¿El último concierto de rockanrol?

¿El último concierto de rockanrol? El pasado sábado en Zaragoza, Brutus M3 presentó en directo su disco homónimo, en compañía de Del Desierto. ¿Será el último concierto de pie, sin pasaporte covid? ¿Será el último concierto de rock en un tiempo de nuevo prolongado? Es posible. Por ello, la entrega de ambas bandas fue brutal

Brutus M3, en concierto en el CC Delicias. Foto: Diego Marín Roig

El pasado sábado, Brutus M3 presentó su disco homónimo en el Centro Cívico Delicias, en Zaragoza, acompañados de Del Desierto. No fue un concierto más, cotidiano, como los que se hacían hace apenas dos años. Fue una situación extraña. Y es que, aunque parece que ya hemos hecho normal la excepcionalidad, se respiraba la sensación de que iba a ser uno de los últimos conciertos en un escenario, más o menos, normalizado. Una especie de sueño del perdedor.

¿Será el último concierto de pie, sin pasaporte covid? A saber ¿Será posiblemente el último concierto de rock en un tiempo de nuevo prolongado? Es posible. Por ello, la entrega de ambas bandas, a pesar de un sonido que no les acompañó, fue brutal.

“Es difícil de entender, te cansas al andar, no te parece bien y siempre estás quejándote por tonterías”. Ni una queja fútil. Caerse, asumir, mirar hacia adelante y seguir, “amigo, es la vida, ese gran invento”. Es lo que nos ha tocado vivir y no nos va a parar. Eso fue la banda de Franchi, Del Desierto. Actitud, sin más. “Serpientes, Elefantes y sombreros”, poesía transformada en pasión, “no se guardan las palabras cuando quieren ser sinceras”, y es que, si bien hablan poco sobre el escenario, no lo necesitan. Son personas de colores, aunque vayan vestidas de negro, y eso, con un rock hecho con gusto, es suficiente.

Del Desierto. Foto: Diego Marín Roig

Si Del Desierto bebe del rock de Lagartija Nick o de Queens Of The Stone Age, Brutus M3 es el resultado de mezclar en la coctelera a Monaguillos Sin Fronteras, Gen y El Corazón Del Sapo. Ojo, que no es cualquier cosa. Lo mejor del hardcore aragonés juntado en una única banda. Energía al cubo multiplicada, contra todo pronóstico, por el paso de los años. Ahora hay experiencia acumulada, y se nota que sobra energía, y sobran ganas, muchas ganas de seguir tocando y denunciando los privilegios de propietarios, curas y carceleros. “Maldita mina que compró adeptos con agua de fuego”. Esa herida de Borobia, cáncer del río Manubles, inspira uno de los temas más potentes del directo, junto a “El patio de los guantes perdidos”, un homenaje a Kike Mur y a esa “pequeña victoria que sumará otra muesca en su derrota final”, en referencia al CSO del barrio zaragozano de Torrero. Brutus M3 no se pararon a respirar, como si se estuvieran entrenando para acometer un combate a vida o muerte contra Mazinger Z que nos permitiera salir del encorsetamiento socio cultural en el que nos encontramos. Brutus M3 fueron la personificación de la potencia bajo control de baquetas, micros y cuerdas entorchadas.

Guillermo, guitarrista de Brutus M3. Foto: Diego Marín Roig

Fue un reencuentro extraño, con la música, con amigos, con Zaragoza, con el barrio Delicias, con las ganas de vivir, con los ojos del otro sobre las mascarillas, con los abrazos, todavía en la distancia, e incluso con algunas de aquellas viejas canciones que alimentaron el recuerdo de un tiempo diferente en el que monstruos y esperanzas, a pesar de las apariencias, eran las mismas que hoy.

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