El imprevisible peso de la historia y sus circunstancias: Giro Rosa y Tour 2020

Bernard Hinault. Foto: Collectie Anefo (CC0 1.0)

"Mientras respire, ataco". - Bernard Hinault

En estas semanas, con la vuelta al cole bullendo -preocupante para todas-, en el mundillo de los aficionados ciclistas se discute sobre si un tipo normal, que hace sus entrenos, sus salidas en grupeta y se pega todo el día comparando sus datos en Strava, podría aguantar el ritmo en un pelotón del Tour. Me da que tanta tontada tecnológica, se nos ha ido de las manos. Como globero del gremio, mi experiencia en la Quebrantahuesos generaba un estrés en mi cuerpo difícil de controlar, los primeros kilómetros eran de grandes grupos pedaleando, deseaba con locura que llegase la subida a Somport; imagina esta situación durante días, en medio de un pelotón profesional. Los habrá más preparados, pero muy lejos para soportar esos vaivenes (leed este post sobre el tema, para entender lo que os estoy contando).

La 31 edición del denominado Giro Rosa comenzó el 11 de septiembre, con 9 etapas que recorrían la parte centro-septentrional del Estado italiano. La principal prueba por etapas del calendario profesional femenino, con un total de 24 equipos participando -6 corredoras por escuadra-, los 8 de máxima categoría (UCI World Team) y 16 de categoría UCI Continental Team. Por supuesto, con presencia de equipos estatales, el Movistar  -que ya había anunciado el fichaje de la extraterrestre Annemiek van Vleuten para la temporada que viene-, además del Bizkaia-Durango y el Casa Dorada. Todas las corredoras estaban dispuestas a luchar por sus objetivos, en esta intensa y extraña temporada. Las ilusiones, el pedaleo y la alegría. Y Van Vleuten bien posicionada para repetir triunfo.

La primera etapa era una crono por equipos en Grosseto, en plena Toscana. 16 kms breves pero intensos en un trazado totalmente llano, que llevaron al equipo Trek a marcar el mejor tiempo, y de esta forma aupar a la piamontesa Elisa Longo Borghini, a que se vistiera la primera maglia rosa. Este equipo norteamericano tiene muy buenas rodadoras como Lizzie Deignan o Ellen van Dijk, lo que les valió para aventajar en 3 segundos al Boels, de Van der Breggen; y en 5 segundos al Mitchelton de la favoritísima Van Vleuten. En la segunda etapa, pasamos al fuego de verdad, con una colosal exhibición de Van Vleuten, con caída y todo, en una etapa tipo clásica, de 124 kms, con colinas y sterrato (durísimo), la holandesa dio el golpe definitivo en la última subida, llegando en solitario a Arcidosso. Ni Van der Breggen ni Niewadoma pudieron darle alcance, llegando ambas a 1'15''. El resto de favoritas se quedó a tres minutos, con lo que la nueva líder de la carrera sería la corredora del Mitchelton. La jornada del domingo recorría 142 kms entre Santa Fiora y Assisi, con victoria para la polivalente Marianne Vos (CCC), que fue la más fuerte en la durísima subida final, imponiéndose a Cecilie Uttrup Ludwig y Elisa Longo Borhini. A sus 33 años, Vos sigue deslumbrando por su talento. La cuarta etapa (Assisi-Tivoli), camino de la Lacio, por los Apeninos, tenía un final complicado, en una cuesta con empedrado y una pendiente al 8%, allí se resolvió la victoria de la jornada, entre las dos fugadas del día. Elisabeth Banks (Équipe Paule Ka) alzó los brazos, imponiéndose a Eugenia Bujak (Alé BTC Ljubljana), en una etapa que pasará a la historia por ser con sus 170 kms la más larga disputada nunca en el circuito femenino. En la general pocos cambios, Van Vleuten arañó unos segundos más al resto de favoritas. En el quinto día del Giro Rosa (con salida y llegada en Terracina), se produjo el primer sprint masivo de la carrera, en el que se impuso Marianne Vos (CCC), con autoridad, quedando segunda Lotte Kopecky (Lotto) y tercera, Lizzie Deignan (Trek). El buen trabajo de CCC permitió seleccionar el grupo para que su líder consiguiera su segundo parcial.

