"Si volviera a nacer, sería anarquista". Una conversación con Lucio Urtubia

Lucio Urtubia, ese feliz hombre descontento, como él mismo se define, es historia viva. Insiste una y otra vez en que a él nada le pertenece. A sus 83 años todavía se considera un hombre de acción, porque acción es la vida.

Lucio Urtubia durante la entrevista con AraInfo el pasado 12 de diciembre. Foto: @arainfonoticias
Lucio Urtubia durante la entrevista con AraInfo el pasado 12 de diciembre. Foto: @arainfonoticias
Lucio Urtubia durante la entrevista con AraInfo el pasado 12 de diciembre. Foto: @arainfonoticias

Lucio Urtubia, ese feliz hombre descontento, como él mismo se define, es historia viva. Insiste una y otra vez en que a él nada le pertenece. A sus 83 años todavía se considera un hombre de acción, porque acción es la vida, anarquista y obrero de la construcción, conocido de Camus y del Che, desertó de la mili y buscó refugio en Francia. Allí logró poner en jaque al Citibank, ridiculizó al estado y a la policía francesa, y se solidarizó económicamente con un montón de organizaciones revolucionarias de todo el mundo.

El pasado viernes 12 de diciembre, desde AraInfo tuvimos la oportunidad de hablar con él en las jornadas “Agüerro antimilitarista” organizadas por Bardenas Ya.

Lucio, nos contó, en lo que al final se convirtió en una entrevista colectiva, su utopía vivida, en esa forma de expresarse tan suya, tan real, cruda, desnuda, sin academicismos ni envoltorios sutiles. Tan humilde, popular y auténtica.

Toda persona que esté interesada en profundizar en su vida puede consultar su autobiografía, “La revolución por el tejado” publicada por Txalaparta, o ver el documental “Lucio, anarquista y albañil”.

Diego Marín Roig (AraInfo).- Su padre dijo una vez que si volviera a nacer sería anarquista. ¿Usted que ya es anarquista, si volviera nacer, volvería a ser el mismo?

Lucio Urtubia.- Yo no creo en nada, pero creo en todo, porque yo mismo me creo lo que he vivido y lo que estoy viviendo: Yo, un desgraciado, un desertor, un bandido, una anarquista, todo lo que han querido, si tuviese que empezar mi vida, la empezaría igual. Porque estoy recibiendo lo que no puedo creer. ¿Es que no es una riqueza estar rodeado de gente buena? Qué riqueza es cuando voy a los sitios y veo los llenazos. Acaba de salir mi último libro, y aún sin terminar de editarlo todavía, los italianos ya lo han comprado, y ya están traduciendo y haciendo una obra de teatro al mismo tiempo. Me quedo asombrado. Por eso hay que creer en nosotros.

DMR (A).- Dice que perdió el respeto a todo lo establecido, iglesia, estado y propiedad privada, porque nació pobre, y que esa ha sido su libertad para la creación.

LU.- Los creadores de todo somos los pobres, los trabajadores. Para mí un trabajador, pues es un médico, un arquitecto, un campesino… La pobreza es la creadora de todo. Los EEUU fueron creados por los muertos de hambre del mundo entero. Somos nosotros los creadores de todo, y los destructores de todo, porque en nosotros está la ambición de vivir mejor, de hacer bien, todas esas cosas. Los que tienen, cuando están en el poder, en qué van a pensar…el que más tiene más quiere. Por eso estoy en contra de la riqueza, no de la riqueza, sino de la mala utilización de la riqueza. Si podemos crear algo, ¿por qué no lo vamos a hacer? Yo estoy por la creación. Nosotros no somos inferiores a nadie. Probemos que somos capaces. Probemos. Porque una cosa es hablar, y otra cosa es el hacer. Yo creo que nosotros tenemos que hacer para justificar que somos capaces de hacer.

