En el Aragón rural de los años 90 surgieron multitud de bandas de rock, que aportaron un capítulo a destacar en la historia de la música aragonesa. En Calatayud estaban los Objetos Perdidos, Sugar-C u Opción Cero y, no muy lejos, en Torrijo de la Cañada los Monaguillos sin Fronteras.
Incluso una distri, Getazo Records, se estableció a caballo entre ambos pueblos. De Exeya provenía el Corazón del Sapo, que nació ya en la capital, pero ejeanos eran la mitad de sus componentes. Por allí estaban ya muy asentados los Tako, que todavía siguen y gozan de buena salud. En La Codoñera surgieron los Azero, que se hicieron famosos con su rock de pueblo.
Y en fin, multitud de grupos que pusieron voz a los pueblos de Aragón allá por los 90, desde 7 u 8 patadas (L’Almunia) a Bandera Blanca (Casetas), pasando por Bato Ziego (Monzón) o Víctima (Binéfar). Y muchísimos más de los que habría que hacer, en algún momento, una historia.
En esa época de oro para el rock rural, en la comarca del Moncayo nació una banda, que hoy, 12 años después de su disolución han decidido volver a juntarse para “cicatrizar la herida y hacer un homenaje como se merece a Diego” a toda la gente que los acompañó en ese camino, y a ellos mismos. Ellos son Opius Dei.
Son de Vera, Añón, Borja, Tarazona y Magallón, aunque les gusta decir que son del Moncayo. Opius Dei se formó a mitad de los 90, momento en el que Diego Granuja (voz y guitarra), Fujitivo (bajo), y Ángel Cruz (Batería), se conocieron.
Esta primera formación se mantuvo durante dos años, hasta 1997, momento en el que entraron al grupo Pablo Leza a la batería, y Abraham a la guitarra. Fue esta formación, ya consolidada, la que grabó el primer disco, “Si hay que pensar se piensa”, en 1999.
A partir de aquí dieron conciertos por todo Aragón, Nafarroa y Soria, “de ribera en ribera”, dicen. Eran años sin plataformas musicales, sin un internet generalizado donde te podías promocionar y distribuir tu música.
Y dicho así, parece mentira, pero no hace tanto existía un mundo sin internet, y si eras de Zaragoza, tenías más facilidades para darte a conocer, pero en los pueblos, el asunto se hacía algo más complejo. Ellos lo hicieron “quemando muchas neuronas, comiendo orejas a la gente, vendiendo Cd´s entre amigos y familiares y quemando mucha gasolina”.
Tras un parón largo a principios de los 2000, volvieron en 2006, con Fujitivo y Granuja como únicos miembros de la formación original, junto a Alberto Sanz y Javi Frescano. A estos dos los sustituyeron más tarde Pipo y Ezequiel. Por fin, algo después, entraron Serrano y Guillermo, este también batería de otra banda del Moncayo, Matazía, con quienes se consolidó una formación estable con la que grabaron el segundo disco, “Odio y dolor” en 2009.
Un año después de grabar el segundo disco, falleció Diego Granuja, guitarra, voz y miembro fundador de Opius Dei, lo que supuso la disolución de la banda. Fue un momento difícil en el que no tenía sentido seguir como grupo, por lo que se puso punto y final a ese proyecto punkrockero que fueron los míticos Opius Dei de la Comarca de Tarazona y el Moncayo.
Y así hasta hoy. Es tras la pandemia de 2020, y a propuesta de Fujitivo, que miembros de las dos formaciones que habían grabado los discos, se vuelven a juntar. Se incorpora también Manuel, hermano de Diego Granuja, como voz y guitarra. Además de Manuel los Opius Dei de 2022 son Fujitivo (bajo), Abraham (guitarra), Serrano (guitarra) y Pablo (Batería).
Dicen que esta vuelta, no solo es para cicatrizar la herida, sino para “disfrutar, pasarlo bien y hacer que la gente que venga a vernos en directo disfrute tanto como nosotros con las canciones de Opius Dei”.
Si van a tu pueblo, ve a verlos, y si no, escríbeles (p_leza_trzn@hotmail.com), y diles que vayan a recordar esas canciones del punk rural de los noventa y primeros dos mil.
