Paremos el fascismo europeo

El actual contexto político de crisis y recortes en Europa está marcado por el auge de los partidos populistas y fascistas con opciones electorales en casi todos los países. Estos partidos se caracterizan por una crítica superficial, aparentemente radical, contra el sistema y la casta política. Disimulan su racismo detrás de un aire intelectual. El contexto social y económico actual les favorece: el descrédito de la ciudadanía hacia los partidos políticos tradicionales, el racismo institucional de la derecha y también de la socialdemocracia, la ruptura del consenso que permitió la aparición del estado del bienestar y la implantación de las …

Marine Le Pen del Frente Nacional francés.
Marine Le Pen del Frente Nacional francés.
Marine Le Pen del Frente Nacional francés.

El actual contexto político de crisis y recortes en Europa está marcado por el auge de los partidos populistas y fascistas con opciones electorales en casi todos los países.

Estos partidos se caracterizan por una crítica superficial, aparentemente radical, contra el sistema y la casta política. Disimulan su racismo detrás de un aire intelectual. El contexto social y económico actual les favorece: el descrédito de la ciudadanía hacia los partidos políticos tradicionales, el racismo institucional de la derecha y también de la socialdemocracia, la ruptura del consenso que permitió la aparición del estado del bienestar y la implantación de las políticas neoliberales, junto a una creciente sensación de miedo e incerteza que siente gran parte de la población son motivos que provocan el fenómeno.

Algunos partidos fascistas son el Frente Nacional (FN) en el Estado francés, el Partido de la Libertad en Austria (FPÖ), el Vlaams Belang en Flandes y la Liga Norte en Italia. El más paradigmático es Amanecer Dorado, en Grecia.

Todos son conocidos por su apariencia demócrata y su teórico alejamiento de los postulados neonazis, pero si rascamos un poco la superficie vemos que sus líderes y sus inspiraciones ideológicas no son muy diferentes a las que tenía el Tercer Reich. Muchos de los integrantes de estos partidos llevan a cabo campañas en la calle con el objetivo de aterrorizar y perseguir a los militantes de izquierdas y a las personas de origen inmigrante, con agresiones físicas y asesinatos incluidos.

El caso francés

Para combatir esta extrema derecha, que hoy en día podría obtener buenos resultados electorales en muchos países europeos, primero hace falta tomar conciencia del problema. El caso de Francia, donde durante mucho tiempo la izquierda y los grupos antifascistas se han negado a hablar de su existencia con el argumento de no darles publicidad, es muy ilustrativo. El resultado es que Marine Le Pen y su FN están a punto de ganar las elecciones con un programa racista, apelando a las “diferencias culturales” para justificar la xenofobia. En Grecia, la izquierda anticapitalista ha tenido hasta hace poco una actitud parecida respecto a Amanecer Dorado, con un resultado casi idéntico. La diferencia es que la estética y el mensaje de AD son descaradamente neonazis.

La izquierda y los movimientos sociales tienen que movilizarse contra los efectos de esta crisis-estafa que ha hecho saltar por los aires los reducidos derechos sociales y laborales que tenía la clase trabajadora. Pero si queremos evitar un fracaso de la izquierda en la ruptura con el capitalismo no podemos ignorar la existencia de grupos fascistas y de extrema derecha preparados para recoger demogógicamente el enfado popular y llegar al poder a través del enfrentamiento entre los trabajadores y trabajadoras por razones de género, opción sexual u origen.

Arma de doble filo

La memoria histórica nos muestra que las consecuencias del fascismo van desde la destrucción de cualquier proyecto emancipador de los partidos o sindicatos de izquierda hasta el exilio, la persecución o el genocidio. El contexto social y económico constituye un arma de doble filo: abre posibilidades de revolución, pero tambien favorece, fruto de la confusión ideológica en que se encuentran las trabajadoras y trabajadores, la búsqueda de soluciones populistas y excluyentes. Por eso, combatir el fascismo tiene que ser una prioridad.

La construcción de amplios frentes antifascistas que agrupan partidos políticos, sindicatos, ONGs, asociaciones de estudiantes, vecinos, comunitarias, etcétera, es una de las tácticas para hacer frente al auge del fascismo que se ha mostrado más efectiva. Esto no excluye que cada grupo o colectivo tenga una visión y lectura del fascismo como fenómeno político y realice acciones propias en consecuencia. Pero los frentes tienen que actuar desde la denuncia y el desenmascaramiento de los partidos y grupos fascistas a través de la información y la unidad de acción, haciendo agitación en la calle y, si es posible, impedir la acción de los grupos fascistas.

Aun así la mejor receta para oponernos al fascismo y al neopopulismo de la derecha siempre será construir nuestra propia alternativa social y política que desafíe y rompa las ideologías dominantes y permita que surjan amplios movimientos de masas que construyan sociedades libres e igualitarias.

Joan Caral, militante de En lluita | Publicado en el Periódico En lucha | Para AraInfo

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