Afronta sus segundas elecciones como candidato de Izquierda Unida con el objetivo de defender su escaño y ser determinantes para formar Gobierno. Por ello, Álvaro Sanz rompe de raíz con ese mantra de que su partido no quiere entrar en el Gobierno: "IU está para gobernar, pero no para que la gobiernen". Es crítico con las fuerzas más progresistas del cuatripartito (Podemos y CHA), porque estima que han tenido poca respuesta ante el socio mayoritario y la tendencia de éste a hacer políticas de derechas.
No obstante, afirma que la unidad de la izquierda llegará tarde o temprano. De hecho, le gustaría que se hubiera dado ahora, y asevera que lo han intentado con Podemos, pero que la entente no ha estado ni cercana.
Define con orgullo a su formación como la “izquierda de verdad, la transformadora”, defiende lo público a capa y espada, reniega de la alfombra roja que se le pone a las grandes empresas que llegan de fuera y niega que en Aragón haya mucha presión fiscal: “Hay que analizar la fiscalidad respecto a la riqueza que se genera, y ahí estamos 1,3 puntos por debajo de la media nacional”.
Las encuestas dan subidas o bajadas a las diferentes formaciones, pero parece que a ustedes casi todas os dejan estables, ¿han encontrado un suelo y un techo en un diputado?
Hay una tendencia al alza, que quizá no se refleje en las encuestas en ganancia de diputados, pero para eso están las campañas. Hemos sido la única voz de la izquierda que ha planteado cuestiones que estaban en la agenda, pero que no se han tocado porque suponían cambios estructurales.
¿La pérdida de ilusión en el votante de Podemos le favorece a IU?
Representamos una izquierda coherente, predecible, la de siempre. La sociedad sabe que hacemos lo que decimos y que decimos lo que hacemos, y eso es una magnífica carta de presentación. IU es una referencia, y no sólo para los votantes desencantados de Podemos. El cuatripartito se ha instalado en la transversalidad, que le ha llevado a decisiones políticas que podría haber tomado la derecha. Nosotros hemos sido leales en los momentos más complicados de la pandemia (no como la derecha y la extrema derecha).
¿Ha habido opciones de confluir con Podemos?
Nosotros lo hemos intentado. Hace ya tres años que teníamos claro que el objetivo era ese. Se ha intentado, y también a nivel local (por ejemplo, en Zaragoza), pero ni siquiera nos hemos podido sentar a hacer un diagnóstico común. Estoy convencido de que, tarde o temprano, la izquierda será capaz de mirar la realidad de la misma manera y plantear las mismas soluciones. Tiene que llegar. Lo pide la sociedad y el momento.
Desde Podemos se achaca esta falta de entendimiento a que ustedes prefieren estar fuera y no gobernar
Es gracioso que alguien acuse a un contrincante político de no querer gobernar, cuando aquí todos estamos para gobernar. Pero IU está para gobernar, no para que la gobiernen. Hemos estado en gobiernos en los que se han incumplido pactos y nos hemos salido. La cultura de pactos en esta tierra tiene que cambiar. No puede ser que al final el pacto se convierta en un reparto, en el que el mayoritario decide las cosas trascendentales y los demás callan y otorgan, y, por lo tanto, comparten.
En política se está para gobernar. Lo demostramos todos los días en el Gobierno de la nación. La diferencia entre la capacidad transformadora del Gobierno de la nación y la del de Aragón es que en el de aquí no está IU. Aquí no se ha cambiado nada. Todos los debates importantes se han saldado desde esa transversalidad de la que hace gala Lambán y que nadie contesta desde el Gobierno. Sin ningún tipo de perspectiva social, sin poner a las personas en el centro y poniendo la alfombra roja y la colaboración público privada por encima de todo y para interés de unos poquitos.
Todos los avances que se ha producido en Aragón en derechos civiles, trabajo, vivienda... todos han venido de las políticas del Gobierno de la nación. Incluso en vivienda, se quejaban de que había fondos finalistas para la adquisición de viviendas, porque era una intromisión de competencias, pero es que aquí ellos no hacían los deberes.
¿No comparte, por tanto, eso de que se consiguen más cosas desde dentro?
Yo creo que desde el Gobierno se consiguen más cosas y también se paran cosas, pero cuando la correlación de fuerzas te es propicia. Si no, es complicado doblegar la voluntad del mayoritario, que, desde luego, en el caso del PSOE, no es una formación política que vaya a desarrollar las políticas que le gustaría a IU. En esta legislatura, las formaciones del cuatripartito, especialmente dos de ellas, eran progresistas, y no han estado a la altura de las circunstancias.
IU ha sido leal, ha pactado, ha acordado presupuestos, pero no podemos entender la deriva de los últimos años en recursos públicos, derechos y en materia económica.
Si IU hubiera estado gobernando, ¿habría salido del Gobierno con la polémica de la unión de estaciones?
