Recordar en una ciudad

Estaban dos personas sentadas mirando el horizonte a finales de septiembre, pensando lo que había pasado la anterior primavera, respiraban tranquilidad a la vez que se despertaba en ellos una extraña sensación al adentrarse en un otoño habiendo transcurrido el inicio de la estación del florecimiento de la naturaleza encerrados en casa. Aquella tarde habían paseado bajando por las calles de la ciudad observando cómo caían algunas hojas caducas de los platanares alineados por las aceras cuyo brote había sido inexplicablemente usurpado de su memoria y visión. La pasada primavera, recordaban, se habían encarcelado, lo definían oficialmente como confinación, lo …

ciudad
Foto: Pixabay

Estaban dos personas sentadas mirando el horizonte a finales de septiembre, pensando lo que había pasado la anterior primavera, respiraban tranquilidad a la vez que se despertaba en ellos una extraña sensación al adentrarse en un otoño habiendo transcurrido el inicio de la estación del florecimiento de la naturaleza encerrados en casa.

Aquella tarde habían paseado bajando por las calles de la ciudad observando cómo caían algunas hojas caducas de los platanares alineados por las aceras cuyo brote había sido inexplicablemente usurpado de su memoria y visión.

La pasada primavera, recordaban, se habían encarcelado, lo definían oficialmente como confinación, lo habían hecho convencidos, ellos solos por "motu proprio", pero en realidad se habían autorecluido por un miedo justificado en sus pequeñas prisiones de cristal con sus recuerdos, con sus libros, con sus hijos si los tenían, con sus ropas, músicas, sillones, camas, trabajos, deudas, amores, desamores, rodeados de todas "sus propiedades" pero encarcelados... Intuían que el celador no era solo el virus sino ellos mismos por intuir que formaban parte de la maquinaría prescindible del planeta.

Recordaban con ilusión cómo los balcones y las ventanas los arrancaban de sus tedios, de sus sueños, de sus series, de sus libros, de sus llamadas, de sus ordenadores, de sus no abrazos, de sus no besos, de las distancias obligadas, cada día a las 8 de la tarde casi bruscamente para reunirse con sus vecinos saludando desde las aberturas de las fachadas o patios a posibles nuevos amigos o sino como mínimo compañeros de galera, para aplaudir juntos frenéticamente homenajeando a los que trabajaban y también recordando a los que nos dejaban. En ese pequeño aquelarre espontáneo diario había mucha esperanza, un hilo de tristeza y buena música para compartir.

Estaban mirando el horizonte del mar dos personas en septiembre aquel horizonte en el que descansa la vista, que alivia, que relaja como el fuego de una chimenea como el sueño de un niño; se preguntaban qué había pasado, no distinguían lo que era realidad o ficción ni lo que creían haber vivido, si la realidad era su encarcelamiento o el nacimiento de las hojas, o a la inversa. Cómo podían seguir, cómo crecían sin su ayuda esas hojas cómo funcionaba el mundo el universo sin sus decisiones su autoridad y porque el horizonte era más limpio, más recortado, más transparente el del mar y el de la montaña de donde bajaban las rieras y torrentes que se juntaban con las rectas calles en dirección hacia el mar.

Desconcertados divagaban de como se atrevían las hojas a brotar sin su permiso rompiendo el confinamiento para luego caer, es que acaso no creían o conocían las leyes y normas, con sus peculiares, sujetos de hecho, mandato o prohibición, sanciones, con sus apéndices, excepciones y peculiaridades para nacer sin su presencia. Su ficción superaba a la realidad o al revés, la ficción era el nacimiento y caducidad de las hojas que desconocían o su encarcelamiento, tal vez la realidad era que todo funcionaba igual de bien cuando ellos eran una pura ficción encarcelada dentro de un mundo en que para su sobrevivencia eran prescindibles...

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies