En el barrio del Gancho de Zaragoza ha abierto sus puertas una pequeña librería con ladrillo vista, techo de madera y suelo de cemento. Cuando entras un sillón amarillo te saluda con las novedades editoriales y, al fondo te espera una pared con un pantone imposible, ¿verde-azul-turquesa-oscuro? Ahí, entre ensayos y revistas, pasa los días Raúl Royo, un librero con muchas ideas en marcha y otras tantas por venir, hablamos con él sobre esta aventura, sobre el barrio, sobre la fauna que habita el ecosistema capitalista y, sobre todo, de ese extraordinario objeto que es el libro.
¿Qué podemos encontrar en La Montonera? ¿De dónde surge la idea de montar una librería?
El proyecto en mi cabeza empieza hace un año, tomo una decisión sobre qué hacer con mi vida, dónde acumular los próximos años. Siempre me han gustado mucho los libros, estudié un Máster de Edición Editorial, y empiezo a armar eso en mi cabeza. Luego empiezas compartirlo con más gente y empiezo a tramar el plan, conseguir la financiación, los avales de la gente, etc. Este es el origen del proyecto.
¿Qué se puede encontrar aquí? Es una librería especializada en ensayo y humanidades y sí que es cierto que dentro de ese campo pues hay algunas secciones donde al comienzo se ha hecho un esfuerzo grande. Un poco para decir ‘este es el concepto de la librería’, podría ser la sección de pensamiento y teoría política, la sección de feminismos y la sección de cultura pop o estudios culturales. Serían las tres patas fundamentales del proyecto de La Montonera.
Luego hay otras secciones que acompañan como son comunicación, política, ciencia, economía política, trabajo social. Quiero ir ampliando esas líneas de trabajo pero sí que diría que a la hora de hacer la postal de visita, esas tres patas sería con las que definiría la librería. Luego también hay novela de novedades con una sección más pequeña pero más cuidada.
La idea de la sección de novela gráfica infantil es traer esos campos al concepto general. No es tener novela gráfica por tenerla sino tener novela gráfica que sea ensayo, que sea ciencia, que sea crónica. Y en el mundo infantil un poco lo mismo, no es que sean cuentos de entretenimiento sino que sean cuestiones que tienen que ver con la pedagogía… Esto es más difícil de explicar pero cuando se ve, creo que se ve muy bien.
Un ejemplo…
Pues el ‘¿Quién manda aquí?’ de Takatuka, los de ‘Tetas’ de Mediavaca que son como libros formativos, el de ‘Luchadoras’ y ‘Creativas’ o este de ‘Los tres cerditos’ que es de una pareja que cogen cuentos clásicos pero los actualizan al siglo XXI en el sentido de perspectiva de género, de clase, etc., que igual cuando se escribieron no eran parte de la sociedad pero ahora sí y esos cuentos necesitan se repensados y ser recontados y además con una ilustración súper bonita.
Además de ser una librería, ¿esto es otra cosa?
No es secreto que de nacimiento no somos una librería sino que además es un proyecto de actividades asociado donde lo vamos a aterrizar como club de lectura, seminarios, talleres y, en parte, con la esperanza y el sueño de que esto sea la excusa de encontrarnos. Después de unos años que han sido muy difícil reencontrarse y, sobre todo, como esa dimensión corporal y afectiva de pensamiento y de la política, ser la excusa también para generar una especie de polo de pensamiento crítico.

Has elegido el barrio del Gancho para acoger La Montonera, ¿hay alguna razón detrás?
Todas, siempre desde que lo empecé a soñar siempre pensé que iba a estar por aquí. Creo que es un espacio geográfico de la ciudad que estaba abierto a tener un proyecto como este. No estaba saturado, esto no tendría sentido en el centro ni tendría sentido en la universidad porque ya hay librerías que ocupan ese espacio. Por otra parte, sí que tenía el proyecto de ser una librería de ciudad, que estuviera abierta a toda la ciudad y para eso tenía que estar en el centro y cerca del tranvía.
Pero el centro es muy abstracto, esto (el barrio del Gancho) es muy concreto, aquí hay unas redes vecinales, comunitarias, culturales y políticas que me parecen increíbles y a las cuales pensaba que el proyecto de La Montonera podría sumar algo o podría aportar cosas.
Y porque es un barrio que me encanta, yo he sido vecino, ahora vivo al otro lado del Casco Histórico, tampoco vivo muy lejos, era un barrio que conocía y me sentía cómodo. Creía que era el lugar.
Hemos pasado dos años tenebrosos, ¿por qué una librería ahora? ¿puede ser que haya aumentado la lectura?
Estas son las preguntas del millón, por qué una librería y por qué no una de segunda mano, son las dos preguntas que más me hacen. Creo que necesitamos este tipo de espacio y ahora más que nunca, es una frase hecha pero este tipo de espacios que sirven para encontrarse creo que son muy necesarios.
