Tres centros sanitarios rurales de África ya ofrecen atención primaria completa y a mujeres embarazadas con la cooperación altoaragonesa

Con la materialización de estos proyectos de CCONG Huesca se calcula que más de 15.000 personas se beneficien de acciones que han estado centradas en pueblos y aldeas donde la asistencia sanitaria llega a ser inexistente, como es el caso de Guinea Conakry

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Foto: DPH

La distancia que separa muchas de las poblaciones rurales en África occidental con el centro hospitalario más cercano condiciona en gran medida su alta tasa de mortalidad, una situación que se ve agravada cuando los servicios sanitarios de atención primaria se encuentran en situación de deterioro. Esto sucedía en los centros de salud de Yaba y Kohogo, en Burkina Faso, y el correspondiente a la comunidad de Namalu, en Guinea Conakry, “lugares donde, incluso en vehículo motorizado, no se puede recorrer 200 kilómetros en menos de ocho horas”, explica Ana Fuertes, responsable de proyectos en la CCONG Huesca, una de las más de treinta entidades que cuenta con la ayuda de la DPH en cooperación al desarrollo.

Ante esta realidad, se comenzó a trabajar conjuntamente, de forma experimental, con colectivos de personas inmigrantes de la capital altoaragonesa para establecer un puente de colaboración directo y fortalecer su papel de agente social en la zona proponiendo iniciativas dirigidas a sus comunidades de origen, en países como Senegal, Guinea Conakry y Burkina Faso, Mauritania, entre otros. Así, desde la Asociación de Guineanos y Guineanas de Uesca parte la propuesta de reformar un centro de salud rural en Namalu, una pequeña localidad guineana, situada en el valle de Fouta Djalon.

“Existía un pequeño dispensario en un estado lamentable para pasar consulta a los 600 habitantes del propio poblado y a otros tantos de comunidades cercanas”, señala Fuertes. Del mismo modo, en las poblaciones de Kohogo y Yabá, en Burkina Faso, se vivía una situación similar: dos únicos puntos de asistencia agrietados y con severas deficiencias para atender a más de 1.500 personas.

Ambas propuestas pasaron a formar parte de una nueva forma de concebir estos proyectos que echa a andar en 2016 con el nombre de ‘Sueños de codesarrollo’. De esta manera, “la semilla la ponen directamente aquellos que en la diáspora vinieron a vivir a Huesca y que pasan a ser las personas con las que se trabaja desde aquí para concretar las intervenciones en su país”, según explican desde CCONG. La Diputación de Uesca ha cofinanciado esta iniciativa en sus tres ediciones como parte de la partida de 200.000 euros que anualmente se destina para la mejora de las condiciones de vida en los países en vías de desarrollo, en ámbitos prioritarios como el de la sanidad, la educación y escolarización o nutrición, además de otros del ámbito social, la igualdad de género y el desarrollo económico.

Tras partir del plan de desarrollo de Boucoul, como primer proyecto de codesarrollo promovido desde Uesca y propuesto por Manadou Gueye, presidente de la Asociación de Hermanos y Hermanas de Senegal en la capital oscense, “se consiguió proyectar más allá con el apoyo de este tipo de subvenciones institucionales, y así esta primera piedra abrió un camino de continuidad que permite actuar en núcleos rurales aislados del África subsahariana con la complicidad local”, precisa Fuertes.

Avances en la esperanza de vida

Con un total de cerca de 9.600 personas beneficiarias directas y 5.600 indirectas, este proyecto dirigido a ofrecer una mejor cobertura sanitaria en las tres poblaciones africanas espera generar un impacto positivo y no solo en materia de salud. "Tenemos que esperar un año para ver los resultados reales pero somos optimistas y esperamos reducir la tasa de mortalidad, mejorar la esperanza de vida y, como consecuencia, generar impulso hacia nuevos proyectos en materia de agricultura, ganadería y formación escolar", estima Fuertes.

La tasa de mortalidad infantil tanto en Guinea Conakry como en Burkina Faso supera el 50% y afecta especialmente a los y las recién nacidas, sector de mayor vulnerabilidad junto a la madre, para quienes la falta de atención sanitaria durante el proceso de embarazo, parto y maternidad supone un escollo insalvable en muchos casos.

A estas dificultades se suma una complicada orografía que dificulta el acceso a los servicios hospitalarios de urgencia. Por ejemplo en Namalu, “la ambulancia de la comarca se niega a correr el riesgo de averiarse en el camino para realizar una evacuación de urgencia y dejar sin servicio al resto de las comunidades de la zona”, relata Fuertes quien añade que este problema está por resolver, ya que se trata de núcleos a los que las ayudas oficiales no llegan.

Trabajos en los centros de salud con mano de obra local

En concreto, los trabajos de reforma han hecho posible contar con un renovado edificio de maternidad, consultas generales y zona de espera en el centro de salud de Kohogo y Yaba, donde las nuevas instalaciones de electricidad, agua caliente sanitaria, ventiladores y letrinas permitirán pasar consultas con normalidad. También a partir de ahora se cuenta con consulta ginecológica con la adquisición de una mesa para partos y otros elementos especializados. Asimismo, se han dispuesto diez camas nuevas y mobiliario como un colchón especial medicalizado que permitirá la hospitalización en casos puntuales.

En el centro de Namalu existía un diminuto dispensario para asistir a las 600 personas del poblado y se estima que otras tantas de poblados cercanos. Constaba de un único espacio y una pequeña cabaña anexa como vivienda del médico y de la enfermera. En este edificio se concentran las consultas generales, almacén farmacia, sala de observación y sala de partos, en la misma habitación que carecía de equipamiento.

“Antes del acondicionamiento, el estado era pésimo: fisuras importantes y techos destruidos, sin instalación de agua… se abastecen de un pozo que está alejado del que se extrae de forma manual y se almacena en depósitos sin potabilizar, ni siquiera había letrina y era insuficiente por espacio”, detalla la responsable del proyecto. La reconstrucción del edificio se ha efectuado casi en su totalidad y ha llevado a levantar muros y aumentar la altura del edificio además de incorporar placas solares con las que dotar de suministro eléctrico.

En todos los casos se ha contado con la participación de mano de obra local para la realización de los trabajos menos especializados y las tareas de reparación y nuevas instalaciones en una empresa especializada local.

Los tres centros ya están capacitados para ofrecer una atención primaria completa y la asistencia a mujeres embarazadas. El buen funcionamiento dependerá de la gestión llevada a cabo mediante la selección de un comité rural como estructura local que responde y se responsabiliza según el protocolo establecido. Las personas usuarias pagan la consulta y compran medicamentos que son abastecidos mensualmente por los acuerdos de colaboración con las autoridades del distrito sanitario, será de de un lote de medicamentos al mes que contienen principalmente ibuprofeno, paracetamol, recursos para la malaria y para combatir la picadura de serpiente.

Otra de las medidas para tratar de paliar los problemas básicos de la atención primaria es ofrecer formación para sensibilizar a las mujeres de los riesgos, medidas y de la necesidad de realizar un seguimiento durante la maternidad. “En estos momentos el precio de la asistencia más los medicamentos ronda los siete euros, pero durante las tareas de sensibilización se ha hecho especial hincapié en que no dejen de ir al centro de salud porque no tengan dinero, sobre todo en el caso de los niños”. La buena noticia es que en Namalu, ya se trabaja en el acopio de donativos y ayudas públicas para acumular un fondo de 1.000 euros al año como nueva propuesta del comité rural de la sanidad formado por mujeres.

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