
José Antonio López Martínez, miembro de la Asociación de Seguimiento y Apoyo a Pres@s en Aragón (ASAPA) ha escrito este texto en respuesta al artículo publicado por “Heraldo de Aragón” el 4 de enero de 2012 sobre las donaciones de sangre en prisión. Lo compartimos íntegramente en AraInfo:
Quien suscribe lo hace con el único propósito de aclarar a los lectores del Heraldo de Aragón, que hace unos días publicaba que los presos de Zuera habían donado sangre. Y ello, por primera vez en España. Diré que esto último es una falsedad no sé si a machamartillo para seguir ocultando el porqué cesaron las donaciones de plasma.
En 1979, en la prisión de Huesca, hoy demolida y con ello todos sus horrores borrados de un plumazo. La pluma viene al pelo. Pues bien, este que escribe puso su brazo como tantos otros para que nos sustrajeran 400 gramos de plasma vilmente, y esto lo digo porque nos engatusaron con un vis a vis familiar (algunos lo disfrutaron por Reyes), otros fuimos trasladados a Teruel sin más motivo que se iban a realizar obras. No ha sido la primera vez que los presos de Aragón han dado su sangre, y el meollo de la cuestión es el siguiente: aquellos donantes desinteresados (pensemos que el único preso sin corazón era el puto muñeco que Doña Urraca tenía enjaulado en su enfermería). "¡A cascala al patio que al final no os vamos a dar ni el bocadillo de jamón prometido!", frases de este tenor tuvimos que escuchar en boca del Cabezaperro, La Rubia, La Servanda, Doña Ana (aquel funcionario que abrocharon a puñaladas en la fuga). Uno con 19 años de edad se preguntaba quiénes eran los psicópatas si los guardias o los presos condenados por ello. Nosotros formábamos otro sector de presos. Éramos preventivos y por el capricho de El Carapalo, El Huelepedos, El Chato, y toda esa caterva de criminales agazapados (Jaimito tú también) nos tenían en Huesca, así nos jodían las comunicaciones importándoles un bledo las carreteras, y el esfuerzo de las familias.
Pero me distraigo del motivo que me trae a este blanco mar de la cuartilla que no es otro que plantear una pregunta: ¿Cómo es posible que aquellos donantes, sin volver a pisar la calle, fuesen contagiados del VIH, de la hepatitis C?. Ya lo dijo La Rubia, a la sazón J.A.M.P., un borracho como tantos otros que nos custodiaban: "me paso por el forro la masificación, dentro de unos años van a morir 7 u 8000 mil presos”. De ello se vanagloriaba en Hora 25 de la cadena SER. Este junto con el Huele Pedos, o sea J.P.V. murieron rabiando según tengo entendido. ¿Por qué sería? Lo tengo claro, los fantasmas de las celdas de argollas, y las de corrección les irían persiguiendo hasta el fin de sus días.
El contagio masivo por el VIH y otras enfermedades de transmisión sangre-sangre fueron las causantes. Qué hay de las ponencias de catedráticos de Derecho Penal, allá por 1992 en donde se hablaba de OMISIÓN.
Hoy, que se ha venido rememorando, “hace treinta años de...”, no he visto ni una sola intención de aunque sea sacarles los colores a la mayoría de los que quedan vivos y en puestos de la Administración. Tendrá agallas la Gallizo de salir de su poltrona con esos archivos. Tan sólo harían falta los de 1983 hasta 1996. Por si fuera poco me queda un último aliento para deciros que la memoria colectiva os perseguirá hasta vuestra propia muerte, donde ya no la veréis como un espectáculo dantesco, avieso, nocturno... Será vuestra muerte la venganza de una sangre derramada para beneficio de cuatro docenas de comedores de bogavantes. He dicho.
José Antonio López Martínez (miembro de ASAPA)