DMR (A).- Veo que insiste mucho en eso de hacer y crear…

LU.- Aun cuando estoy durmiendo hago más que muchos, más que muchos anarquistas que no hacen nada…aun cuando duermo. Qué diferencia hay entre un cura que no hace nada y un anarquista que no hace nada. Bueno, pues eso es lo que hay que hacer. El ser humano es lo que es por lo que hace. De sermones los curas, y de discursos los políticos. Acabemos, seamos creadores, seamos creadores de hacer. Nada cae del cielo, lo sabemos, bueno, pues lo que hay que hacer es no esperar nada. Yo era un muerto de hambre que no tenía ni pan ni alpargatas. Mi padre reclamándome que lo matase porque no había ni aspirina en aquella época. Hoy día se tienen muchas cosas, pero esas cosas si no sabemos utilizarlas no sirven de nada. Yo era un muerto de hambre, ni pan ni alpargatas tenía. Esa ha sido mi riqueza… ¿Cómo iba yo a respetar a una sociedad? Y los ricos ¿Cómo van a dar? Los ricos no dan, los ricos están en su engranaje. Los pobres somos los creadores, y somos los que tenemos la necesidad de cambiar esta sociedad. Pero para ello tenemos que tener un ejemplo.

La riqueza es el dar. Estaba en Milagro, y un hombre de Milagro me dice: Lucio tu empleas palabras cristianas, Y le contesté: Yo hago y digo lo que los anarquistas me han enseñado. Los anarquistas son eso, son el ejemplo. Si das recibes. Si no das nada, no eres creíble. El ser es lo que es, por lo que hace. Lo demás todo es mentira.

Yo soy de los que creo, no como mucha gente marginal, que sin el trabajo no vamos a ningún sitio. El trabajo es todo. Para escribir, para plantar, para vendimiar, para crear la mínima cosa, para comer incluso. Para cualquier cosa no hay otra solución que el trabajo.

DMR (A)- En su libro habla de las empresas que ha creado. ¿Nos puede contar como son y en qué consisten?

LU.- Yo he creado las dos empresas esas, y si pudiese crear cientos de empresas, pequeñas empresas como esas lo haría. A nivel de grandes empresas, ni conozco ni me interesa. A mí lo que me interesa es el vivir, el compartir. Mis dos empresas son en honor a la Comuna de París. Es mi yerno el que las lleva. Y ya te digo, para mí, la gente que está en la empresa son la gente con la que yo contacté al principio.

Hoy mi empresa funciona más que nunca. Consiste en hacer exposiciones, muchas de ellas de presos que están en las cárceles y hacen sus exposiciones de pintura, o de marroquinería, o de lo que se puede. Luego hay otra gente que yo he sacado de la cárcel, y que ayuda y entre todos hemos hecho un grupo que nos ocupamos de presos. Hacemos lo que podemos con relación a los presos.

Es el espacio Louis Michel, que era una mujer de la comuna de Paris, aquí se le llamaba la Virgen Roja.

DMR (A).- Siempre nos han insistido mucho que no hay que robar, que hay que respetar los bienes de cada cual…

LU.- ¿El robar? Pues que cosa más normal que robar. Lo que pasa que si vas a robar para ir a la cárcel 20 años, pues si no lo haces bien, pues yo estoy en contra también. Para mí la libertad es indispensable.

DMR (A).- Eso de atracar los bancos eran otros tiempos, la cosa ha cambiado, la tecnología y la represión ha avanzado muchísimo ¿Crees que sería el momento de apostar de nuevo por la propaganda por el hecho y la acción directa?

LU.- Yo no sé, yo no te puedo decir. De la misma forma yo veo en el mundo entero que no ha habido jamás tanta necesidad de práctica de una forma libertaria y anarquista. Yo lo veo en todos los sitios.

DMR (A).- Usted lo puso en práctica en más de una ocasión, ¿No es así?

LU.- Claro. Yo ya digo, que placer robar a los bancos, que placer estafar a los bancos, qué placer utilizar el dinero de los bancos, qué placer robar máquinas y máquinas. Aún hay una máquina en Tudela enterrada. Te voy a contar la historia. Fuimos a comer al restaurante “El Rancho Grande”, y había venido varia gente de Pamplona, entre ellos Fermin Munárriz, y varios del Gara y de otros sitios, los anarcos de Tudela, etc. Éramos unos 20. Cuando pedimos la cuenta el hombre del bar nos dijo: Está pagada, y digo, y ¿quién ha pagado? Y dice, aquel. Yo fui a verlo, y le dije, ¿Por qué ha pagado? Y me dice, ¿No me conoces? Y digo, no. Y dice, pues tú nos mandaste una máquina, una fotocopiadora de aquella época, y está enterrada. La enterramos porque nos buscaban. Los de Gara quieren desenterrarla.

