El pasado mes de marzo, millones de pensionistas se manifestaron en los diferentes territorios del Estado español reclamando unas “pensiones dignas”. Todo lo contrario a lo que el Gobierno de Mariano Rajoy ha decidido llevar a cabo. Una “miserable” subida del 0,25% no se traduce en una pensión digna.
“No se puede vivir contando céntimos”, esgrimía una pensionista del colectivo de los Yayoflautas. Una consecuencia que viene derivada de las políticas austericidas que aplica el Ejecutivo español, y que ha motivado que un colectivo como el de las personas pensionistas se lance a la calle exigiendo que, como mínimo, las pensiones se revisen anualmente de acuerdo con el IPC. Un hecho de justicia social.
El presidente del Ejecutivo español afirmaba, sin ruborizarse, que “no hay dinero” para una mayor subida. Pero realmente donde no hay dinero es en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social —conocido como la hucha de las pensiones—, que ha pasado de contar con casi 67.000 millones de euros en 2011 a apenas 7.000 en 2018.
Sí que lo hay, por ejemplo, para rescatar las autopistas quebradas (6.000 millones). También hay dinero para armamento (11.000 millones). Lo hay también para rescatar a los bancos (40.000 millones). Para el mantenimiento de la Monarquía (8.400 millones). Sin olvidar los 4.000 millones que el Gobierno perdonó a las grandes empresas y fortunas; los 5.100 millones que se perdonaron a grandes bancos a través de créditos fiscales, y los casi 50.000 millones que ha costado, y que sigue costando, la corrupción en la contratación pública.
Sin embargo, para revalorizar las pensiones únicamente serían necesarios 2.300 millones de euros. No es una cuestión de que haya o no dinero; es una cuestión, tal y como explicaba la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, de voluntad política, y en este caso, como en muchos otros, el Partido Popular no la tiene. Simple y llanamente.
Mientras tanto, los y las pensionistas ya han anunciado que seguirán con las movilizaciones hasta que el Gobierno español les escuche y rectifique. Pero ¿y los sindicatos que defienden el Pacto de Toledo? Bueno, eso ya es otra historia que merece un capítulo aparte.