Estos meses de emergencia sanitaria y confinamiento han dado la vuelta a nuestras vidas. De pronto las personas que habitamos pueblos pequeños hemos pasado a ser privilegiadas en algunos aspectos, pudiendo pasear por el monte, tener contacto con la naturaleza, relacionarnos con nuestro entorno sin peligro de aglomeraciones e incluso disfrutar del aislamiento. Las grandes ciudades han dejado al descubierto su cara menos amable, y no es extraño que muchas personas hayan confirmado su deseo de mudarse por fin a una zona rural.
