A mis 73 años siento que quieren hacernos retroceder 45 años. Llevarnos a finales de los años 70. Más de la mitad de quienes van a votar, y muchos y muchas que dicen que van a abstenerse, no saben bien lo que hubo, ni lo que pasó para llegar hasta aquí. A finales de los 70 teníamos recién estrenada la Constitución, pero aún no habíamos estrenado la democracia.
Seguro que si les digo que no podíamos ir por la calle hablando más de tres personas, que no nos dejaban ver según qué películas, ni oír según que canciones, que estuvimos 40 años sin poder votar, que los colegios no eran mixtos por el horror y el terror de esas mentes taradas que el nacionalcatolicismo había creado a que niños y niñas jugasen juntos y juntas… Que podían multarte por dar un beso en la calle, que no podías amar libremente a quien te diese la gana, que organizar una huelga podía llevarte a la cárcel, que las mujeres eran la parte sometida de una sociedad machista y patriarcal que le negó, incluso, su derecho a ser persona. Porque una mujer casada necesitaba el permiso de su marido para abrir una cuenta bancaria, para vender sus propios bienes, para firmar un contrato laboral o para sacar el carnet de conducir.
Seguro que muchos y muchas pensarán que eso son “batallitas de abuelo”. Ya ven que Feijóo ha llegado a decir que lo que pasó hace apenas 80 años eran “peleas de abuelos”. Pero no, así estábamos. Pregunten a sus abuelas y abuelos, incluso a sus padres y madres si, como yo, nacieron en las décadas de 1940 y 1950 del siglo pasado.
Salir de aquello, salir de la dictadura franquista, costó años y años de lucha, decenas de muertos, miles de personas encarceladas. Hoy la extrema derecha, esa que el PP de Feijóo lleva a los gobiernos, quiere devolvernos a esa época.
Quieren que la ciudadanía vuelva a ser esa sociedad domesticada, acrítica, obediente y sumisa que crea que lo fundamental, aunque no tenga sanidad o educación públicas, es la patria y la bandera.
No puede olvidarse ese pasado. Hay que conocer, recuperar la memoria histórica, esa que algunos y algunas pretenden obviar con el argumento de que “hay que pasar página” y abrir un proceso de “reconciliación nacional” que siga dejando el franquismo sin condena y decenas de miles de personas asesinadas y abandonadas por barrancos y cunetas. Es necesario que, quienes no lo vivieron, quienes piensan que la democracia llegó por generación espontánea, sepan que estas cosas, que pasaban en nuestro país no hace mucho, pueden volver.
Apenas conformados ayuntamientos y gobiernos de comunidades autónomas y ya hemos visto, otra vez, los mordiscos y patadas que las derechas dan a derechos y libertades conseguidos tras años y años de lucha y movilización. Apenas llegados instalan la censura en las expresiones artísticas y coartan la libertad de expresión y creación, defienden un trasnochado y patriarcal modelo de familia, niegan y banalizan el machismo cobarde y asesino que mata mujeres, niegan el cambio climático y hacen proclamas patrioteras y populistas. Exhiben, sin pudor alguno, su racismo, su xenofobia y su odio a quienes son diferentes. Quiero confiar en que, el próximo 23 de Julio, aprovecharemos la oportunidad para frenarles. Nuestro voto, que es libre y soberano, va decidir el próximo gobierno.
Más allá de bulos, mentiras, fake news, telebasuras varias, encuestas capciosas y esas “redes sociales” colonizadas por bots difusores de engaños, tenemos elementos suficientes como para saber las opciones y propuestas de quienes se presentan a las elecciones.
Todas y todos sabemos que las urnas no van a dar mayoría absoluta a nadie, por lo tanto, el gobierno que salga de estas elecciones será de coalición. Tenemos información suficiente como para saber cómo han funcionado, y funcionan, las coaliciones actuales. Ese “sanchismo” que la derecha quiere derogar es la coalición que, entre otras cosas, ha gestionado una pandemia, sube el SMI, revaloriza pensiones, mejora el empleo y la contratación, interviene el mercado energético, decreta el escudo social, consolida derechos, quiere devolver la dignidad y la verdad a quienes fueron víctimas del franquismo. Como vemos, el “antisanchismo” aplica censura, anula derechos de mujeres y colectivos LGTBI, es machista, xenófobo y negacionista de evidencias tales como el cambio climático y las vacunas. Además, es mentiroso compulsivo y cínico populista.
Debemos decidir a quien confiamos el Gobierno. Debemos ser conscientes de que la llave del futuro gobierno la va a tener quien sea la tercera fuerza política el día 23-J. Solo hay dos opciones: el Gobierno de ese PP entregado a Vox y la ultraderecha y un Gobierno progresista en el que Sumar sea lo más influyente posible.
Yo lo tengo muy claro, por ti, por mí, por todas y todos, votaré Sumar. No quiero volver a esa noche oscura que vivimos hace 45 años. No quiero que vuelva el fascismo del que tanto y tanto costó salir.