Creo que las librerías siempre son necesarias, no sé cuánto le queda al libro como tecnología pero tranquilamente 200 años más vamos tener y luego creo sí que es cierto que era un buen momento para montar una librería en el sentido que tú decías. Las estadísticas de lectura y de venta de libros llevan subiendo sostenidamente, con una pendiente suave pero sostenida, en los últimos 10-12 años.
Sí que es cierto que con la pandemia se ha leído más, se ha comprado más, si nos damos cuenta han abierto en el último año en todo el Estado unas cuantas librerías súper interesantes. La pandemia significó bastantes cosas chungas pero también fue una oportunidad para repensar cuáles eran las prioridades de lo que uno o una quería hacer, dónde había que acumular…
Hay un depredador que es Amazon que se lo está comiendo todo, ¿por qué apostar por las librerías pequeñas?
El depredador existe y se ha ido comiendo cuota de mercado pero no diría que su presa actualmente sea este tipo de librerías, las librerías especializadas siguen siendo el canal de compra favorito de la gente que compra libros.
Hay gente que compra libros y hay gente que le gusta comprar libros en librerías y ese es el perfil de gente al que nos dirigimos. Las librerías siguen siendo las número 1 y lo que sí está perdiendo mucha cuota de mercado son, sobre todo, las grandes cadenas y supermercados. Ahí sí, y que se jodan.
Un espacio como este en principio no va funcionar porque venda mucho por internet, esa no va ser la clave del éxito. Ahora no ha empezado la librería con una tienda online pero yo aspiro que en medio plazo eso exista pero no va de eso, no se va a hacer especial gracias a eso. Hay que hacer trincheras de resistencia y también saber dónde el enemigo puede mover y dónde no puede mover.

Hay como un ritual a la hora de comprar un libro, entrar en la librería, mirar los libros…
Lo que las nuevas tecnologías han hecho posible es que se disgregue el contenido del continente. Antes estaba muy fundido, la única manera de llegar al contenido de un libro era un libro físico. Ahora se ha desligado.
Hay veces que uno no se necesita el papel aunque hay que decir que la filosofía del siglo XIX en papel se estudia bien, en la tablet se estudia mal, es así. Pero luego a la gente que le gustan los libros es porque tiene una relación particular con ese objeto cultural, tecnológico y artístico que es el libro y eso es invaluable y es un poco lo que aquí tiene lugar. Esa cosa de llegar y pasear la mano por los libros como si fuesen las espigas de Gladiator pues es una cosa que la que lo sabe pues lo sabe y es la experiencia que aquí se puede dar.
¿Qué lee un librero? ¿Cuál es el libro que estás leyendo ahora?
Me leí hace poco el de ‘Atención Radical’ de Julia Bell, he estado leyendo ‘Los talleres ocultos del capital’ de Nancy Fraser porque vamos a hacer un seminario. Estoy leyendo ‘El pensamiento conspiranoico’ que es una novedad que salió hace poco y estoy con una novela de principios de siglo ‘El club de los negocios raros’ que es una novela muy clásica, del siglo XX no de este que también se queda viejo ya, porque Chesterton me entretiene mucho.
De los libros que tienes ahora en la librería, tres que recomiendas.
Es difícil, es como elegir entre tus hijas e hijos, es muy complicado. Por cortar por algún sitio porque hay cosas que son sentimentales que yo elegiría libros porque para mí son especiales y los tengo aquí, por ejemplo, ‘En pos del milenio’ para mí es un libro muy especial que en un momento dado me abrió la cabeza a ciertos mundos y ciertas ideas políticas.
Por cortar por algún sitio diré novedades. ‘Palacios del pueblo’ que es un ensayo que ha salido recientemente y reflexiona sobre cómo la calidad de la democracia o de la convivencia está relacionada con infraestructuras físicas, que no son solo valores abstractos que dependen de la buena voluntad sino que de alguna manera toman consistencia y se hacen realidad porque existen infraestructuras físicas que los habilitan: plazas, calles, museos, bibliotecas, incluso habla de las iglesias como esa dimensión comunitaria que tienen. Y qué pasa cuando empiezas a recortar ahí, hacer que esos espacios se degraden y que no tengan inversión y se privaticen. La consecuencia inmediata es que todas esas cosas, todos esos valores de la democracia se degradan.
El de ‘Brujas, caza de brujas y mujeres’ de Silvia Federici en parte porque ‘Calibán y la bruja’ fue un libro absolutamente extraordinario, con los pocos años que tiene ya es un clásico no solo del feminismo, sino también de la teoría de los comunes, incluso de la economía política contemporánea. En este nuevo libro reflexiona y amplía el núcleo de lo que expuso en ‘Calibán y la bruja’.
Me está gustando mucho lo que están haciendo María Bastarós y Nacho Segarra con Lumen. Tanto 'Herstory' como 'Sex book' que ha salido recientemente son como historia ilustrada del feminismo y de la sexualidad pero por una parte como un objeto precioso y, por otra, porque está súper bien elaborado, con una perspectiva muy inteligente.