Pero, como en muchos otros casos, se echa de menos la profundidad, las voces técnicas y la voz de todas las partes implicadas; todas en una sinergia que encamine la gestión forestal y afronte su gran problemática de los incendios forestales. Pero, tal y como nos vamos alejando del verano y el frio comienza a estar presente, el tema de los incendios forestales deja de ser un tema candente, hasta que el próximo verano nos volvamos a dar de nuevo de bruces contra esta triste realidad.
-El monte está sucio y hay que limpiarlo- El monte no está sucio, pero si presenta gran matorrización y carga de combustible, en un escenario de cambio climático, mayores temperaturas, sequedad, escasez de precipitaciones, estrés hídrico y alargamiento del periodo estival, que además conlleva una desestacionalización de los incendios forestales. Todo un polvorín, acentuado con un prolongado y paulatino abandono de las actividades agrícolas y ganaderas, de prácticas, usos y aprovechamientos tradicionales que nos van relegando a unas masas forestales muy alteradas, desestabilizadas, inestables e indefensas y por ello muy vulnerables al fuego.
A la vez, cada año los incendios alcanzan mayor altitud, adentrándose en los mismos Pirineos e igualmente a mayor latitud, conquistando zonas del sur de Francia. Asimismo, la gran envergadura de los incendios de sexta generación, continuidad, velocidad, intensidad, zonas urbanas (Interfaz), simultaneidad y su propia atmosfera nos han de llevar a una visión global, a una gestión integral del territorio y del paisaje sin olvidar lo más local. Quizás, lo más importante que debemos de aprender es la vulnerabilidad que tenemos ante estos nuevos escenarios, de grandes incendios que escapan totalmente a nuestra capacidad de extinción y amenazan núcleos habitados. Así, se advierte que los impactos ambientales y socioeconómicos de los incendios forestales aumenten en el sur de Europa durante las próximas décadas (Science Direct). La previsión es preocupante, más cuando este 2022 ha sido desolador para la península ibérica, duramente golpeada. Hace falta un replanteamiento, un cambio de paradigma, la necesidad de mitigar su futuro impacto, la obligación de avanzar hacia la sostenibilidad y a la vez de disponer de un operativo de prevención y extinción en las mejores condiciones posibles
Se han abandonado pastos y tierras agrícolas que van siendo ocupadas por el monte, los caminos van quedando en desuso, se van cerrando. A penas hay aprovechamientos madereros y de leñas, no hay rentabilidad económica. Hace falta gestión, sí, nuestros montes necesitan gestión y replantear la política forestal, pues resulta imposible la gestión de nuestros montes solamente basada en la rentabilidad económica y únicamente es posible valorando su valor ambiental, ecológico y social, de sostenibilidad, salud y vida. Para ello, más que necesario, es urgente destinar recursos públicos, no hay otra solución.
Deberíamos evolucionar hacia estados mucho más óptimos de nuestras masas forestales, especialmente las repobladas, a unas masas resilientes que vayan adaptándose al nuevo escenario climático. Pero todo ello orientando a una gestión del paisaje, en línea con el informe de WWF “Paisajes cortafuegos” en la creación de un paisaje mosaico cortafuegos, una herramienta que puede ser vital para combatir los incendios forestales. De esta manera WWF ha pedido al Gobierno y a las CCAA una estrategia integral de gestión de incendios forestales que invierta en prevención social y que ponga la gestión del territorio en primer plano.
En este sentido urge resolver el altísimo riesgo de la interfaz urbano-forestal. Frente a las denominadas zonas de interfaz, zonas forestales lindantes con núcleos urbanos, es vital, necesario y urgente la realización de planes de defensa de las zonas vulnerables, principalmente de nuestros pueblos. La fragmentación del territorio, accesos, puntos de agua… y mejorar el dispositivo de prevención de incendios forestales, en su totalidad, de agentes de la protección del medio natural, vigilantes, conductores de autobombas y bomberos forestales. Es incomprensible que ni siquiera se reconozca la categoría profesional de bombero forestales a los trabajadores y trabajadoras del dispositivo.
Resulta curioso, por no llamarlo de otra manera, que se diga que hace falta más recursos para “limpiar” el monte cuando existe una gran precariedad en el operativo de prevención y extinción, faltan autobombas, los APN tienen un parque móvil deficiente y sin rotativos de emergencia, hace falta mayor investigación de causas, cuando apenas se contrata a los vigilantes o incluso los brigadistas contra incendios se ven obligados a destinar parte de sus horas extras a pagar su propia cotización. Un operativo que se ha dejado la piel, que actúa y soporta en sus espaldas la precariedad y muchas de las carencias del dispositivo. Camioneros que han acudido a dar relevos en sus días de libranza, brigadistas soportando continuadas largas jornadas de incendios, incertidumbres de recortes… Un operativo tensionado, parcheando sus propias carencias que el departamento no ha querido solventar.
El abandono del medio rural, la perdida de pastores y sus ganaderías, tras años de políticas baldías, ineficaces, que cada día demuestran el nulo interés y que quizá busca lo que están consiguiendo: un medio rural cada vez más vacío, sin servicios, donde las tierras van concentrándose en grandes empresas, haciendo desaparecer el pequeño e incluso mediano agricultor, fomentando la ganadería intensiva frente a la extensiva y familiar, donde es fácil especular con mega instalaciones eólicas o fotovoltaicas. Igualmente, resulta incomprensible, por no decir intolerable, que el gobierno siga haciendo vista gorda ante la ilegalidad de usar métodos destinados a modificar el ciclo del agua en diferentes zonas de Aragón mientras la sequía agosta nuestros montes y los incendios acechan nuestros montes.
En definitiva, en el medio rural sobran palabras vacías y hacen falta hechos y un operativo de prevención y extinción de incendios forestales a la altura de las circunstancias, con los mejores medios y condiciones laborales dignas por el futuro de nuestros montes.