La sexta etapa era de transición, previa a las jornadas de montaña. Un recorrido entre Torre del Greco y Nola, cerca de Nápoles. 97 kms en los que Marianne Vos (CCC) logró su triplete de triunfos parciales, imponiéndose en la volata a Hannah Barnes (Canyon-SRAM Racing) y la pistard Lotte Kopecky. Para la séptima etapa (Nola-Maddaloni, 112 kms), dos ascensiones al Santuario de San Michele Archangelo, en la “espuela” de la “bota” imaginaria que representa la península Itálica, con la meta tras un rápido descenso. Media montaña que nos dejó uno de esos titulares que no nos gusta leer: caída aparatosa en el sprint y la maglia rosa Van Vleuten, la cual se tiene que retirar con la muñeca rota. Adiós al Giro Rosa, pero también a su objetivo de revalidar su título en el Mundial de Imela. El ciclismo y las circunstancias, en este caso un desgraciado peso que cayó sobre la imbatible Annemiek. La etapa estuvo entretenida, con una fuga que desafió al pelotón, pero en la última subida hubo reagrupamiento. En un sprint selecto, Lotte Kopecky por fin consiguió la victoria, venciendo a Deignan y Niewiadoma. Esta ciclista polaca del Canyon-SRAM pasaba a ser la nueva líder, con 15 segundos de renta sobre Van der Breggen. Se abría el pastel del Giro. La octava etapa sería la decisiva para aupar a Anna Van der Breggen en el liderato, un recorrido duro, con final en alto (San Marco la Catola), Niewiadoma sucumbió en su sueño rosa ante la campeona olímpica, la cual llegó a meta en solitario junto con Elisa Longo Borhini -vencedora de la jornada-. El resto, a más de un minuto. Destacar también la actuación de Mikayla Harvey (Équipe Paule Ka), la neozelandesa de 22 años consolidaba el maillot blanco de las jóvenes. Y la jornada final, de 109 kms, con salida y llegada en Motta Montecorvino, una pequeña localidad de la Apulia. La fuga cuajó, siendo la más rápida Evita Muzic, que estrenaba el casillero de victorias para el FDJ, segunda fue Niamh Fisher-Black (Équipe Paule Ka) y tercera Juliette Labous (Sunweb). Un Giro Rosa 2020 entretenido, que encumbra a Anna Van der Breggen, como una de las grandes de siempre -tres triunfos en esta carrera: 2015, 2017 y este año-, a pesar de que ha anunciado su retirada en 2021, tras los Juegos Olímpicos de Tokyo. Le acompañaron en el podio final, Katarzyna Niewiadoma (Canyon-SRAM), a un minuto y poco en la general; y Elisa Longo Borghini (Trek), a dos minutos y pico. Van Vleuten se quedó sin su tercer Giro consecutivo. Destacamos la actuación de Ane Santesteban (Ceratizit), la vasca firmó un buen séptimo puesto. Los puntos para Marianne Vos (CCC), imponente en las llegadas, y la montaña para Cecilie Uttrup Ludwig (FDJ). Abierto queda el debate sobre la cobertura televisiva, deficiente y dependiendo del diferido. Mucho por hacer para hablar de igualdad en este deporte.

Rebobinamos el hilo de esta crónica para enlazar con la segunda y tercera semana del Tour, la undécima etapa, que circuló llaneando entre Châtelaillon-Plage y Poitiers, unos 167 kms que fueron realizados en cuatro horas: 44 km/h. Se resolvió al sprint, muy ajustado, venciendo Caleb Ewan (Lotto) sobre Bennett y Van Aert. Sagan quedó desclasificado por un codazo al belga del Jumbo. El héroe del día fue el bearnés Matthieu Ladagnous (Groupama), fugado en solitario, buscando la gloria para su equipo, al final fue engullido por el voraz gran grupo. Working class del pelotón, a sus 35 años, toda su carrera en el mismo equipo y cuya última victoria es de hace siete años. 13 grandes vueltas en sus piernas, acompañando a los líderes de su equipo, llevando los bidones, protegiendo en momentos complicados. Un pequeño homenaje a los imprescindibles del pelotón, que jamás se llevarán las portadas ni los focos.

