Purna, contagioso espíritu de rebeldía en el Día Nacional de Aragón

Ningún pueblo conmemora su derrota, sin embargo el aragonés, o más bien las aragonesas concienciadas, siguen año tras año recordando la fecha en la que comienza el fin de su reconocimiento como pueblo. El 20 d’aviento es algo más que un simple día nacional, es la culminación de un proceso, el fin de una etapa y el comienzo de otra. Hoy es el llamamiento a un nuevo renacer, la actualización de un pasado oscuro que irremediablemente retorna envolviendo el presente. Aragón ha de dejar de ser una cabeza cortada y esto es lo que cada 20 d’aviento nos recuerdan desde …

Ningún pueblo conmemora su derrota, sin embargo el aragonés, o más bien las aragonesas concienciadas, siguen año tras año recordando la fecha en la que comienza el fin de su reconocimiento como pueblo.

El 20 d’aviento es algo más que un simple día nacional, es la culminación de un proceso, el fin de una etapa y el comienzo de otra. Hoy es el llamamiento a un nuevo renacer, la actualización de un pasado oscuro que irremediablemente retorna envolviendo el presente.

Aragón ha de dejar de ser una cabeza cortada y esto es lo que cada 20 d’aviento nos recuerdan desde sus tumbas quienes lucharon por un derecho que sobrepasaba con creces las formas de su expresión formal: no se trata de fueros o de una mera legalidad, lo que se esconde tras esto no es otra cosa que el mismo derecho a la existencia que en esta etapa de la historia toma ya para Aragón un cariz trágico.

El 20 d’aviento representa un espíritu de rebeldía que nos contagia desde los remotos tiempos de la derrota, es un llamamiento a hacer justicia ante lo que en su día quedó inacabado y que aún hoy continúa sin estar resuelto. Ese espíritu es en buena medida el que nos llama y nos mueve hoy, es el que nos enseña cuál es el camino que sigue siendo el mismo pese a tantos años transcurridos.

El espíritu del 20 d’aviento es una apelación del pasado para afrontar el futuro, un grito de ultratumba que condicione el presente y que nos fuerza a hacer de nuestro país una nueva alteración. La justicia histórica busca convertir este anhelo de alteración en una auténtica sublevación, convertir al pueblo aragonés en un sujeto en conflicto como método para afrontar las condiciones de nuestra actualidad.

El Aragón de hoy no es muy diferente al Aragón de Juan de Lanuza, cambian las formas pero sigue siendo sustancialmente lo mismo y lo seguirá siendo mientras no se concluya la tarea que él dejó inconclusa. El país ha pasado demasiado tiempo a la sombra y nuestro compromiso hoy ante el Justicia ha de ser recuperar su capacidad como sujeto de ruptura y de transformación, identificar todas las luchas que a día de hoy nos atañen, todas las oposiciones en las que nos encontramos, con lo que el pueblo aragonés representa y debe representar.

El 20 d’aviento no es tan sólo recordar el pasado, es un manifiesto hacia el futuro, hacia lo que ha de venir, lo que hemos de construir. Y si este espíritu de rebeldía, que como una tempestad recorre el devenir de nuestro pueblo, existe en alguna parte es encarnado en el independentismo revolucionario.

Sólo éste ha venido a concretarse como posibilidad de futuro del país; no ha olvidado Aragón, todo lo contrario, lo ha actualizado, redefinido en las nuevas luchas y contra las nuevas miserias que su verdugo ha generado.

En un Aragón azotado por el paro y la miseria la única salida posible a esta situación se revela como un camino de ruptura radical con el sistema, como un proyecto de construcción del socialismo y de la profundización de los lazos internacionalistas. La juventud tiene aquí un papel muy destacado por jugar. Es el futuro que se nos viene encima y la responsabilidad de no dejar someterse a las relaciones de poder en las que nos encontramos.

La clase obrera no puede quedar impasible ante esta situación y aceptar sin más todos los ataques que se perpetran desde las instancias del poder, no lo hizo en 1591 y no lo hará tampoco hoy. La juventud independentista y revolucionaria se ha de emplear a fondo en esta tarea, para concienciar y organizar a la gran mayoría de juventud trabajadora que dadas las condiciones del sistema se encuentra ensimismada y desmovilizada.

Que nadie crea ingenuamente que las buenas gentes de Aragón van a despertar de un día para otro, que nadie piense que recogeremos los frutos de nuestro trabajo a corto o medio plazo. El pueblo aragonés tiene hoy las condiciones necesarias para despertar en lo social pero aún es pronto para hacerlo así en lo nacional. Y más de 500 años de colonización cultural y económica atestiguan lo que decimos, más de medio milenio de subjetivación española pesan demasiado como para que queramos recoger los frutos con tanta premura.

Pero nuestra presencia aquí, nuestra permanencia como independentistas, como aragoneses y aragonesas frente a la adversidad, esa existencia proyectada, es la prueba más fehaciente de que cuando llegue el momento, cuando la fruta esté madura, nuestra victoria será segura y el pueblo aragonés despertará de esta pesadilla llamada España, rompiendo sus cadenas y caminando hacia un nuevo horizonte lleno de soberanía y plena autoconciencia.

Nosotras, la izquierda independentista, somos la salvaguardia de la existencia de Aragón en la vorágine de la historia, ese es nuestro cometido y ese será nuestro legado. Y para ello hace falta juventud, por eso Purna es la base de este destino: La juventud siembra hoy Aragón pero recogerá mañana cuatribarradas, recogerá estreladas, banderas de libertad. Banderas de libertad que guiarán a los que se han ido de vuelta al país, hacia un Aragón independiente y socialista.

En Aragón a 20 d'aviento de 2012, Purna, a chovenalla revolucionaria y independentista

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