¿Qué tipo de independencia proclamará Puigdemont?

El president de la Generalitat de Catalunya comparecerá esta tarde a las 18.00 horas al Parlament de Catalunya para hacer efectivos los resultados del referéndum del pasado 1 de octubre. La incógnita: qué tipo de independencia declarará.

Puigdemont durante una comparecencia institucional. Foto: Govern

A las 18.00 horas de la tarde del 10 de octubre, Carles Puigdemont comparecerá públicamente en el Parlament de Catalunya para determinar cómo se lleva a cabo la desconexión de Catalunya del estado español. Ayer Puigdemont se reunía con sus consellers y conselleras para perfilar su discurso y esta mañana ha trasladado al consejo ejecutivo las líneas maestras del mismo.

Ya hay quien afirma que este es la comparecencia más importante de la carrera política del president de la Generalitat, y a juzgar por el gran despliegue de medios de comunicación que hoy asistirán a la cámara de representantes de Catalunya, todo hace indicar que así va a ser. 938 acreditaciones adicionales para prensa de las cuales 358 corresponden a medios internacionales. A todas ellas hay que sumar las acreditaciones permanentes que harán que los y las periodistas sean en el Parlament esta tarde más de 1.000.

A la misma hora, las organizaciones cívicas independentistas y la CUP han convocado una concentración enfrente del Parlament para presionar/apoyar al president de la Generalitat en su DUI.

La pregunta que todo el mundo se hace -y en este caso todo el mundo no parece una exageración-, es sobre qué dirá Puigdemont. Parecía que declarar un estado independiente era cosa de afirmarlo democrática y políticamente. Sin embargo, nada es tan sencillo. Como destaca el Beñat Zaldua en el diario vasco Gara, lo más importante de esta tarde no es saber cómo proclamará la independencia el president de la Generalitat, sino en qué términos se ejecutará la declaración de desconexión.

Con el artículo 4.4 de la ley del referéndum en mano presentada el 4 de julio esto es lo que debería hacer el govern: “Si en el recuento de votos válidamente emitidos hay más afirmativos que negativos, el resultado implica la independencia de Catalunya. A efectos de esto, el Parlament de Catalunya dentro de los dos días siguientes a la proclamación de los resultados por parte de la Sindicatura electoral, celebrará una sesión ordinaria para efectuar la declaración formal de la independencia de Catalunya, sus efectos y acordar el inicio del proceso constituyente”.

Poco podían prever quienes redactaron estas líneas que en la celebración de referéndum cambiarían tanto las cosas. El primer suceso relevante fue la disolución de la sindicatura electoral. El segundo la brutal represión de las fuerzas de seguridad del estado español. El tercero y el que más preocupa al ala de derechas del Govern, la fuga de sedes sociales de las empresas catalanas. Con todas estas salvedades, el escenario con el que se encuentra el independentismo hoy no se adapta a ningún marco preestablecido.

Es por todo ello que empiezan a sonar algunas voces como la del eurodiputado por Convergencia Democrática Ramón Tramosa que apuntan hacia una declaración de independencia a la eslovena. Eso significa declarar la independencia en diferido, es decir proclamar la desconexión ahora y negociar una salida pacífica con el estado español durante seis meses. Con esta estrategia lo que se pretende es hacer intervenir a Europa -Europa como ese magma de gobiernos extranjeros, organizaciones de derechos humanos, diarios y partidos políticos ubicados en el Viejo Continente-. No parece una opción descabellada pues como Zaldua apunta: “la paradoja es evidente: sin mediación o reconocimiento internacional, la Declaración no supone mucho más que un brindis al sol; y sin ella, la mediación es una quimera".

Con este movimiento el Govern pretende salvaguardar dos capitales obtenidos durante el referéndum del 1-O: el apoyo no independentista que se labró el movimiento después de las cargas policiales y no perder el crédito que este mismo suceso le ha dado en los medios de prensa y organizaciones internacionales. En el primero de los casos, son notorias las declaraciones que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, situándose en la línea de Miquel Iceta, ha hecho recientemente. No se quiere ni DUI ni 155. Puede que una declaración en diferido sea la mejor opción para convencer a los Comunes, con todo, parece imposible que el PSC se sume a esta propuesta. Más que nada porque el partido subsidiario del PSOE pese a las altisonantes palabras de su líder y de Josep Borrell está más cercano a la intervención de la autonomía que a la legitimidad del referéndum.

Al mismo tiempo, pese a que esta opción puede hacer ensanchar el apoyo por la base electoral de la izquierda no independentista, una decisión de este tipo puede defraudar a los socios del PDdCAT en el Govern. La CUP no vería con buenos ojos que no se declarara la independencia de forma taxativa hoy. ¿O quizás sí?

Todo es muy bonito porque a Puigdemont no le faltan opciones para poder contentar a todo el mundo. Todo es muy bonito siempre y cuando no se tenga en cuenta que, al otro lado, el “interlocutor” es el estado español.  Citando de nuevo a Zaldua: “Si el discurso resulta contundente, sin duda Rajoy volverá poner en marcha una maquinaría que está perfectamente engrasada y que cuenta con la bendición y el empuje de Felipe de Borbón. El problema es que nadie garantiza que, aunque Puigdemont rebaje su Declaración, el Estado vaya a hacer lo mismo”.

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