Tras varias horas "atrapada" en el AVE, la periodista y escritora Cristina Fallarás entró en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de Zaragoza recibiendo un caluroso y largo aplauso. A continuación, se sentó y empezó su intervención con esa energía suya tan especial ante un público que estaba deseando escuchar. Porque según afirmó durante varios momentos del acto, de eso se trata. De escuchar.
"Mujeres sin dios padre" fue el título del acto organizado el pasado jueves por el Ateneo Republicano de Zaragoza y el Movimiento hacia un Estado Laico (MHUEL). Una cita programada desde hace semanas y que tuvo que cambiar de ubicación ante las más que previsible masiva asistencia. Y así fue. El Aula Magna se abarrotó de gente con ganas de participar en el coloquio con Cristina Fallarás.
Escritora y activista, feminista, Fallarás lleva más de 30 años dedicados al periodismo. Fue en 2018, inspirándose en el #MeToo y a raíz del juicio a ‘La Manada’ por la violación grupal en Sanfermines, cuando puso en marcha #Cuéntalo. Un movimiento nacido para recoger en las redes sociales las miles de denuncias de casos de abuso y violencia sexual contra las mujeres. Solo en diez días consiguió más de tres millones de reacciones. Precisamente este 11 de noviembre sale a la calle "No publiques mi nombre", un libro editado por Siglo XXI donde recoge un millar de estos testimonios. Recientemente, el nombre de Fallarás ha vuelto con fuerza porque fue precisamente ella quien recibió en su cuenta de Instagram el testimonio inicial que destapó el 'caso Ínigo Errejón'. Luego llegaron más denuncias de violencias machistas contra el ya exportavoz de Sumar, el cierre durante unas horas de la cuenta de Fallarás en la red social, y todo lo que se desencadenó después.
“La palabra es la herramienta más poderosa sobre la tierra. Por eso, desde el principio, nos impusieron el silencio”. Así comenzó Fallarás su intervención en Zaragoza para destacar que desde 2017, desde que apareció el #MeToo, “estamos demostrando que nosotras, las mujeres, somos capaces de generar una de las mayores revoluciones que se han vivido en la historia reciente solamente utilizando nuestras palabras. Y no para atacar, sino para relatarnos a nosotras mismas”.
“Desde dónde nos viene la culpa, desde dónde nos viene el daño”, continuó Fallarás hilando a la perfección el título del acto en una denuncia al modelo impuesto a las mujeres a lo largo de la historia, por las religiones en general y el cristiano-catolicismo en particular: la culpabilidad, "el bien y el mal", desde Adán, Eva y la manzana a la Virgen María hasta la invención de la imprenta, siendo la Biblia el primer libro impreso. “¿Quién es la culpable del pecado original? Las mujeres nacemos con la culpa”, recordó con ironía.
Así, habló de “poder”. "Cabe preguntarse quién es el dueño o quiénes son los dueños de la comunicación, de aquello que conocemos y por qué no conocemos otras cosas. Es decir, ¿quién maneja los medios de producción? ¿Quién maneja el capital? ¿Quién decide lo que vale? Lo que vale imprimir un periódico, imprimir un libro, poner en marcha una emisora de radio, la televisión. Todo esto sigue la misma estructura jerárquica que viene de 'dios padre'. Porque, ¿quién manda en el relato? En el relato manda quien tiene poder y dinero, quien tiene capacidad económica para imponer y difundirlo", detalló la periodista.
“Pero llegamos a 2015 – 2016. Unos años muy ‘húmedos’, y salieron muchas ‘setas’. Una seta, tenemos un dictador enterrado con honores de Estado. Nos enteramos que roba, otra seta. Ostras, que existe el movimiento republicano, otra seta. Los anarquistas se quedaron en Toulouse, otra seta. Que a las mujeres nos canean. Todas las mujeres vivimos violencia machista de una u otra manera. De repente aparecen un montón de temas que no habían estado en el conocimiento popular, desde luego no en los medios de comunicación”, subrayó Fallarás para afirmar: “¿Qué pasa para que aparezcan todas estas informaciones? Que aparecen las redes sociales”.