Con ese tema hemos estado desde el minuto 0 pregonando en el desierto. Y aquí hasta el último mes de legislatura, nadie ha levantado la voz. IU se fue de un Gobierno de Aragón por una medida que contravenía el acuerdo político y nuestras líneas ideológicas, que era la generalización de conciertos en el tramo obligatorio de Educación Infantil de 0 a 3 años.
Pero yo no le digo a nadie lo que tiene que hacer, eso que quede claro. Nosotros somos lo que somos y representamos la izquierda de verdad, transformadora, la que está para propiciar cambios profundos.
¿Qué hay que hacer con la sanidad?
Hay que darle la vuelta como un calcetín al modelo, que es un modelo centrado en lo hospitalario. Hay que poner la Atención Primaria en el centro, porque ahora se ha convertido en el frontón de las urgencias hospitalarias. Para ello hay que redefinir los equipos, incorporar nuevos perfiles a las unidades básicas, como la rehabilitación, hay que garantizar la capacidad de gerencia propia, que ahora depende de la hospitalaria y no tiene ningún sentido. La Atención Primaria tiene que tener la capacidad de gestionar los cuidados sanitarios, las derivaciones a especialidades, a pruebas diagnósticas.
También existen retos en materia de personal, por ejemplo, la doble actividad de los profesionales: hay muchos que trabajan también en la privada. Tenemos hasta 200 medidas en el programa.
Este Gobierno ha repetido en varias ocasiones que faltan médicos, ¿cómo se soluciona?
Habrá que ver las condiciones en las que están los médicos de Atención Primaria y por qué se quedan plazas desiertas. Se están tomando medidas para que haya más plazas, y eso es imprescindible, pero si no se cubren, habrá que ver qué está pasando.
¿Se abusa de los conciertos?
Eso nos preocupa mucho. No puede ser que tengamos un plan de choque contra las listas de espera que diga que reforzar las capacidades del sistema es incrementar la demanda, es decir, que si pones más médicos la gente se va a poner más enferma. Si tienes a los médicos en doble actividad, externalizas las listas de espera y permites la apertura de hospitales privados, el caos en la pública está servido. La Atención Primaria, de momento, es el único espacio en Aragón donde no hay conciertos.
Ha habido una gran apuesta por la colaboración público-privada, ¿qué opina?
Que me diga Lambán dónde no llega lo público y sí lo privado. Lo único que garantiza que se llega con derechos a todos los territorios es lo público. No tiene ningún sentido ese argumento, es falaz. Lo privado es más caro si se gestiona bien lo público. Si tienes una contrata, por ejemplo, del transporte sanitario, y dedicas un 70% a personal, un 10% a ambulancias, ¿por qué es más barata la gestión privada si, además, hay que sumarle el beneficio de la empresa?
La Administración se escuda en las concertaciones para precarizar un empleo que debería ser de calidad. Se ve en las residencias, que se siguen rigiendo por un decreto de 1992. Ser cómplice de esa estrategia de privatización y hacer negocio con lo de todos y todas, y decir que esto llega donde no llega lo público es mentira. Un gestor público que reconoce que no sabe gestionar bien, es un problema.
Han llegado bastantes empresas, y, en muchas ocasiones, se les ha puesto la alfombra roja, ¿le parece bien este sistema?
Lo primero que hay que pensar es qué modelo productivo se quiere impulsar. La emergencia climática ha venido para quedarse. El sector del campo, del turismo, de la logística, de la industria son los pilares de nuestra economía y tendrían que avanzar en sostenibilidad. Fundamentalmente, han venido empresas logísticas y nos preocupan esas políticas de alfombra roja. Pensando en el Aragón despoblado, todas caben a pie de autovía, porque son de logística, es decir, todo el esfuerzo productivo volcado en reforzar el desarrollo de los polos de desarrollo ya desarrollados, donde no es imprescindible.
Y en los pueblos están los macromataderos, el de la Litera Meat, en Binéfar, se instaló con una tasa estructural del 5%, no era preciso. El de Calamocha, igual. No hay una planificación objetiva.
A las empresas hay que exigirles requisitos, y, en cualquier caso, las políticas de fomento empresarial tienen que venir ligadas a la condicionalidad de la sostenibilidad, la igualdad y la calidad en el empleo. No puede ser que les des ayudas millonarias y en el mismo tiempo que las reciben amortizan 1.500 puestos de trabajo.
Y han usado la simplificación administrativa, pero entendida como eliminar controles, y no es eso.
¿Cómo se resuelve el problema de la vivienda?
La de vivienda ha sido una política completamente ausente. Siempre hemos hablado de intervenir los precios. Tenemos una ley de vivienda que se ha vuelto a quedar en el cajón porque no se ha querido intervenir de manera decidida para considerar la vivienda como un derecho y no como un bien.
