La jornada empezaba para las primeras manifestantes tan pronto como a las diez y media de la mañana. A esa hora, las primeras personas se acercaban a los puntos que se habían marcado para el arranque de las distintas “columnas” que debían confluir en la CHE; así, la oposición al pantano de Biscarrués nacía en la Plaza de las Canteras de Torrero; Rio Aragón brotaba de la Plaza de la Madalena, y la gente del Delta del Ebro y de Mularroya se concentraba en la Plaza de San Francisco. Para las más madrugadoras, en el CSA A Enrestida había premio: si habías madrugado podías tomar un almuerzo antes de arrancar la caminata por todo el centro de Zaragoza
El objetivo de estas tres columnas era doble. Por una parte, acompañar a las afectadas por la sinrazón de las obras hidraúlicas en su reinvidicación; por otra, visibilizar por toda Zaragoza esta realidad que con frecuencia en los últimos años queda desdibujada por luchas más llamativas, más masivas por ser más urbanas, y que relegan los conflictos rurales, de los pequeños pueblos a un segundo plano que poco se compadece con la urgencia de sus reivindicaciones. Para ello, más de doscientas personas en la “columna Madalena”, que arrancaba una vez que llegaba el autobús con la mayoría de vecinas de Artieda sobre las once y media, y sendas cincuentenas en las otras dos, caminaban y coreaban consignas contra los pantanos, los trasvases, la CHE, la represión y por la dignidad de la montaña.
De este modo, poco antes del mediodía una marea azul por vocación y multicolor por definición se arrebolaba contra la CHE con un ambiente ruidoso, festivo, reivindicativo y solidario; un ambiente nutrido de gentes de toda procedencia -territorial, generacional (pese a la gran cantidad de gente muy joven) e ideológica-, unidas en un clamor contra la sinrazón hecha cemento y policía. Allí, a las puertas del edificio de los Hermanos Borobio (arquitectos que con esta y otras obras como la Plaza del Pilar dieron una indeleble pátina franquista a Zaragoza, muy a tono con la institución que alberga), COAGRET había diseñado un programa de actividades que acompañaran a la “inundación” y que, a pesar del obstáculo que suponían las casetas navideñas del Paseo de Sagasta, ha dado contenido y forma a la reivindicación. En el tiempo entre la confluencia de las columnas y el inicio de la manifestación, se ha podido disfrutar del Coro de la República Independiente de Torrero o de la lectura de poemas de José Luis, mientras entre la multitud podíamos escuchar intervenciones y cánticos más o menos improvisados, o ver los iconos más clásicos de la lucha contra los pantanos y los trasvases: la tubería anudada de la Plataforma en Defensa de l'Ebre, la campana de Biscarrués, los globos azules de Yesa, etc. Con un tiempo que acompañaba y una confluencia que aumentaba por momentos, parecía que de lo que menos ganas había era de arrancar la marcha y sí, en cambio, de sitiar la CHE.
Finalmente, a las doce y media las cabeceras de la manifestación se ponían en marcha. Y efectivamente, había dos cabeceras, porque la manifestación llegaba marcada no solo por la lucha contra los macropantanos en general y Yesa en particular, sino también, por la desmedida represión de la que hablábamos anteriormente, la desplegada a raíz del último intento de expropiación del pasado 10 de octubre el cual, merced a una importante respuesta popular fue paralizado, al coste, eso sí, de varias personas heridas y ocho imputadas. Éstas eran las otras protagonistas de la jornada y de la otra cabecera, la segunda de la manifestación.
Y tras ellas, la multitud, que había crecido hasta sobrepasar las dos mil personas, que enfilaban hacia Independencia, cuando inesperadamente se cruzaban con la manifestación convocada por las trabajadoras de Caja3 e Ibercaja a las puertas de la sede central de esta última. Se daba lugar así a uno de los momentos más curiosos del día, con la manifestación recordando a voz en grito que “estos son los desahucios” del Pirineo. Después de esto, se seguía de camino hacia la Plaza de la Seo, entre cánticos, conversaciones, proclamas y música tradicional a cargo de dulzaineros que, desde luego, animaban el ya de por sí ritmo ligero de la marcha.
Por fin, sobre la una y media, la marea desembocaba en la Plaza de la Seo, literalmente tomada por ésta, donde se procedía a dar lectura a los manifiestos y, de nuevo a los poemas de José Luis. Así, tras su breve recital de poesía, Arriel, una de las personas imputadas, leía el comunicado conjunto que habían elaborado de manera conjunta; en él declaraban acudir a “escasos metros” de la Delegación del Gobierno, “sin pudor, sin miedo, para decir alto y claro: aquí estamos, ¡salid a por nosotras!”, al tiempo que recordaba “la única y verdadera versión de los hechos” del diez de octubre: “sí, hubo violencia; violencia y desorden: vimos porras impactando sobre nuestras cabezas, escudos golpeando nuestros cuerpos, las bocachas apuntando contra nuestra gente”, mientras las asistentes coreaban gritos pidiendo la dimisión del delegado del gobierno. Sin embargo, dos hechos les llevan a ser optimistas: el apoyo que han tenido y la constatación de que “el día diez de octubre fue una gran victoria popular, y como tal será recordada”.
Tras la lectura del comunicado que ponía fin a la manifestación, las y los asistentes ha cantado la canción "Habanera Triste" de la Ronda de Boltaña, dando así fin a la manifestación.