza al señalar que “dudamos que los cuatro principales bancos regionales que operan en España, Unicaja, Abanca, Kutxabank e Ibercaja, sean capaces de permanecer independientes en el futuro, por ello esperamos una consolidación, dada la necesidad de escala e inversión en tecnología y digitalización”.
Por su parte, el nuevo dueño de Abanca reconocía este pasado miércoles, 2 de febrero, en diferentes digitales salmón madrileños que “no me gusta especular sobre posibles escenarios y mucho menos cuando no están definidos, pero ese escenario hipotético sería muy complementario”, en referencia a una absorción de Ibercaja por su entidad, que ‘dispone’ de más de 1.500 millones para este tipo de compras-especulación. “No dejamos de ver absolutamente nada”, aseguraba Juan Carlos Escotet -el dueño de Abanca-, reconociendo que Ibercaja “encajaría en nuestra estrategia”.
Ibercaja ha destacado por su falta de sensibilidad social y ambiental
En los últimos años Ibercaja Banco se ha visto envuelta en numerosas polémicas. Su participación activa en los desahucios a familias vulnerables aragonesas ha aumentado la distancia entre la entidad financiera y la sociedad aragonesa.
Además, la dirección de Ibercaja Banco ha ido recortando servicios y cerrando oficinas por toda la geografía aragonesa. Poco le han importado a Ibercaja las históricas relaciones con la sociedad aragonesa, especialmente en el mundo rural. Cuando se trataba de captar los ahorros de jóvenes y mayores todo fueron buenas palabras, pero ‘la pela, es la pela’ y a los directivos de Ibercaja no les ha temblado el pulso para dejar sin cajeros automáticos, sin servicios financieros, a buena parte de la geografía aragonesa, situación especialmente grave para la población más mayor -que también sufre la dictadura tecnológica-.
Por si esto fuera poco, Ibercaja junto al Gobierno de Aragón, a través de Aramón, es responsable del ecocidio en el Pirineo aragonés, su obsesión por la ampliación de Cerler por Castanesa demuestra su nula sensibilidad ambiental.