Susiya a punto de ser derribada

La presión internacional crece ante una situación que va camino de repetirse, como lo hiciera en 1986, 1990 y 2001. Son muchas las voces críticas ante la inminente demolición de lo que queda de Susiya y los asentamientos ilegales de colonos judíos.

Foto: Eoghan Rice

En Susiya, más de trescientos habitantes esperan, con impotencia, la destrucción de su pueblo, que ya sufrió en el pasado la demolición de varias viviendas realizada por bulldozers del ejército de ocupación israelí.

Su destino está lejos de ser único en los territorios ocupados. Sin embargo, la tragedia de esta localidad ha atraído la atención mundial. El pequeño pueblo del sur de la Cisjordania ocupada ha pasado a convertirse en el símbolo de la destrucción llevada a cabo por la colonización israelí, que se apodera cada año más tierras palestinas para asentamientos judíos, lo cual ha llevado el proceso de paz a un punto muerto.

En el caso de Susiya la situación de sus habitantes pende de un hilo. El que les ata a sus viviendas, gracias a un recurso al Tribunal Superior de Justicia, que se resolverá el próximo 3 de agosto.

Pese a la rotunda oposición internacional, que incluye voces críticas incluso en los Estados Unidos, la población continúa seriamente amenazada. Unas voces críticas que comienzan a sentirse con fuerza también en Israel. Según declaraba la ONG israelí B´Tselem, "una vez que las casas sean demolidas, los colonos irán directamente apoderarse de las tierras o bien serán las autoridades israelíes las que las confisquen para redistribuirlas después entre los colonos".

Los habitantes de Susiya parecen sorprendidos de la atención que ha generado su caso en el mundo. "No podíamos haber imaginado esto", dijo Nasser Nawajah, conocido activista de Susiya, al New York Times. “Los israelíes solían destruir nuestras viviendas y teníamos que dormir a la intemperie, bajo la lluvia, y nadie sabía nada de nosotros”.

El pueblo ha sido destruido en tres ocasiones en los pasados 30 años y los residentes fueron expulsados del lugar. En 1986 fueron sacados de sus casas por soldados israelíes para dejar espacio a un sitio arqueológico judío. Sin embargo, regresaron.

En 1990 fueron expulsados de nuevo por razones poco claras y en 2001 lo fueron de nuevo tras la muerte de un colono judío. Con ningún otro sitio adonde ir, los habitantes de Susiya se quedaron viviendo en tiendas de campaña y chabolas instaladas en huertos y pastos de su propiedad.

Unas tierras que no son fáciles de encontrar, pues los habitantes de Susiya tienen prohibido el acceso a dos terceras partes de sus tierras, ya que según el gobierno israelí, se encuentran cerca del asentamiento judío que lleva el mismo nombre.

Las autoridades locales advierten que "quieren expulsarnos para apoderarse de nuestras tierras y construir un parque para los habitantes del asentamiento judío". Advierten que no van a irse. "No abandonaremos nuestra localidad, incluso si nos expulsan por la fuerza, al día siguiente volveremos".

"No vamos a vivir de nuevo la tragedia de 1948", señala Nawajah, en referencia al año de la Nakba (Catástrofe), cuando se produjo la creación de la entidad sionista, lo que llevó a la expulsión de 800.000 palestinos de sus tierras a las que no han podido regresar.

"La situación en Susiya es sólo una de muchas de esas situaciones en la zona C de Cisjordania. Varios pueblos cercanos a los nuestros tienen órdenes pendientes de demolición también. Si Susiya es destruida y sus habitantes expulsados, servirá como precedente para otras demoliciones y expulsiones a través del sur colinas de Hebrón y la zona C de Cisjordania. No se debe permitir que esto ocurra" escribía Nasser Nawajaa, habitante de Susiya, para el New York Times.

Varios activistas europeos y canadienses han viajado también a Susiya, estableciendo su residencia en la localidad y en sus alrededores para dar testimonio de lo que allí hagan los israelíes. "Si Susiya es destruida entonces no habrá protección para las otras localidades", declaraba uno de estos activistas. "Ella ha llegado a simbolizar todo lo malo aquí".

La presión internacional ha llegado a las más altas esferas. El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, expresaba este sábado su preocupación también. Su representante, Vannina Maestracci, dijo que espera que el diálogo entre las autoridades israelíes y la comunidad puedan resolver el asunto. La presión internacional parece estar funcionando.

Un funcionario de la ocupación israelí, hacía unas declaraciones anónimas al medio Al-Araby, reconociendo que la presión internacional es "sin duda" un factor en la toma de decisiones.

El rabino Arik Ascherman, de Rabinos por los Derechos Humanos, una organización no gubernamental israelí que trabaja en casos legales de Susiya, desestimó las insinuaciones de Israel, a las que calificó de "vagas promesas". Elogió los esfuerzos internacionales para crear conciencia sobre la situación de Susiya, pero admitió que el futuro del pueblo todavía se mantiene en el aire, debido a la presión de grupos de colonos.

El martes pasado, una docena de delegados del Partido Verde del Parlamento Europeo se unieron a las filas de los activistas internacionales que luchan por Susiya. "Creo que si realizan la demolición aquí (Susiya), será absurda", declaraba Margrete Auken, una ex miembro del parlamento danés.

En el mismo sentido se pronunciaba este mes John Gatt-Rutter, jefe de la delegación de la Unión Europea en Palestina, cuando cónsules generales de más de una decena de países europeos acudieron al Susiya para mostrar su apoyo. "La UE tiene una postura muy clara sobre asentamientos: que son ilegales bajo la legislación internacional y amenazan la viabilidad de una solución de dos estados, en la que la UE sigue teniendo un interés profundo y significativo" declaraba Gatt-Rutter.

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