Qué placer robar máquinas para mandarlas a América, donde hemos mandado imprentas enteras. Qué placer cuando prohíben Egin, en el País Vasco, que placer decirle a un anarquista de Hernani que fue y vio a la gente de dirección de Egin, que estaba prohibido, diciéndoles “podemos continuar”. Yo tengo una pequeña offset y podéis continuar sacando Egin. Y de esa máquina también fui yo el expropiador. Qué placer el hacer bien.

DMR (A).- Hablaba antes de tener un ejemplo, y del ejemplo que para usted han sido los anarquistas. Entre sus referentes se encuentra el Quico Sabaté, ¿En qué le influyó?

LU.- Yo no sabía nada, llego allí (a Paris) como desertor. Yo me creía que era comunista, comprendes. Y trabajando, gente me pregunta, y tú que ideal tienes, y digo, yo soy comunista. Yo creía que era comunista porque la publicidad del franquismo decía que todo era comunismo, y no había habido comunistas. La historia en España la habían creado los anarquistas y los socialistas, estemos de acuerdo o no estemos. Y claro, en esas condiciones, yo aterrizo allí, y cierto día el secretario de la CNT Germinal Galía me dijo si podría yo albergar a alguien que necesitaba durante cierto tiempo albergarlo hasta encontrarle otra cosa. Yo le dije, pues de acuerdo. Y cuando estoy subiendo en la primera casa con ellos que fui a comer, tres suben por la escalera principal y yo con otro por la escalera de servicio, y subiendo por la escalera de servicio en la oscuridad, oigo un ruido detrás de mí, y alguien que habría una navaja enorme, de puntos, y me quedé aterrorizado, y él me dice, nano no te fíes nunca de nadie, y era Quico, pero yo no sabía quién era. Fuimos a casa, le dije, ven cuando quieras, y a los días volví de mi trabajo, fui a coger la llave, y allí había un hombre preparando una ensalada, empezamos a comer, a cenar, y yo le pregunté, pero tú quien eres, y me dice, soy Quico Sabaté. Para mi aquello era el milagro de San francisco Javier, encontrarme ante un hombre parecido en esas condiciones, buscadísimo por todo el mundo, que hacía cosas extraordinarias. Los periódicos hablaban mucho de él, sobretodo de lo que hacía, de lo que había hecho. Nos hicimos amigos, y cierto día, él es el que me da otra de las cosas imposibles que existen. Cuando yo digo por ejemplo, un libro, un encuentro, una palabra, una película, cualquier cosa puede influenciarnos y hacernos cambiar. Para mí el que me hizo cambiar fue Quico Sabaté. Cuando me hablaba, ¡qué sabía yo!, si lo único que había leído había sido la hoja parroquial de Cascante, y claro, cuando él me hablaba, me hablaba del verdadero comunismo, el comunismo libertario, donde habría escuelas para todos los chiquillos y hospitales para todos los ancianos y para todos todo. De eso es de lo que me hablaba. Que nadie tendría problemas en la sociedad. Compartir y repartir. Y claro, eso es lo que verdaderamente me hizo cambiar.

En esas condiciones yo conozco a Quico Sabaté. Él es el que cierta noche me trae un paquete con su metralleta Thomson, la 1143, y la famosa navaja. Yo tenía que haber ido a liberarlo de la gendarmería, otra locura, otra cosa increíble de todo lo que he vivido, que no fue necesario. Hizo 8 meses de cárcel, le habían prometido 6, pero hizo 8.

Nada me pertenece, nada es mío. He tenido esa suerte. Nada es mío. Si yo no hubiese conocido a aquella gente, toda esa gente que habían luchado, que estaban locos, la CNT particularmente estaban locos, mira que querer cambiar el mundo como quisieron cambiarlo. Pero qué locura, que locura más buena comprendes. Son ellos los que me han dado lo que soy, nada es mío.

DMR (A).- En Aragón tenemos la tradición libertaria del Consejo de Aragón. ¿Qué valor le dabais los exiliados de los 70 a la memoria anarquista de la Guerra Civil?

LU.- Hombre, en aquel entonces vivíamos en lo que creíamos. Uno cree individualmente, pero en aquella época creíamos era la solución, y las estábamos viviendo. Se vivía. La gente que estaba refugiada en Francia, siempre vivía con la mirada hacia España.

