Empieza el proceso de paz en Colombia, un momento histórico para la nación latinoamericana

Tras un conflicto con más de 50 años de historia y que ha implicado a numerosos sectores de la población colombiana, el pasado 23 de junio se firmó un acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC. Pese a que se trata de un momento histórico para la nación latinoamericana, es solo el inicio de un proceso que puede durar muchos años y que tiene muchos retos por delante.

De izquierda a derecha, Juan Manuel Santos, Raúl Castro y Timoleon Jimenez, el 23 de septiembre de 2015. Foto: TeleSur

Una paz hecha sobre unas cifras de terror

Cuesta de creer que el país que vio nacer el realismo mágico de la mano de Gabriel García Márquez, que uno de los lugares, según el Barómetro Global de Felicidad y Esperanza en la Economía más felices del mundo o que la patria originaria (aunque quizás no guste el símil) de la cantante mundialmente famosa Shakira, haya estado y aún esté, en una guerra que empezó hace medio siglo.

Es una guerra de baja intensidad se dirá. Sin embargo Colombia lleva más de 50 años instalado en un conflicto que ha dejado cifras terroríficas. Tal y como apunta la periodista Maribel Izcue para la revista 5W, estos son los números: 222.000 muertos, más de 7 millones de víctimas de secuestros, asaltos bélicos, ataques a bienes, desapariciones, violencia sexual y otros abusos. Colombia es actualmente y por delante de Siria, el país que más desplazados internos registra. 6,9 millones de habitantes que han tenido que abandonar sus hogares como consecuencia de un conflicto que siendo de baja intensidad es igualmente violento.

Estos valores numéricos, estadísticas, que esconden millones de crudas historias, mal nos pese, nunca van a disminuir. Como mucho, y dentro de décadas, caerán en el olvido.

Pacto de paz en Cuba

El pasado 23 de junio las FARC y el Gobierno colombiano firmaron un acuerdo de paz en Salón Protocolar del Laguito en La Habana. Como testimonios de garantía del apretón de manos entre el líder revolucionario Timoleón Jiménez, apodado Timochenko, y el presidente del país caribeño, Juan Manuel Santos, estuvieron presentes el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, Francois Delatre, el presidente de la Asamblea General de esa misma organización, Mogens Lykketoft, y los presidentes de Cuba, Chile, Venezuela y Noruega. Queda por nombrar otro país que pese a no aparecer en los papeles de los acuerdos tiene una importancia capital en las negociaciones: Estados Unidos.

Con este acuerdo las FARC se comprometieron al cese definitivo del fuego que escenificarán fundiendo todas su armas en un plazo de 180 días y cuyo material servirá para erigirá un monumento en favor de la paz. Por su parte el gobierno se encargará de implantar la "Reforma Rural Integral" del campo colombiano para solventar los principales problemas con los que se encuentran los campesinos del país: riego, educación rural, salud, electrificación, mejoramiento de vivienda, etc. Los acuerdos incluyen procesos de reparación y restitución para las víctimas e intentan elaborar un plan de no repetición que según expertos como el abogado Juan Moreno en declaraciones a Fort Apache, es considerado un referente en cuanto a creatividad y a resolución de conflictos.

Además de esto y por voluntad explícita del Gobierno colombiano, los acuerdos tendrán que ser ratificados en un plebiscito, es decir un referéndum, en el que la opción de la paz gane con un 13 puntos porcentuales de ventaja (4,5 millones de personas) con respecto a la continuación de la vía bélica.

Breve apunte histórico

La guerra en Colombia es la más antigua de las confrontaciones en América Latina. Empezó siendo un conflicto político entre liberales y conservadores para luego convertirse en una lucha descarnada entre derechas e izquierdas (estas últimas representadas en el campo por las FARC en mayor medida y en la ciudad por la guerrilla M-19). A partir de entonces y como sucede en todos los conflictos, se multiplicaron los elementos enfrentados y se introdujeron nuevos actores que acabaron por crear la situación ingobernable por la que muchos conocen el país bañado por el mar del Caribe. Entre éstos, los más destacables, son la oligarquía colombiana con su financiación a grupos paramilitares creados y entrenados en tácticas contrainsurgentes en 1962 por los Estados Unidos o los carteles de Medellín y Cali que en los años 80 llevaron a cabo graves acciones de terrorismo; el denominado narcoterrorismo.