La etapa del jueves 10 de septiembre fue entretenida, preludio de la batalla en el Macizo Central, con la tercera llegada en alto de la carrera. Era una etapa para que llegase una fuga, de hecho, el día anterior, sólo había que fijarse en los corredores que habían desconectado para cargar pilas, cazaetapas como Lutsenko, De Marchi, Herrada o Roche. Los últimos 50 kms eran un territorio de colinas, por el departamento de la Corresa (Corrèze en francés), con dos cotas puntuables y un final con carretera estrecha y ascendente en Sarran. Con el aliciente del kilometraje, más de 200 kms -la más larga de esta edición-. La escapada de éxito se luchó mucho, ya que Bora quiso controlar la etapa para Sagan, pero Sunweb hizo una apuesta táctica de sobresaliente, filtrando a Benoot y Kragh Andersen, y así preparar el ataque de Marc Hirschi. Soler, Schachmann y Pacher hicieron la apuesta buena, mientras atrás muchos ciclistas se animaron en busca de la victoria, pero el suizo Hirschi ya estaba en solitario, camino de una victoria que lograría con gran autoridad, aventajando en casi un minuto a Rolland y el resto de perseguidores. Pocos corredores lo merecían más que el combativo todoterreno del Sunweb.

La decimotercera etapa nos paseó por la tierra de los arvernos -la Auvèrnha occitana-, un territorio de los más despoblados del Estado francés, de media montaña por los impresionantes montes de Cantal, con final en alto, el Pas de Peyrol (o Puy Mary), un puerto escalonado de 15 kms con porcentajes superiores al 12% cerca de la meta. La fuga triunfó, gracias al buen trabajo de Education First y Bora, empecinados en estrenar su casillero de victorias parciales, 17 escapados, ciclistas de calidad para entretenernos en un perfil bello. A 85 kms de meta, una caída provocó el abandono de Bauke Mollema, y un golpetazo para Nairo Quintana y Romain Bardet; este último, que se encontraba 4º en la general a medio minuto del líder, peleó por no ceder, llegando a dos minutos y medio de los favoritos. Eso sí, con una conmoción cerebral que le mandaría para casa tras culminar su gesta. En la fuga, el primero que lo probó en serio fue Powless, para después sucumbir ante el ataque de Schachmann. Soler daba vida a la escapada por detrás, pero cuando el puerto se puso duro, metro a metro, emergieron Daniel Felipe Martínez y Lennard Kämna, ambos se disputaron la etapa con victoria para el joven colombiano, reciente ganador de la Dauphiné. Los favoritos esperaron a esos dos últimos kms del Puy Mary, con Pogacar y Roglic metiendo tiempo, un Richie Porte que iba a más y Bernal sufriendo. El otro gran damnificado del día, Guillaume Martin, que se dejaba casi tres minutos con el líder. La lenta selección del ciclismo sacaba la guadaña sobre este parisino, un apasionado de la filosofía, autor de la obra Sócrates en bicicleta, donde reflexiona sobre sus dos pasiones vitales.