Por eso hay que luchar, para no olvidar. Os dais cuenta que son cerca de 4000 los fusilados aquí. Gente jornalera, campesinos que no habían hecho ningún mal a nadie. Y todo ello, todo ello, porque aún continuáis (En en Estado Español) siendo muy practicantes en la iglesia. La iglesia fue la culpable de todo. Los fusilados eran gente que no era ni antireligiosa aquella gente que fusilaron. Por ejemplo lo que ocurrió aquí en nuestra tierra, que yo continuamente lloro, lloro, se me escapa porque es que es algo que no se puede ni imaginar.

Hubo un anarquista, Melchor Rodríguez. Cuando sale de la cárcel García Oliver, que lo hacen ministro, necesitaba alguien con él para ayudarlo en el conocimiento de las cárceles. Yo soy de los que digo, la cárcel ni para mis enemigos. No sé si tengo razón o no la tengo, yo así lo pienso. Cuando veo y por ejemplo me hablan de este paisano nuestro, Urdangarín, pues yo ni para él quiero la cárcel. Lo que hay que hacer con él es cogerle todo lo que robado, y nada más. La cárcel para qué, si no sirve de nada. Y este hombre, Melchor Rodríguez había estado treinta y tantas veces en la cárcel de Córdoba, era un pequeño delincuente, una buenísima persona. G. Oliver lo coge para ayudarle y orientarlo, porque él estaba en la cárcel aún cuando el movimiento. Lo saca G. Oliver para que se ocupe de director de prisiones, y este es el que escribe: Prefiero morir por mis ideas, que matar por ellas. Este es Melchor Rodríguez. Este hombre no permitió que se matara a nadie, ni de izquierdas, ni de derechas. Cuando murió este hombre había una fila en la acera en un lugar todos los falangistas, y en la acera de enfrente los anarquistas. Esta gente son el ejemplo.

DMR (A).- Y hoy ¿Qué opinión le merece todo este proceso que se ha puesto en marcha en el Estado Español con el tema de Podemos y los Ganemos?

LU- Hay que hacer trabajo porque nada cae del cielo, y tener paciencia con toda esta gente que está en los gobiernos. En vez de pasar el tiempo como lo pasamos, hay que pensar, que no creo que tardemos mucho a tener una responsabilidad en esta sociedad.

Imaginémonos, que no sé cómo pueden terminar las cosas, pero, como yo no creo en nada, y creo en todo, no os extrañe que del día a la mañana, salgan cosas en España, que nos parece impensable, imposible e increíble hoy día. Pueden existir, como en otras partes del mundo, de la mínima cosa puede salir verdaderamente algo que jamás hubiésemos pensado.

No sabemos nada. Yo creo que sí, que vamos hacia ello, pero no sabemos nada, y ya te digo, puede ser del día a la mañana, podemos ir hacia la utopía verdaderamente, buena y positiva, como hacia la utopía negativa. No sabemos nada. Pero ya te digo, imagínate que del día a la mañana se ocupa un gobierno. Pero todo el resto va a seguir. Es así como pasa en la vida.

DMR (A).- ¿Cómo hacer para convencer a la gente trabajadora de que la utopía es posible? ¿Qué les diría?

LU.- Si yo tuviese la solución, si alguien tuviese la solución…nadie tiene la solución. Por eso los marxistas, como el clero, se han equivocado. Han afirmado, han tenido afirmaciones, y es todo una mentira. Ojalá que supiésemos lo que hay que hacer. Ojalá que supiera que hubiésemos encontrado el camino. Nadie tiene el camino.

DMR (A).- ¿Entonces no hay solución?

LU- La solución vendrá luchando. Y esta lucha, pues puede llevarnos un día, como ha llevado en Túnez aquella famosa historia de aquella mujer que vendía tomates y ensaladas y le vuelcan el carro y se lo patalean, y la vendedora con aquel carrico ganaba lo que podía para sus chiquillos, bueno, pues qué hizo la mujer esa, se volcó una botella de gasolina y se dio fuego. Y eso ha sido lo que ha desbordado y de donde han nacido todas las revoluciones de África. Por eso, no os extrañe, tenéis que estar preparados porque en España, puede ser.

