Perversidades

El 13 de febrero se ha cumplido un año del fallecimiento en València de la primera víctima fuera del continente asiático por el Covid 19, diagnosticada a partir de una necropsia dos semana más tarde. La palabra muerte se ha convertido en parte de nuestra vida cotidiana: en los telediarios, en la prensa, en los mensajes políticos, en los informes sanitarios de todos los países se habla y cuantifica constantemente debido a la existencia del virus, todo esto ha ayudado a cambiar la perspectiva humana occidental respecto a la misma. Muchos filósofos sostienen que nacemos para vivir y vivimos para …

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El 13 de febrero se ha cumplido un año del fallecimiento en València de la primera víctima fuera del continente asiático por el Covid 19, diagnosticada a partir de una necropsia dos semana más tarde.

La palabra muerte se ha convertido en parte de nuestra vida cotidiana: en los telediarios, en la prensa, en los mensajes políticos, en los informes sanitarios de todos los países se habla y cuantifica constantemente debido a la existencia del virus, todo esto ha ayudado a cambiar la perspectiva humana occidental respecto a la misma.

Muchos filósofos sostienen que nacemos para vivir y vivimos para morir, por otro lado científicamente como organismo vivo nacemos para reproducirnos, economizar el tiempo consiguiendo alimentos para subsistir y perpetuar la especie, más tarde debemos morir para dejar espacio a los que vienen y equilibrar el ecosistema.

La muerte hasta hace poco formaba parte de nosotros mismos, iba caminando delante o detrás acompañándonos en silencio, nos sobresalta esporádicamente con su intervención en seres próximos y finalmente con la nuestra propia, en ocasiones el deceso de alguien por la relación que se mantenía, por las circunstancias u otros motivos provoca cambios en aspectos importantes de nuestra vida.

Normalmente nos contraría cuando le ocurre a alguien relacionado con nosotros, nos parece un acto irracional incomprensible que nos cuesta aceptar, pero si pensamos en nuestra existencia es en verdad, de alguna manera, el acto más racional del que somos conscientes desde el primer día que sabemos que ocurrirá.

El hambre, la migración, las guerras en otros continentes, los cadáveres que producen nos escandalizan en la distancia y las añadimos al saco de las injusticias que iremos arreglando, al margen estas muertes en demasiadas ocasiones son entendidas y utilizadas públicamente solo como números como estadísticas.

El Covid 19 ha cambiado nuestra relación próxima con este habitualmente triste acontecimiento, cada día recibimos información numérica de los fallecidos durante la pandemia. Individualmente a medida que pasa el tiempo ponemos caras, lugares, tiempos, nombres desde el de una persona querida próxima a cualquiera que se haya cruzado por nuestro camino en la vida o irrumpido en la misma de diversas formas convirtiéndose en un maestro, una referencia, un icono, un ejemplo. De alguna manera esta relación actual estrecha con la muerte, con el tránsito para muchos, nos hace repasar los diferentes episodios de nuestra existencia donde nos hemos cruzado en ocasiones solo una vez en otras varias diferentes o repetidas con esas personas que se han ido durante este periodo, con el Covid 19 o con cualquier otra circunstancia sanitaria o vital, indudablemente son demasiadas.

No pretendo ser negativo ni positivo solo constatar que no nos gusta esta relación tan dispar con la muerte en cambio común en otras latitudes, similar a la que se debe vivir como parte de una guerra o de una catástrofe, transformándose para nosotros en algo totalmente desmesurado, pasa a de ser nuestra "compañera" de vida a ser un conflicto.

Creo que en general todo el mundo ya lleva un lastre actualmente en este sentido, ayer un amigo me explicaba que en los últimos 15 días han expiado 1 familiar 6 personas con las que ha tenido relación personal y profesional, dos lo hicieron en días consecutivos, además 2 o 3 personajes públicos que eran una referencia para él también han fallecido, el hombre se encuentra desbordado. A la vez me decía que al recordar todos los buenos momentos vividos con estas personas le esperanzaba de cara al futuro, intentar de alguna manera recuperar las sensaciones vividas como una referencia más por esa perduración de la especie para la que hemos nacido.

Considero grave que con la extraña manera que a veces los seres próximos han tenido que despedirse de sus difuntos, sin funeral, sin abrazos con otros seres próximos, sin besos, sin acompañarlos, sin caricias con los duelos en muchas ocasiones inacabados se haya acabado convirtiendo en un conflicto, el ciudadano de a pie quiere soluciones no discusiones y este conflicto inmediatamente se ha transformado en arma política y esto convierte a la muerte en fines, valores e intereses contrapuestos que es la habilidad que tiene los políticos para conseguir sus propósitos, lo cual me parece básicamente es perverso. Pero como es perversa la relación que tenemos como sociedad con esta circunstancia cuando se encuentra en la distancia, por ello hay que recuperar las sensaciones y rectificar.

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