“Malditos sean Susana y Felipe, exijo que nos devuelvan la credibilidad”

Con estas escuetas, pero contundentes palabras, se dirigía un militante de Calatayud a las decenas de personas reunidas en la sede del PSOE de Zaragoza, en un comité abierto que pretende crear músculo de cara a desmontar una cúpula por la que se sienten traicionados

Carmen Dueso se dirige a los militantes que se reunían ayer en la sede del PSOE de Zaragoza. Foto: Miguel Ángel Conejos (AraInfo).

Cerca de trescientos militantes socialistas se daban cita en un salón de actos que parecía esperar la visita de una de sus primeras estrellas. Sin embargo, el somardeo que de alguna manera nos define como aragoneses, desvelaba el tipo de militancia socialista que allí se congregaba. "¿Ha llegado Lambán?", preguntaba elevando la voz un jocoso militante. "Ni está ni se le espera", le respondía una voz femenina desde el centro de la sala.

Lo cierto es que las caras no eran precisamente de satisfacción. La preocupación flotaba en el ambiente. Rostros curtidos de campo y obra, se entremezclaban con la más cuidada piel de otros que no han salido de una oficina. Echando un vistazo rápido, uno que proviene del Barrio de la Jota, y que su familia es de Cella, Teruel, podía sentirse como en casa. La mayoría de mi familia ha sido votante socialista, y en cierto modo, algo me unía a la gente con la que estaba compartiendo sala.

Decenas de agrupaciones socialistas aragonesas compartían ayer espacio con un único objetivo, tratar de movilizar a la militancia de cara a exigir al aparato del partido la celebración urgente de un Congreso y la convocatoria de primarias. "La militancia habla pero no se le tiene en cuenta. Lo que se hace después no coincide con el sentir mayoritario de la militancia ni de los votantes. Una democracia representativa, tiene que representar a sus representados". Con este pequeño trabalenguas describía Carmen Dueso la sensación de muchas personas cercanas al PSOE.

Dueso ha sido erigida como líder de esta revuelta. Un poco por los medios de comunicación mainstream, que sólo prestan atención a su entrada en la sala, esperando que llegue la nota de prensa posterior a sus despachos. Otro poco por una militancia que le reclama liderar un movimiento que acabe con el autoritarismo de un aparato inmerso en liberalismo, inmerso en redes clientelares construidas hace décadas y apegado a la poltrona.

Carmen Dueso era pues la indicada para iniciar el turno de intervenciones de la tarde. "La abstención fue la gota que colmó el vaso. No sólo fue la decisión que se tomó, es que además se hizo a espaldas de los militantes y votantes. Se entendió como una traición a la esencia del partido". Contundente se mostraba Dueso, ante unas decenas de rostros que asentían en cada afirmación.

"La abstención tuvo dos consecuencias. Dio el gobierno al Partido Popular y otorgó la oposición a Podemos. Magistral. No se puede hacer peor. (…) El PSOE se quedó sin espacio, sin sitio, sin credibilidad", continuaba Dueso, y recordaba que la dirección del PSOE acusó a quienes pedían mayor participación de la militancia de estar podemizándose. "Pues entre pepeizarme y podemizarme, os lo digo sinceramente, yo siempre elegiré la izquierda, por muy populista que sea".

Por último Dueso se mostraba muy dura con personalidades históricas del PSOE y su peso en la decisión del Comité Federal. "¿Queremos un PSOE del siglo XXI o uno propio de un museo del siglo XX? Porque quienes han salido diciendo ‘las primarias no son buenas…’, o asegurando que la abstención era buena, son figuras propias de un museo. Estoy hablando de González, Leguina, Corcuera, Ibarra…, y digo esto por no decir algo peor…", para después volver a insistir que el PSOE solo se puede cambiar desde dentro, y solicitando a la militancia que no abandone la formación.

Tras la intervención de Dueso, militantes de diversas agrupaciones iban tomando la palabra uno tras otro. Las referencias a Podemos eran escasas, y las pocas que se hacían tenían relación con la última encuesta del CIS, que ha sentado como un jarro de agua fría en las filas socialistas, ya se pertenezca a la disidencia o al aparatik.

Desde Calanda, un militante tomaba la palabra y se mostraba tremendamente explícito en su metáfora del mensaje de calma que se pide desde la gestora. "Quien nos ha arrojado la bomba, ahora, a los que quedamos vivos, nos dice que estemos tranquilos". Otro militante insistía en este aspecto: "nos piden discreción y ellos no han tenido ninguna".

La reunión era una suerte de retroalimentación de sentimientos. A intervenciones más o menos tediosas, le seguían algunas realmente sentidas. Un militante de Calatayud maldecía a Susana Díaz y Felipe González a los que exigía que les devolvieran la credibilidad. Mónica Sanz, de la agrupación de Daroca y número cinco en la lista por Zaragoza, aseguraba haber estado a punto de darse de baja del partido tras la abstención. "Por lo único que me siento orgullosa de haber ido en esa lista es por el No de Susana Sumelzo", afirmaba Sanz.

Pero tras esas declaraciones sentidas de gente más joven, el fuego se apagaba. El público en este salón, ciertamente mayor, parece haber perdido esa energía e ilusión de la juventud, que tal vez tuvieran cuando auparan a Felipe González a la presidencia del gobierno por primera vez. En cierto modo han sido votantes el PSOE tanto tiempo, que probablemente se sientan huérfanos políticos tras la traición.

Cabría preguntarles que pensaron cuando Felipe nos metió en la OTAN, cuando veían caer las reformas laborales, nacer la ley Corcuera, los brotes verdes de Zapatero, los pactos con PNV, PAR, UPN y otros partidos de las derechas más rancias. Había que estar muy ciego para no haber visto la deriva de un partido que desde 1978 ha ido perdiendo letras por el camino, pero los otros eran peores, y en eso se basó su mensaje. Pronto dejó de ser Obrero, en seguida Socialista, y hoy, si sus bases no consiguen apartar al grueso de sus dirigentes, pueden perder la P de partido. Es probable que no quede ni la E.

Sin embargo, como hijo, nieto, sobrino de votantes socialistas, no puedo más que agradecer el empeño de la Agrupación Norte del PSOE de Zaragoza, por tratar de movilizar a unas bases que, como en la intervención del militante socialista de Calatayud, han demostrado seguir siendo socialistas de corazón. La sinceridad y el sentimiento de su "malditos sean Susana y Felipe" hizo retumbar la sede socialista. Tan sólo ese momento mereció haber visitado ese salón y mi sincero agradecimiento a Dueso y su agrupación. Sin duda un esfuerzo loable que, en mi opinión, será improductivo, pues aquellos que mandan en el apartik del PSOE, tienen más apego a los sillones y las puertas giratorias, que a la defensa de unos ideales que hace décadas que perdieron.

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