El sábado 12 de septiembre se ejecutó una etapa de las llamadas de transición, entre Clermont-Ferrand y Lyon, 194 kms, algo sinuosos y con un circuito final en esta ciudad que fue espectacular. Aunque para llegar al desenlace, hubo que rodar y mucho, el equipo Bora descolgó en los puertos a sprinters puros como Bennett, Viviani o Ewan, devorando incluso la cabalgada en solitario de Stefan Küng. El maillot verde se disputaba como si fuera el de la montaña, a cara de perro. En el callejeo por Lyon, un sube y baja, Sunweb lo bordó, a pesar del intento a la desesperada de Alaphilippe o el ataque de Thomas de Gendt. El equipo alemán preparó la ofensiva final a 3 kms de meta, saltando Hirschi, al que anuló Peter Sagan, y después con el hachazo final de Soren Kragh Andersen, anulando el sprint final de un pelotón reducido, en el que Mezgec hizo segundo. Se echaban en falta victorias de este tipo, de un llegador, que es capaz de romper el voraz apetito de los equipos de los sprinters.

La segunda semana de Tour culminaba en una etapa de alta montaña, ascendiendo los dominios de la Grand Colombier (en el Jura), un recorrido de 175 kms entre Lyon y este tradicional puerto de paso, que se estrenaba como final de la Grande Boucle, un encadenado con dos primeras (Selle de Fromentel y Col de la Biche) y una subida final sin público (miedo a macrocontagios), con 17 kms al 7% de pendiente media. Quizá pase a la historia del tour, no por el espectáculo en sí, más bien porque el Ineos se hundió definitivamente de la lucha por la general, tras casi una década de dominio tiránico. Egan Bernal se quedó en esa zona revirada y panorámica de lacets, cuando quedaba un mundo. 7 minutos se dejó con los favoritos. La agonía de una mala preparación. Quintana también sucumbió, casi 4 minutos respecto a los elegidos. Antes de esto, la fuga no tuvo mucho margen, destacando la combatividad de Pierre Rolland, Jesús Herrada y Michael Gogl, los últimos en ser engullidos por el ritmo cuartelero de los neerlandeses del Jumbo.  Ya hemos contado todo, no hubo ataques en el puerto final, uno tímido de Adam Yates y a esperar al último kilómetro. Muy decepcionante. Pasaban los días. Y se deshojaban las posibilidades para muchos. Pogacar ganó la etapa a Roglic y le recortó 4 segundos por la bonificación. Richie Porte seguía creciendo y los demás en un pañuelo, contentos de despejar la ecuación de Bernal. La fiesta del top ten. Ciclismo moderno en estado puro.  Y una mala imagen, esa caída tremenda de Sergio Higuita, haciendo el afilador ante un movimiento brusco de Jungels al principio de la etapa. El colombiano de Education First, estaba haciendo un gran Tour en su primera participación (16º en la general). Sus lágrimas son las de todas.

Tras el día de descanso y sin casos positivos en la burbuja del Tour, se afrontaba la tercera semana de carrera, la decisiva. La etapa 16 era la primera por los Alpes, un recorrido duro, con final en Villard de Lans, una subida tendida de 2 kms, una meta mítica en la época de Perico e Induráin. Egan Bernal decidió pasar página y aunque terminó la etapa, se desentendió de todo. Al día siguiente, no tomó la salida. Su duelo con Roglic tendrá que esperar. Por eso, en la escapada del día, numerosa y de calidad, se filtraron varios corredores de Ineos (Sivakov, Amador, Carapaz). El ecuatoriano fue de los que llegó más lejos, jugándose el parcial en el puerto de primera previo a la llegada en Villard de Lans. Carapaz, Alaphilippe, Pacher, Reichenbach y Kämna. Este último, reguló y lanzó el ataque en el momento justo, para marcarse una crono personal de 20 kms y llevarse el triunfo. El primero para Bora en este Tour. Y poco más, los jefes de fila decidieron reservar fuerzas para la etapa reina del miércoles. Que llegaran a más de quince minutos del vencedor dice mucho de esa actitud excesivamente conservadora.

