Reconstruir Aragón: un acuerdo que nazca de y para la comunidad

Atender lo urgente sin obviar lo necesario resulta fundamental en estos difíciles momentos que nos han tocado vivir. Hablamos de la urgencia de salvar vidas y la necesidad de construir certidumbres más allá del abismo del final del confinamiento: eso que se ha venido a llamar reconstruir Aragón. Un debate más que oportuno en el Día de Aragón.

Foto: Ángel Santos (Unsplash)

Este 23 de abril merece un reconocimiento especial el pueblo aragonés que, como siempre, ha sabido estar a la altura y un recuerdo a quienes nos han dejado y a quienes no hemos podido despedir como necesitamos. Un reconocimiento que ha de concretarse en un compromiso para que, cuando esto pase y empiece todo, cualquier debate que tengamos sobre el futuro de Aragón, sus servicios públicos o su tejido productivo, tenga como objetivo no dejar atrás a quienes hoy están poniéndose al frente.

Ese compromiso nos exige, especialmente a las organizaciones políticas, no caer en la trampa de secuestrar lo que no es patrimonio nuestro sino de la sociedad en su conjunto, es decir qué Aragón queremos. Hoy, nuestra sociedad está dando ejemplo de compromiso y esfuerzo y su participación, mañana, será imprescindible para esa reconstrucción social y política, más allá de los grupos políticos que estamos representados en el Parlamento.

Debemos impedir que la mediocridad acabe asfixiando palabras como pacto o unidad. La reconstrucción de nuestra tierra debe ser escrita con todas las caligrafías, especialmente las de los trabajadores y las trabajadoras. Porque hacen posible el día a día y esperan su momento para levantar nuevos horizontes, anhelos y esperanzas colectivas.

Desde IU nos volcaremos en la búsqueda de ese acuerdo. Hay quien dice que es preciso aparcar las ideologías en estos momentos. Sinceramente creo que además de imposible sería negativo. Lo que sí debemos hacer entre todos es tratar de incorporar al acuerdo los aprendizajes que esta terrible pandemia nos deja y actuar con sentido común. ¿Qué hay más evidente hoy que la importancia de mejorar nuestra sanidad, educación, servicios sociales? ¿Qué es más obvio que nuestra incapacidad para producir mascarillas? ¿Qué hubiese pasado en una sociedad sin el papel director de lo público y sus instituciones? ¿Cómo afrontar el coste de esta crisis sino repartiendo justamente las cargas que genera?

Solo teniendo en cuenta estas cuestiones alcanzaremos un acuerdo que nazca de y para la Comunidad, que la fortalezca. Un acuerdo justo que reparta los esfuerzos para evitar salir de esta crisis con más desigualdad. Debemos impedir que nadie se quede atrás para hacer más grande a esta tierra rebosante de esfuerzo, resistencia, creatividad e ilusión. Pero nos debe servir también para superar antiguas frustraciones y conseguir al fin nuestras históricas aspiraciones. Para ello es preciso desplegar el espíritu y el compromiso demostrado ahora y en otros momentos cruciales de nuestra Historia cargados, como éstos, de dureza e incertidumbre, pero sin duda también preñados de posibilidad y futuro.

Episodios en los que los aragoneses y las aragonesas supimos afrontar de forma excepcional retos históricos. Alianzas tejidas para la democratización de nuestra sociedad desde el campo a la empresa, desde los pueblos a los barrios; luchas unitarias por el autogobierno o históricas movilizaciones y acuerdos por nuestros derechos, en defensa de nuestro campo, del Ebro y contra su trasvase o el trabajo incansable del movimiento feminista para enseñarnos que sólo una sociedad unida puede plantar cara a la violencia machista en sus múltiples facetas.

Hoy la adversidad es inédita, la urgencia de superarla es lo prioritario, pero no perdamos de vista que una vez pase, todos y todas debemos participar en la construcción una nueva etapa en Aragón. Debemos trabajar para que sea esta una etapa de derechos y justicia, de igualdad y fraternidad. En nuestras manos está alcanzarlo y hoy 23 de abril, día de Aragón, es el mejor día para recordarlo y reivindicarlo.

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