Si hace 2 años alguien nos dice que entramos en el Congreso con 71 diputados, que llevamos 1 año trabajando en grupos fuertes en la oposición de los parlamentos autonómicos y que gobernamos los ayuntamientos de algunas de las mayores ciudades, no nos lo creeríamos.
Pese al desánimo ante las altas expectativas electorales, sigo teniendo claro por qué estoy aquí. Tiene sentido haber llegado hasta aquí. Las vidas de algunas personas están mejorando. Estamos cambiando leyes y abriendo las instituciones, controlando los desmanes de los gobiernos de siempre y frenando la corrupción. No vamos a acabar con las injusticias en 2 días, pero en eso estamos.
No nos conformamos, porque aspiramos a más y queríamos ganar. Ante las altas expectativas y para que no cunda la decepción, son días en los que invito a la paciencia, la serenidad, la responsabilidad y la valentía.
Podemos no somos un partido más. No somos socialdemócratas ni la confluencia de la izquierda. Esto va más allá y pierde sentido si repetimos errores del pasado. Es preciso innovar sin perder la radicalidad y las ganas de crear un mundo nuevo, hermoso y distinto al que nos rodea.
A nivel interno, son días de autocrítica y evolución. De poner en valor los frutos de 1 año de intenso trabajo en los ayuntamientos y parlamentos autonómicos. De reorganización y fortalecimiento de los grupos de trabajo, los círculos y las luchas populares. De activar la inteligencia colectiva, trabajarnos los egos y los individualismos. De mejorar la comunicación y las dinámicas, participar más y mejor en lo municipal y ser más en la gestión de lo común en los gobiernos del cambio. De trabajar mucho más en el territorio. De construir la red rural de gente activa y organizada.
Nadie dijo que la vía electoral fuera fácil. No disponemos de medios de comunicación propios y de alcance. Las fuerzas que ven peligrados sus privilegios, se encargan de difamar y atacarnos constantemente. Y eso mina nuestra capacidad de dar a conocer nuestros logros y se magnifican nuestros errores.
La presencia de nuestros portavoces en la televisión, suma. Pero no puede sustituir el contacto diario y cercano con la gente, con quienes nos rodean en casa, en el trabajo, en la escuela, en las calles, en los barrios y en los pueblos. El medio televisivo no puede ser un fin propagandístico sin más. Puede acercar a algunas personas pero, sobre todo, estimular el debate en las calles, la formación y la pedagogía política.
Aquí cabe todo el mundo. No sobra nadie. Y es momento de que pensemos en el afuera. En la gente. En quienes faltan. Hay que invitar a las personas que no nos han votado, a quienes no participan, a quienes no han encontrado su lugar desde el que hacer su parte hacia un mundo mejor. Información, seducción, atracción. La gente no es tonta. A lo sumo, egoísta. Pensamos en nosotros mismos y no tanto en las demás. Hay que trabajar una cultura colectiva en la que recuperemos la importancia de lo común. Constatemos que nos necesitamos los unos a los otros. Y dejar a alguien atrás no es una buena opción para nadie. Vivimos mejor con justicia social que sin ella. Todos.
Aunque la diversidad es una virtud y no un problema, aunque la pluralidad es maravillosa, como movimiento hemos de sentirnos cómodos en una esencia común definida, que de pie a unos mensajes hacia afuera claros, coherentes y no contradictorios.
Nuestros aliados no son los partidos de siempre, aunque necesitemos pactar con algunos para gobernar. Nuestras aliadas son las personas que necesitan y construyen cambios profundos.
Hay que responder a los golpes. Sin caer en la pugna estéril propia de los viejos partidos. Con serenidad y argumentos. Pero no callar. Las mentiras si se repiten muchas veces, tornan en verdades. Y esas hay que desmontarlas con razones poderosas y con contestaciones contundentes.
Como siempre digo, hace falta algo más. Es fundamental echarle ganas a la construcción de experiencias alternativas que muestren con el ejemplo. La mejor propaganda del Sí Se Puede.
Por último, yo que llevo un año de “agricultor en barbecho” y diputado en Las Cortes de Aragón, hago autocrítica y voy a tratar de pensar más en el pueblo y la tierra aragonesa. Estamos trabajando para todas las aragoneses, para que vivamos mejor. En eso estamos.