El jugárselo todo a una o dos cartas significaba que la etapa 17 se marcaba como la elegida por algunos de los favoritos en la general. 170 kms entre Grenoble y Méribel-Col de La Loze. Con dos puertarracos para atacar desde lejos, como La Madeleine y la ascensión final a La Loze, a 2.304 m de altitud -uno de los finales de etapa a mayor altitud en la larga historia del Tour-, un puerto de paso y conexión de estaciones de esquí, de 21 kms al 7,8%, con cuatro kilómetros finales de doble dígito. Los famosos rampones que están tan de moda en el ciclismo. El día elegido por el Bahrein de Mikel Landa, por eso pusieron ritmo en La Madeleine, y dejaron a la fuga del día casi sin opciones, salvo por el infatigable Carapaz, que fue engullido en la parte final de La Loze. Landa no mostraba buena cara por la tele, algo que se hizo realidad al llegar el momento de su ofensiva, en esos cuatro kilómetros de infierno. Cedió hacia atrás en el grupo, y allí Superman López lanzó su demarraje, fuerte y selectivo. Roglic quiso jugar acompañado de su compañero Kuss. Pogacar cedía unos metros. Y el desenlace vino con los favoritos llegando de uno en uno. Miguel Ángel López (Astana) ganó la etapa, aupándose al tercer puesto de la general. El gran perjudicado fue otro colombiano, Rigo Urán, que cedió dos valiosos minutos. No hubo grandes diferencias. Se ataca tarde y en una zona donde lo normal es aguantar casi el equilibrio sobre la bici. El poderío de Roglic se confirmaba. Pogacar se defendió como un jabato y todas las incógnitas que dejábamos en la primera crónica quedaban despejadas: tampoco será el Tour de Landa -en términos de gestas o podio-, Quintana quedaba totalmente alejado del top 10 y Dumoulin va a más, aunque en Jumbo el liderazgo de Primoz Roglic es el imperio de la ley.

Y ya entrábamos en la última etapa del tríptico alpino, la de las urgencias de última hora. 175 kms entre Méribel y La Roche-sur-Foron, con montaña de sobras para que sucedieran cosas. Se encadenaba, sin descanso, Cormet de Roselend, Saisies, Aravis, Plateau des Glières y una subida no puntuable en los últimos 10 kms. Se dejó hacer una fuga numerosa, de las buenas, con gente como Peters, Bilbao, Verona, Roche, Hirschi, Kwiatkowski y Carapaz, entre otros. Astana y Bahrein filtraban ciclistas ante posibles ataques de sus líderes. La exhibición de Ineos fue monumental, a pesar de la resistencia de Hirschi -con caída incluida- o de Bilbao. Carapaz y Kwiatkowski llegaron juntos a meta, con la deferencia de que fuera el polaco quien alzase los brazos. Un homenaje a un campeón reconvertido a gregario de lujo. En el Plateau des Glières, Landa quiso tirar de épica, casi homenajeando a todos los antifascistas -maquis- que entablaron una batalla abierta por estos parajes durante la II Guerra Mundial contra una división de la Wehrmacht. Este sitio había sido el elegido por los aliados para el abastecimiento de armas, en la retaguardia del dominio nazi. El escalador vasco no hizo mucho camino, pero destapó la fragilidad en Urán o Adam Yates. En el tramo de sterrato, los favoritos buscaron acelerar. Richie Porte pinchó y la falta de colaboración de ciclistas como López provocó que pudiera enlazar al final de la bajada previa al último puerto. Una pena. Ya que todo tiene consecuencias. La mentalidad de resistir y conservar, antes de la crono del sábado. Se confirmaba la progresión de Enric Mas, que llegaba muy sólido a esta tercera semana.

Antes de la crono del sábado, se desarrolló la última oportunidad para las fugas, una jornada de 166 kms entre Bourg en Bresse y Champagnole, con un terreno quebrado en su parte final por el Jura. El desenlace fue entretenido, los cazaetapas y esprinters buscaron su opción sin esperar al pelotón. Sin equipos con intención de controlar la carrera, se formó un grupo con Trentin, Bennett, Sagan, Van Avermaet, Naesen, Stuyven y unos cuantos más. Entre ellos, Soren Kragh Andersem (Sunweb), que repitió la jugada de Lyon, abriendo gas en el momento oportuno para llevarse su segundo parcial. Una proeza la de este danés, dos victorias en etapas de transición en el mismo Tour. El irlandés Bennett confirmaba su victoria en la clasificación por puntos, muy luchada con un Sagan que planteó una guerra total.

