De redes sociales, vejez, soledad y muerte

Tuve un profesor en el instituto que un buen día, muy seriamente, nos dijo: "Si ustedes (sí, nos trataba de ustedes) tienen miedo a la vida, tendrán una vejez jodida". Todos ojipláticos por lo de la “vejez jodida” no supimos qué pensar. El hombre era excéntrico, pero sí es cierto que esas palabras me dieron por pensar. Aquí no voy a desvelar qué es la vida; cada uno tiene su respuesta y, probablemente, todas son válidas. El único requisito, a mi entender, para que esa respuesta sea satisfactoria es que no esté compuesta de cobardía. Los cobardes son cruentos, mentirosos, …

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Tuve un profesor en el instituto que un buen día, muy seriamente, nos dijo: "Si ustedes (sí, nos trataba de ustedes) tienen miedo a la vida, tendrán una vejez jodida". Todos ojipláticos por lo de la “vejez jodida” no supimos qué pensar. El hombre era excéntrico, pero sí es cierto que esas palabras me dieron por pensar. Aquí no voy a desvelar qué es la vida; cada uno tiene su respuesta y, probablemente, todas son válidas. El único requisito, a mi entender, para que esa respuesta sea satisfactoria es que no esté compuesta de cobardía. Los cobardes son cruentos, mentirosos, egoístas, manipuladores, dañinos y sí son los que tienen una vejez jodida con pánico a la muerte porque, cuando no se ha trabajado a lo largo de la vida una resiliencia, ¿cómo se enfrentan a lo que no se ha querido ver?

A mí que me gusta la mayéutica más que el chocolate de cacao puro (y creo que aquella se debería impartir en los colegios como aprendizaje vital), me surgen muchas preguntas si uno las palabras vejez, muerte, soledad y haciendo una combinación de todos los términos surge una pregunta principal con variantes: ¿Se temen los años de la vejez por la soledad o por la muerte o por haber tenido una vida desaprovechada? ¿La soledad es mala compañera? ¿La muerte es injusta? ¿Queremos la inmortalidad? ¿Qué es una vida desaprovechada? ¿Las redes sociales son el narcótico del miedo a la vida?

Vivimos en tiempos de “posverdad” con una sociedad líquida (el sociólogo Zymunt Bauman la definió así y bien definida está) que nada se interroga y que tiene poco aguante cuando vienen mal dadas. Estados Unidos vive una auténtica plaga de adictos a los opiáceos que evidencia la infelicidad de sus habitantes. En Europa, en el análisis de aguas residuales de diferentes países en el año 2021, se vio el aumento de consumo de drogas de forma considerable. Un tercio de la población europea tiene sobrepeso y obesidad severa con lo que ello implica de una tendencia psicológica de baja autoestima, ansiedad que se suple con comida, alcohol... ¿De verdad esperamos que todas estas personas se pueden enfrentar a la vejez, a la soledad, a la muerte, es decir a la vida, con valiente plenitud?

Las redes sociales inundan las relaciones ¿humanas? Términos como WhatsApp, postureo, Twiter, haters, Instagram, Treding Topic, followers, youtubers, podcast, influencers... son acepciones que delatan ese mundo anónimo, efímero, superficial. ¿Dónde queda el pensamiento, los sentimientos, la sinceridad, la ética, la creatividad, la amistad por el bien no por el interés? En definitiva, ¿dónde está Sócrates?

Las redes sociales son el cementerio de las soledades. No unen, separan; porque el interés egoísta sobrevive a una solidaridad, a un compromiso leal y sincero, valores tan devaluados en lo político, social y humanístico como las economías mundiales; demasiada gente endeudada y navegando en pantallas de espíritus rotos y narcisismos empalagosos y mediocres.

Yo que soy tan amante de lo sólido, no encajo. No quiero tener muchos amigos, solo tengo unos pocos porque para mí la amistad no es solo quedar para ocupar el ocio, cosa que sí hacen muchos que les aterra la soledad. Redes sociales y soledad, ¿no son sinónimos?

Yo que soy amante de lo sólido, no he necesitado tener un sexo impersonal y tener parejas constantemente, de quita y pon. Los hombres que me han acompañado en mi caminar han estado durante años y, cada uno, me han enseñado qué quiero como mujer. Sin embargo, he conocido a personas de ambos sexos que fluyen de una relación a otra para luego terminar derrotados espiritualmente. Me dan ganas de decirles: Leeros el “Amor líquido” de Bauman y aprender a valoraros. Sexo impersonal y muerte, ¿no son sinónimos?

En estos tiempos efímeros en los que todo debe ser inmediato, se ha perdido la cualidad de escuchar, querer conocer a los demás con calma viendo a las personas como un caleidoscopio que no tiene una única visión; pero hoy en día las opiniones, las historias contadas, no en su totalidad, sino en un 50% o 60% sobre los hechos y las personas, se convierten en verdades. Vivimos en tiempos donde demasiada gente tiene miedo a la vida. Ya en un anterior artículo hablaba sobre los “hombres y mujeres Trump” que hacen de la mentira y el engaño sobre sí mismos su Biblia de muerte.

El tiempo descubre la verdad sobre las personas; por eso el que difama, opina o propaga visiones parciales y falsas sobre hechos y personas o sobre sí mismos, solo necesita el transcurrir del tiempo para que se vea la luz. Actualmente, la opinión suple a la verdad; la inmediatez a lo pausado; lo superficial a lo profundo. Se hacen más necesarias personas como aquel profesor que un buen día nos dijo: “No tengan miedo a la vida". Nos estaba diciendo que había que adquirir un estoicismo, que no pasividad, sobre cómo hacer nuestro camino sin odio pero defendiéndonos de las cobardías propias y ajenas.

No sé si de todas las personas que íbamos a las clases de aquel profesor fuimos muchos o pocos los que nos dimos cuenta de su lección de vida. A veces pienso en él y me digo que solo una persona valiente para vivir sin miedo pudo decirnos a los que empezábamos en esto del vivir: "Si tienen miedo a la vida, tendrán una vejez jodida". Desde aquí van mis gracias a aquel profesor.

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