Critican la autorización del Ministerio de colocar placas solares flotantes en el embalse de Lechago

La idea es cubrir hasta un 20% de la masa de agua con placas solares flotantes, que llevaría a ocupar una superficie de 44,7 hectáreas. Lo que supone, según señalan, la casi totalidad del pantano, excepto las dos colas del mismo.

panorámica del embalse de lechago
Embalse de Lechago. Fotos: Carlos Pérez Naval, Miguel Saz Sánchez, José Antonio Bernad Ramo.

La Asociación de Amigos de Lechago se ha posicionado en contra de la autorización por parte del MITECO del proyecto de instalación de placas fotovoltaicas flotantes sobre el agua del embalse de Lechago.

“La riqueza paisajística y de naturaleza es casi el último recurso que nos queda a Lechega y otros pueblos de la España Vaciada, para vislumbrar un futuro que no nos aboque al abandono”, explican desde la asociación que además recuerda que el proyecto también afecta a los pantanos Gallipuén (Berge) y Cueva Foradada (Alcaine/Oliete).

Respecto al embalse de Lechago la idea es cubrir hasta un 20% de la masa de agua con placas solares flotantes, que llevaría a ocupar una superficie de 44,7 hectáreas. Lo que supone, según señalan, la casi totalidad del pantano, excepto las dos colas del mismo.

Estas zonas se encuentran sin agua durante una buena parte del año (de mayo a septiembre). Por ello, denuncian que la lámina de agua desaparecerá bajo las placas. Además del “grave impacto visual que ocasionaría”, supone para la Asociación de Amigos de Lechago “hipotecar cualquier otro uso, tanto alternativo como complementario al embalse: baño, navegación, pesca, excursionismo, implantación de pequeños negocios de hostelería, etc”.

10 años sin funcionar

Asimismo, denuncian que hipotecar de esta forma el futuro de Lechago es “además de inmoral, injusto, pues nuestro pueblo ya sufrió todos y cada uno de los perjuicios e inconvenientes de la construcción del pantano en nuestro suelo, con la desaparición de la práctica totalidad de las tierras de regadío que eran el sustento de la población, y buena parte del entorno medioambiental anexo al río Pancrudo”.

Sobre todo, cuando aún están pendientes de que, diez años después de su construcción, se ejecute una de las obras de restitución por el mismo acordadas entre el Ministerio y la Junta de Afectados: el Parque lineal en la rambla de Cuencabuena a su paso por Lechago.

Lechago no solo las ha sufrido por la construcción del pantano sino también por la de la autovía A-23, sin ni siquiera obtener una salida al pueblo desde la misma -siendo el tramo más largo del trazado sin ella, desde Ferreruela de Huerva a Calamocha-.

Desde esta asociación alertan de que ahora existe el proyecto de unos macro viaductos para la futura línea de alta velocidad ferroviaria Zaragoza-Valencia a su paso por Lechago, destrozando el paraje de Los Pagos y la rambla de Cuencabuena. “¿Alguien da más? Esperemos que no estén pensando en cementerios nucleares o similares…porque si no, ¡seguro que también nos toca!”, bromean desde la asociación.

La fauna del embalse

En el caso de las placas también recuerdan que atentan contra la riqueza faunística del embalse. Amenazando a la gran cantidad de aves acuáticas (migrantes y fijas) que habitan y nidifican en él: patos, ánades, fochas, garzas, garcetas, grullas, cigüeñas, águilas culebreras, diversas especies de pájaros, etc.

Este embalse que diez años después de su construcción aún no está puesto en marcha puede ser uno de los más importantes dinamizadores de unos pueblos ribereños (Lechago, Luco de Jiloca y Navarrete del Río) abocados a la despoblación, potenciando los recursos naturales y los posibles usos recreativos del embalse, consiguiendo la sinergia entre los mismos. “La única industria que puede hacer atisbar un futuro que impida el abandono de los pequeños núcleos rurales”, denuncian desde la asociación.

Según la información que ofrecen, no hay suficientes estudios de los impactos de dichas instalaciones como la influencia sobre el potencial ecológico de la masa de agua, efectos adversos o sobre la calidad e incluso sobre la biodiversidad que se asienta en el embalse.

“Además, existe el riesgo de propagación de especies invasoras y de efectos que originen la instalación, materiales y sustancias empleadas y por el agua para la limpieza de las instalaciones y su vertido. No se conocen los posibles cambios hidrodinámicos derivados, así como los cambios químicos y biológicos asociados”, lamentan desde la asociación.

En la ciudad

Esta entidad propone que se instalen en zonas con poco territorio y alta densidad demográfica, pero con una densidad de población tan baja (Lechago, apenas unos 3 hab/km2) lo que sobran son sitios áridos donde instalarlas si son necesarias y con mucho menor impacto medioambiental a los seres vivos e impacto visual.

“Y en las grandes ciudades hay miles de hectáreas de tejados donde instalarlas, y al fin y al cabo allí es donde se consume la mayor parte de la electricidad. Ya vale de servidumbres e hipotecas por parte del mundo rural”, reclaman desde esta asociación.

Incendios

Además, advierten de que el embalse también es utilizado por los hidroaviones y helicópteros contraincendios (que tienen una base en el mismo) para la carga de agua, lo que impediría su uso al disminuir o prácticamente, desaparecer, la superficie necesaria para planeo y carga, máxime cuando el punto de repostaje más próximo es el embalse de la Tranquera (Nuévalos), a más 75 kilómetros de distancia.

El recuerdo de graves incendios forestales próximos y el acceso al pantano para recarga, posibilitará una más efectiva lucha contra el fuego ya que a mayor distancia de zona de agua, mayor tiempo de recorrido de la aeronave y menor número de viajes por consumo de combustible.

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