“Ellos tenían la propiedad del relato pero de repente aparecen las redes sociales. Y nos damos cuenta de que podemos difundir nuestro mensaje sin pedir permiso”

En este sentido, puso en valor su papel a pesar de la creencia generalizada de que las redes sociales “son lo peor” o que “son los bulos y las fake news”. “Las mayores fake news que se han dado en este país son: 'Hay armas de destrucción masiva' y 'lo de Atocha ha sido ETA'. Las hizo públicas un presidente del Gobierno y las difundieron todos los medios de comunicación de masas”, argumentó con contundencia para recordar que “las compañeras y compañeros asesinados siguen en las cunetas, siguen bajo las tapias de los cementerios”.
Y “¿qué diferencia hay entre las redes sociales o internet y los medios de comunicación de masas que teníamos antes?”, preguntó Fallarás para responder con rápidez: “La inversión de capital”. “Para montar el Grupo Prisa, para montar el Grupo Vocento, para montar el Heraldo de Aragón hace falta una pasta ingente, seguir la tradición vertical, desde el principio fue el padre, y aquí pongo un dineral y se dice lo que yo digo y no se dice lo que yo no quiero que se diga. Ellos tenían la propiedad del relato pero de repente aparecen las redes sociales. Y nos damos cuenta, las mujeres, pero también el movimiento memorialista o las mareas, de que podemos difundir nuestro mensaje sin pedir permiso y sin tener propiedad de nada. Es decir, el uso de lo público contra la propiedad”.
Es entonces, señaló, “cuando las mujeres entramos en las redes y las colonizamos, las okupamos, con ‘k’. Y comenzamos a relatarnos nosotras. Pero no jerárquicamente de forma vertical, nos relatamos de forma horizontal. Una a una y a la vez porque necesitamos crear una memoria colectiva que nos ha sido hurtada”. Y “¿por qué nos ha sido hurtada? Porque durante esos 40 años de ‘democracia’ los propietarios de esos medios de comunicación tan ‘libres’ fueron las grandes empresas creadas y levantadas con sangre de esclavos republicanos y republicanas. Las del Ibex 35, el Opus Dei y la Iglesia católica. Porque me da igual El País que el ABC, La Vanguardia que el Heraldo. No iban a permitir que existiera un relato que iba en contra de sus intereses. Los mismos intereses que han engordado el patriarcado durante toda la historia de la humanidad”.
“Estamos construyendo una memoria colectiva irrefutable y única. Ahora dime qué las mujeres no sufrimos violencia. Sabemos de lo que hablamos, y además lo estamos contando. Por ese les aterra tanto”
Hasta el #Cuéntalo, “nunca antes, y esto es lo verdaderamente revolucionario, las mujeres nos habíamos narrado con nuestra propia voz. Porque no nos importa Madame Bobary, ni Julieta, ni la Celestina. No nos importa Eva, ni la Virgen María. Son fruto del pensamiento masculino, creaciones del patriarcado. Entonces, todas a una, hemos construido el relato testimonial de lo que consideramos que es violencia sexual, de lo que hemos sufrido, lo que hemos vivido”, destacó Fallarás.
En este punto, subrayó la importancia de que este relato, este archivo de denuncias de mujeres, sea “testimonial”, porque “un archivo testimonial es irrefutable”. “Estamos construyendo una memoria colectiva irrefutable y única, que se opone a la tradición, que la desmonta. Ahora dime qué las mujeres no sufrimos violencia. Sabemos de lo que hablamos, y además lo estamos contando. Por ese les aterra tanto lo testimonial”, incidió la periodista.
A este respecto, Fallarás puso un claro ejemplo. Desde que salió el testimonio que detonó las denuncias contra Íñigo Errejón por agresiones sexuales, a la periodista la han atacado por todos los frentes los profesionales del odio. “Me llaman de todo últimamente. Un amigo archivero me dijo, tras hacer un análisis, que hay tres veces más de artículos contra mí que contra Errejón”. Y mientras el tema Errejón se ha ido diluyendo, siguen los feroces ataques contra Fallarás en los medios de comunicación.
Para Fallarás, esto demuestra que lo que viene haciendo con la iniciativa #Cuéntalo es “eficaz”, y “se han dado cuenta de ello ahora”. “Ha caído uno, pero caerán muchos más”, anticipó. Porque la periodista lleva meses recibiendo relatos que “apuntan a todas las esferas de poder, desde partidos políticos hasta colegios, institutos y universidades”. Y es que cuando la historia la cuentan las mujeres, todo cambia.
Intervención completa de Cristina Fallarás:
Vídeo del Ateneo Republicano de Zaragoza.