El personal científico del campus de Aula Dei de Zaragoza reivindica pasar a la acción frente a la crisis climática

Un grupo personas investigadoras y de apoyo a la investigación del Campus Científico de Aula Dei de Zaragoza se ha concentrado este 8 de abril para mostrar su preocupación por la falta de acción política y económica para frenar el cambio climático

aula dei

El motivo de la concentración ha sido la publicación del tercer capítulo del Sexto Informe del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático) presentado el pasado 4 de abril. Los investigadores e investigadoras del Campus quieren concienciar a la ciudadanía sobre la extrema emergencia climática y ecológica que actualmente vive el planeta y de la necesidad de actuar a gran escala desde las recomendaciones de la ciencia.

El acto se enmarca en la semana reivindicativa de Rebelión Científica y Académica, programada a nivel global por el colectivo Scientist Rebellion. Esta semana del 4 al 9 de abril ha incluido múltiples huelgas y encierros en centros de investigación y universidades y un acto de desobediencia civil el día 7 en el Congreso español en Madrid.

El Campus de Aula Dei agrupa diversos centros de investigación científica en ciencias agroalimentarias, forestales y ambientales, tales como el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), el Instituto Pirenaico de Ecología IPE-CSIC, la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD-CSIC) y el Instituto Agronómico Mediterráneo de Zaragoza (CIHEAM).

La ciencia se rebela

En el manifiesto que se ha leído hablan sobre el informe del IPCC, del cual señalan que se centra en la mitigación, es decir, en las soluciones que hay que poner en marcha para que el calentamiento se quede dentro de los límites más seguros. Ese umbral de seguridad, que ya se fijó en el Acuerdo de París en 2015, requiere acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono.

El objetivo a cumplir es mantener la temperatura media mundial por debajo de los 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales, y en la medida de lo posible por debajo de los 1,5. En estos momentos, el calentamiento ya está por encima de los 1,1 grados, por lo que, como advierte el informe, la ventana de oportunidad se está cerrando.

Reivindican que los científicos y científicas no pueden quedarse “al margen de la emergencia climática”. Además, denuncian que quienes investigan las causas y las consecuencias del cambio climático y las medidas que hay a su alcance para atajarlo ”no hemos sido escuchados”.

La rebelión de la comunidad científica se apoya en una cruda realidad: la ciencia del cambio climático no es escuchada. Ni los gobiernos ni los grandes responsables económicos han mirado de frente la magnitud de la catástrofe que ya está en marcha. Al revés, en 2022 las emisiones siguen aumentando, los recursos se siguen agotando y los gobiernos siguen subvencionando con dinero público la industria de los combustibles fósiles y otras actividades que dañan tanto el medioambiente como la salud humana.

En el Estado español, un 75% del territorio está ya en alto riesgo de desertificación. En Aragón, se observa un aumento de temperaturas, un incremento de fenómenos climáticos extremos, la modificación de las estaciones y prácticas agrarias, la disminución de las cosechas y de la calidad de los productos, y una disminución en la acumulación y duración del manto de nieve en los Pirineos. El retroceso de glaciares se ha acelerado mientras el estrés hídrico se intensifica por el balance negativo entre precipitaciones y evapotranspiración.

El cambio climático multiplica los efectos negativos de la intensificación de las actividades humanas en el planeta en cuanto a pérdida de biodiversidad y hábitats, contaminación, cambios en ciclos biogeoquímicos, nuevas enfermedades. Los impactos en Aragón se sienten en las actividades económicas primarias (producción agrícola y ganadera), el sector industrial y el turismo.

Además, también recuerdan que el sexto informe del IPCC señala que los cambios de consumo individual no bastan y hace falta una transformación profunda y rápida del conjunto del sistema productivo, así como una transición justa para los colectivos más vulnerables.

“En una época de guerras por los escasos recursos, de vulnerabilidad colectiva de la humanidad sin precedente alguno, necesitamos a la inteligencia colectiva funcionando, el compromiso de todas y de todos”, concluye su manifiesto.

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