Yo estoy contentísimo de lo que estoy viendo en todos los sitios, la cantidad de gente, hay una preocupación, y una juventud muy buena. No todo el mundo es revolucionario. Jamás ha sido todo el mundo revolucionario, pero hay que empezar por algo, y no os extrañe que del día a la mañana quien sabe lo que puede pasar. Imaginaos que del día a la mañana hay un grupo o alguien que interviene en la gobernación, que ocupa el gobierno, que ocupa ciertos lugares, un grupo nada más. No os extrañe que toda España siga en ese aspecto. Eso está a nuestro alcance, y yo no veo el por qué no va a pasar. Nadie sabemos nada. Ojalá que supiéramos, pero eso es una de las posibilidades. Yo nunca he creído en los poderes, y no creo en los poderes, porque los poderes nos llevan a la corrupción y a la idiotez. Creo que toda esta gente que está en los poderes se ocupan de sus cosas, pero no son más inteligentes que nosotros ni saben más. Hacen lo que pueden, pero como se han echado a perder no tienen ni cabeza. Hace falta ser imbéciles como son para tener todo lo que tienen y no saber hacer nada. Hay que ver los medios que hay en este puto país nuestro, y sin embargo no sirven de nada. Porque no saben hacer nada. Por eso cuando vemos por ejemplo las historias de Podemos, cuando vemos esas historias, pues no os extrañe, yo no creo que la gente una vez antes de que ocurran ciertos hechos que pueden llegar a ver, que pueden llegar a ver a la gente que ocupe ciertos lugares, no lo harán peor que lo que ya lo están haciendo los de ahora.

DMR (A).- Y con esta tierra navarra ¿Qué hacemos?

LU.- Hombre, pues hacer lo que estáis haciendo pero militando verdaderamente. Militando, escribiendo con pedazos de yeso por todos los sitios, escribiendo y hablando como se pueda. Hay gente muy boba que cree que yo no quiero a nuestra tierra. Encima de la puerta de mi casa está puesto “Sustraiak”, que es euskera es raíces, mis raíces. Yo llevo la boina, por qué llevo la boina, porque mi padre llevaba la boina, y los campesinos de Navarra llevaban la boina. Yo me considero hoy tan navarro como el primero. En cierta época yo odiaba esta tierra, porque en mi juventud yo no viví más que hambre, miseria, injusticia y crímenes.

DMR (A).- Siempre ha insistido usted en que ha tenido mucha suerte en su vida

LU.- Fíjate tú la educación que yo he tenido, iba con las hermanas carmelitas las pobres, aquellas mujeres, que qué sabían las pobres, me hablaban de Dios, me hablaban del diablo, me hablaban del cielo, me hablaban del infierno, me metían el miedo. Yo era un chiquillo. Fíjate lo que aquellas mujeres me querían inculcar. Tuve el coraje de romper, de no aceptar. Yo llego a París y me encuentro, yo que no había leído más que la hoja parroquial de mi pueblo, de Cascante, y del día a la mañana llego a París y me encuentro con periódicos anarquistas, libros anarquistas y trabajadores anarquistas. La primera suerte fue desertar, porque en aquella época si me hubieran detenido, pues hubiera sido robar a la Patria, que cojones la patria aquella. Aquella patria no era mi patria. Mi patria es la humanidad. La gente que hace bien. Cómo iba a querer yo a aquella patria. Y por robar al regimiento me hubieran aplicado seguramente la pena de muerte, por robar camisas o por robar pantalones, aquello que no era nada. Y claro, pues todo eso es lo que ha hecho de mí, la suerte, mi suerte. Y sobretodo el trabajar. Si uno no trabaja, no es creíble.

DMR (A).- Bertolt Brecht dice que las personas imprescindibles son las que luchan toda la vida. ¿Se puede ser anarquista a los 83 años?

LU.- Más que nunca porque haces un recuento del pasado y ves que las cosas positivas que has hecho o que la colectividad ha hecho son cosas buenas hechas colectivamente por los anarquistas. El sueño de cambiar ese, de cambiar la sociedad, es anarquista. Todo parte de las ideas libertarias.

DMR (A).- Y hoy, ¿ve el anarquismo con futuro?

Más que nunca. Las ideas anarquistas están de actualidad. Esta mujer, la Louis Michel es la que decía “todo poder corrompe, por eso soy anarquista. Vemos lo que han hecho los poderes. Nadie tiene confianza en ningún poder, porque no ha habido jamás ningún poder honrado y decente. Todos los poderes son criminales, y no se puede gobernar en el crimen.

 

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