El balance ha sido lamentable en términos de adquisición de vivienda y en políticas de rehabilitación. A este ritmo tardaríamos 400 años en rehabilitar el parque de viviendas de más de 40 años.
La Ley de Vivienda estatal, que no es todo lo ambiciosa que nos gustaría, permite hablar de zonas tensionadas. Nosotros hemos propuesto identificar las zonas en las que el alquiler suponga más del 30% del salario de las personas. La Administración pública no se puede exonerar de intervenir y el Gobierno de Aragón se ha exonerado.
Hay que hacer un registro de viviendas vacías, cambiar la fiscalidad para gravar al 150% el IBI de las mismas. Hay que hacer muchas cosas y no se ha hecho ninguna, ni siquiera las ayudas al alquiler se están gestionando en tiempo y forma.
Y cuando Madrid desarrolla medidas que ponen estos problemas en la diana, no las queremos porque invaden nuestras competencias.
¿Qué te parece la gestión de las energías renovables?
Es otra de las cuestiones que nos parecen sangrantes. La primera propuesta de la Plataforma en Defensa de los Paisajes de Teruel, que la defendió IU en el Parlamento, pedía una moratoria y planificación en el despliegue de las renovables. La moratoria no salió adelante, lo de la planificación sí, pero no se ha hecho nada.
Ahora es muy divertido ver cómo los partidos que tenían la responsabilidad de planificar, lo proponen en campaña. Pero el daño ya está hecho.
¿Por qué tanto interés en las macroinstalaciones?
El interés es volver a pensar que con eso se va a dinamizar la economía rural y ofrecerles un clavo ardiendo. Esto demuestra la falta de imaginación y de escucha para con el territorio. En vez de eso, el Gobierno de Aragón facilita que lleguen empresas sin planificación y esto se convierta en una tierra para el expolio, como ya nos pasó también con la energía.
Hay un enorme problema con la sequía
Los efectos de la sequía cada vez van a ser más extremos. Hay que tomar medidas coyunturales, como las que se están tomando, que sirvan como sostén.
A partir de ahí, a las confederaciones hidrográficas se les da la posibilidad de modificar los derechos históricos del agua, pues habrá que priorizar usos. Y la agricultura social y familiar debes ser la diana para garantizar la continuidad del sector. Si no, nos cargaremos el medio rural, seguirá habiendo agricultura, pero supertecnificada y en extensiones enormes, que expulsarán a la agricultura social.
¿Y qué hay que hacer en fiscalidad?
Para todo lo que hemos hablado, hace falta dinero, y Aragón tiene un déficit estructural de entre 100 y 400 millones de euros al año, según la Cámara de Cuentas. Y cuando uno no tiene lo que necesita, tiene dos caminos: o va a buscarlo dónde esté o ahorra. En la Administración Pública, ahorrar significa recortar.
La fiscalidad en Aragón es injusta. Su recaudación con respecto al PIB es un 5,6%, 2.000 millones de euros. La media nacional está en el 6,9%. Es decir, estamos en un 1,3% por debajo de la media nacional, en cuanto a presión fiscal respecto a la riqueza que creamos. Esto lo digo porque con la fiscalidad se miente mucho, cuando se dice que tenemos los impuestos más altos. Hay que analizar la fiscalidad respecto a la riqueza que se genera y, de esa, cuánto se distribuye.
Gestha, el sindica de técnicos del Ministerio de Hacienda, nos dice que tenemos 449,5 millones de euros menos de recaudación que la media de las comunidades autónomas en relación con su PIB. A eso le unimos 307 millones de euros que bonificaciones en el impuesto de sucesiones y donaciones.
El PP propuso una reforma fiscal que, en el IRPF, suponía una reducción de 140 millones de euros, porque bonificaba a los de siempre. Pero es que el cuatripartito sacó adelante una reforma que impactaba igual en los que ganan 10.000 euros (que dejaban de pagar 50 euros), que en los que ganan 90.000 (que se ahorran 42 euros). Y el tramo que sale más beneficiado es el de las personas de 60.000, que dejan de pagar 346 euros. Yo creo que esa gente (entre la que ahora me encuentro yo) podemos pagar eso. Y más.
Ahora que a Lambán se le llena la boca con el impuesto a las renovables, esa es una propuesta que hizo IU en la negociación de la reforma fiscal y en el debate presupuestario. También proponemos una reformar fiscal con efectos positivos en el IRPF hasta las rentas de 35.000 euros, de ahí hasta 45.000 sería neutro, y a partir de esa cantidad se incrementaría. También pretendemos recuperar el impuesto al cable, impuestos ambientales y la revisión de la reforma de sucesiones.
En Aragón, vivas donde vivas, debe pagar más quien más tiene. En esto es un peligro la fiscalidad diferenciada para el medio rural. Otra cosa es que a lo mejor en el medio rural necesitemos más inversión y la diferenciación tiene que llegar por la vía del gasto, pero no de los ingresos.