No es la primera vez que Gobierno y FARC intentan culminar un proceso de paz. De todos modos, este intento por llegar al desarme definitivo parece mucho más sólido que los llevados a cabo por el anterior presidente, Álvaro Uribe, con su "política de seguridad democrática" que pretendía involucrar a la población civil en la persecución de las guerrillas.

Colombia en el mundo

Los países implicados en las conversaciones de paz celebradas en Cuba no son, como cualquiera persona perspicaz verá, aleatorios. Del mismo modo, el momento en que se produce tampoco es del todo azaroso.

Para el periodista José Manuel Martín Medem, no es casual que en tan poco tiempo se haya producido la apertura de Cuba y el desarme de las FARC. Podemos verlo como un intercambio de cromos en el que Obama desbloquea la isla socialista si intercede por una paz favorable para la guerrilla colombiana. Sin embargo, resulta una explicación un tanto simple para retratar todo el proceso. A ello tenemos que sumarle el importante trabajo realizado por Hugo Chávez con sus conversaciones con el comandante Timochenko conminándolo abrir un proceso de paz con garantías de éxito o la mediación de Ecuador iniciando conversaciones de paz con otros grupos guerrilleros. Así, tampoco podemos olvidar la presión popular en favor de la reconciliación.

Si hablamos de estas negociaciones en clave internacional, tenemos que preguntarnos por qué España, siempre tan presente en la política de Latinoamérica, esta vez no ha querido participar en un proceso de paz que en términos de política diplomática, le hubiese dado unos interesantes réditos. La respuesta a esta pregunta tiene que ver con varios fenómenos. Tanto la administración socialista como la popular fueron aliadas de Álvaro Uribe en su "política de seguridad democrática", y se mantuvieron en contra de cualquier forma de diálogo con la guerrilla. Por otro lado, asumir la posición de puente en una negociación de paz entre las autoridades colombianas y las FARC supondría para el Gobierno de Mariano Rajoy asumir de rebote la negociación con lo que se considera una banda terrorista que para más inri y según la justicia española, ha tenido relación con ETA. Dudosamente intervendrá ahora España cuando ha quedado establecido que para hacerse efectiva la paz, deberá realizarse a un referéndum. Todas sabemos lo que piensan los populares sobre eso de preguntarle a la ciudadanía, es decir, en términos llanos, España ni está ni se le espera.

Después del apretón de manos

Vista la situación actual de Colombia, parece que lo más fácil era signar el acuerdo de paz. Obviamente esto no es así, con todo, los meses que tiene por delante el país caribeño son de una complejidad política y un peligro muy altos.

Para empezar, las FARC no son el único grupo guerrillero de inspiración marxista que opera en el territorio. Existen otras milicias como el ELN que en función de cómo resulte el pacto de paz decidirán desarmarse o no. Lo que es más preocupante aún, son los grupos paramilitares que actúan con la connivencia de las oligarquías colombianas y del sector del ejército más radical. A todos ellos hay que añadir los narcomilitares, también relacionado con la oligarquía, cuya violencia no desaparecerá hasta que termine el comercio mundial de la cocaína (otro tema de abasto mundial, incluso más complejo que el que nos ocupa). En tanto que el poder se vea amenazado volverá a matar, aseguran quienes menos confían en este proceso de paz.

A veces la historia resulta paradójica pues con total seguridad quien deberá velar para que el proyecto de reconciliación y desarme llegue a buen puerto, será uno de los agentes que históricamente más relación ha tenido con el surgimiento del conflicto. Tanto en su implicación política creando fuerzas paramilitares para combatir al comunismo, como en su papel de importante consumidor de la cocaína que viene de Colombia, Estados Unidos será el árbitro no formal de un camino hacia la paz vigilado por la ONU y UNASUR.

La guerra en comparación con la paz es algo sencillo de hacer. En Colombia las firmas no son suficientes para acabar con la sed de venganza o hacer olvidar la humillación infringida por el enemigo. Es por eso que lo que se pactó en Cuba es solo el principio, muy principio, de un recorrido que solamente un actor puede y debe recorrer: el pueblo colombiano.

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