El sábado 19 era la esperada contrarreloj y aquí cayó con rotundidad todo el peso de la historia. Vayamos por partes, 36 kms entre Lure y La Planche des Belles Filles, de no muchos kilómetros, pero compleja, al combinar una parte de falsos llanos y la subida final de 6 kms al 8,5% de pendiente media. Un escaso minuto entre primer y segundo clasificado, viendo las prestaciones de Roglic, pocos podían suponer el vuelco que hubo. ¿Nervios? ¿el cansancio de la última semana? ¿el peso de no fallar en el peor momento? El caso es que las primeras referencias entre Roglic y Pogacar, marcaban que Tadej le recortaba en los tramos llanos 20 segundos. El inicio de la subida marcó la tragedia para Primoz, el cambio de bicicleta y un pedaleo más ahogado e inconsistente que de costumbre. Pogacar volaba literalmente -hizo la crono sin potenciómetro ni nada, para que lo diera todo-, era líder virtual y se confirmaba en meta con un tiempo estratosférico sobre el resto de rivales -Dumoulin, Porte o Van Aert-, todos por encima del minuto y veinte segundos. Roglic llegó desencajado a meta, una imagen para la historia del Tour, el casco mal puesto y la mirada de la incredulidad. No fueron 8 malditos segundos como los de Lemond y Fignon en 1989. Pogacar le había doblado la diferencia que el sacaba antes de iniciar la jornada. Nada que objetar. Los capitanes a posteriori empezarán con su retahíla de argumentos: más ataques para sentenciar, Jumbo controló para nada, un minuto no es nada en ciclismo. Incluso la vinculación del joven Pogacar con el director Matxín -relacionado con sonoros casos de dopaje en el pasado- pueda perturbar todo lo que pudimos presenciar. Todo puede ser. O no. La etapa nos dejó más cosas: Richie Porte asaltando con autoridad el tercer puesto en París, el hundimiento de Miguel Ángel López, Landa y Mas aupándose un puesto en la general... Pero todo queda en un segundo plano ante el campanazo de Pogacar. Por aquí os dejo una buena recomendación literaria, Tres semanas, ocho segundos (de Nige Tassell. Editado en castellano por Libros de Ruta). Una delicia de crónica que viene perfecta para esta narración.

Y nos queda París, con su paseo triunfal en unos Campos Elíseos con el aforo limitado. Un Tour que acaba cuando la juventud vuelve a la escuela. Ya no es tiempo de piscinas. Pero las tradiciones se mantienen, y en esta 21ª etapa, de 122 kms, hubo sprint, a pesar de las intentonas de Van Avermaet y compañía. El último esfuerzo que coronó a Sam Bennett (Deceuninck) como rey de la velocidad, ante Mads Pedersen -en su último día como campeón del mundo- y el sufrido Peter Sagan.

Titulaba la crónica con una alusión a la historia, que en ciclismo también es cíclica. Luego están las circunstancias, en forma de caídas para Van Vleuten o una mala preparación para Egan Bernal. Lo que está claro, es que en un deporte de ataque uno tiene que intentarlo una y otra vez. Como hacía Bernard Hinault. El azar es jodido de gestionar. La sonrisa de Tadej Pogacar lo dice todo, el tercer ganador más joven de la historia. Y desde Eddy Merckx, el único capaz de acaparar maillot amarillo y dos clasificaciones secundarias (jóvenes y montaña). La cruz para Jumbo, actuaron como abusones de instituto sin medir ese punto de dejar todo al final, sin tener otros planes. Un Tour extraño, por las fechas, las mascarillas y que pasará a esta bella historia del ciclismo, con la remontada del joven esloveno, que tal vez, sea el inicio de una época. O no...

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