El parque de Malanquilla acogió este fin de semana un debate sobre las consecuencias de la ganadería industrial. El acto, organizado por Malanquilla sin purines, intentó ahondar en las consecuencias de la posible instalación de una macrogranja de ganadería industrial en el municipio.
La empresa promotora, la catalana Premier Pigs, y el Ayuntamiento de Malanquilla, del partido de Ciudadanos, fueron invitados al acto pero descartaron presentarse.
Casi medio centenar de personas y otros colectivos participaron para compartir diferentes visiones sobre las consecuencias de la ganadería industrial. La organización invitó también a Jesús Sampériz, de Ecologistas en Acción y de la Red del Agua Pública de Aragón, quien estableció semejanzas entre el modelo extractivista de los embalses y el que se lleva a cabo ahora en el medio rural aragonés, basado en la ganadería industrial y “la mal llamada energía renovable (el sol es renovable, pero los materiales con los que se fabrican las placas no lo son)”. “Solo quedan los perjuicios, los beneficios se van lejos de Aragón”.
Marta Fernández y Chabier García, exalcaldes de Valtorres, explicaron los problemas derivados de una explotación de ganadería industrial en las inmediaciones del casco histórico de su localidad: “Los ayuntamientos otorgan las licencias y tienen mecanismos para impedir este tipo de instalaciones perjudiciales para la mayoría”.
María Blasco de la Asociación Carrabilla de Ateca puso en valor todo el patrimonio natural que se vería seriamente amenazado por un proyecto como el de la macrogranja que propone la catalana Premier Pigs. El entorno de Malaquilla cuenta con grandes potencialidades de las que algunas ya se están poniendo en marcha y son incompatibles con la ganadería industrial: turismo, hostelería, ganadería extensiva, astronomía, truficultura, etc.
Hubo varias intervenciones desde el público, especialmente destacadas las que mostraron las consecuencias negativas de la mina de Borobia: “Se prometieron 250 puestos de trabajo y al final solo trabajan dos personas del pueblo”. Y se agregó: “Ahora el descontento es generalizado, los que no se posicionaban hace años; ahora están en contra”. Entre otros problemas se remarcaron los producidos por el tráfico de camiones, algo que también se verían incrementado en el valle del Ribota si se instala la macrogranja de Malanquilla.
Desde Noviercas se hizo hincapié en que los malos olores no solo son desagradables: “Ese olor que no nos gusta, nos indica que hay sustancias nocivas en el aire que respiramos. El olor es lo de menos, lo importante es que esas partícula snos hacen enfermar”.
El debate facilitó la comprensión de las consecuencias de la ganadería industrial en la salud y el entorno; también en la economía porque es una actividad excluyente de otras. La imposibilidad de un control eficiente por parte de la administración favorece toda una serie de problemas, que en algunos sitios permanecerán durante generaciones.
Durante el debate, varios vecinos y vecinas de otras localidades con instalaciones similares expresaron cómo sus pueblos todo había empeorado desde que se instalaron esas empresas.
Ante la falta de información sobre el proyecto de Malanquilla, pero la evidencia de que sigue avanzando por los sondeos hidrogeológicos sí que hubo algunas reflexiones durante el debate: “Tal vez, una muestra de lo perjudicial que es esta actividad es el secretismo con el que trabaja Premier Pigs y su negativa a dar la cara”. “¿Qué interés tiene el Ayuntamiento de Malanquilla para dar luz verde a un proyecto como este?”.