Panderetas, tetas y Chanel

Me pregunto: ¿Calificaría alguien el fenómeno del Festival de Benidorm y todo lo acontecido como "guerra cultural"? Vamos por partes (sí, os dejo la frase en bandeja, pero no voy a hacer sangre). Eurovisión es ese fenómeno que muchos se negarían a reconocer como cultural, pero que se mantiene como el festival de música más longevo, un espacio en el que los países miembros compiten con canciones, que por malas que sean suena mejor que los tambores de guerra en Ucrania, pero la más recordada es la musiquilla del "Waimini: de point, Iunitedkindon: tu points". Es un fenómeno que en …

Foto de Pilar Vaquero que ha escrito artículos sobre lo común, Cuba, el mercado, los escena y Zaragoza vientos flores reglas memoria

Me pregunto: ¿Calificaría alguien el fenómeno del Festival de Benidorm y todo lo acontecido como "guerra cultural"? Vamos por partes (sí, os dejo la frase en bandeja, pero no voy a hacer sangre). Eurovisión es ese fenómeno que muchos se negarían a reconocer como cultural, pero que se mantiene como el festival de música más longevo, un espacio en el que los países miembros compiten con canciones, que por malas que sean suena mejor que los tambores de guerra en Ucrania, pero la más recordada es la musiquilla del "Waimini: de point, Iunitedkindon: tu points".

Es un fenómeno que en España pasó de ser una de las poquitas ventanas al mundo exterior a una frikada absoluta de la mano del Chiquilicuatre que demostró que, si hay que pasarse, no tenemos medida y cuando nos preguntan, ojo con las respuestas.

Tras tiempo en el limbo recobró popularidad con el programa televisivo Operación Triunfo (no es que elegir la representación patria de este modo pueda medirse en éxitos alcanzados) y probablemente perdió parte de aquella pátina de rebeldía con la que se adornó en tiempos lejanos.

Agotado el sistema y el concurso, se apuesta por resucitar el Festival de Benidorm y abrir la mano de nuevo a la participación directa del público y se produce un extraño fenómeno: se presentan opciones musicales diversas y dispersas, desde quien solo canta autotune mediante, a apuestas festivaleras, romanticonas, copias patrias de productos americanos (pedazo de cuerpo y no solo el de baile) y al menos dos sorpresas, el 'Ay, Mamá' de Rigoberta Bandini con una tetaza en el escenario y el 'Terra' de Tanxugueiras un pleno de flok gallego que llama a bailar y abolir fronteras.

Y se lía casi tanto como con la reforma laboral, el ambiente se caldea, figuras políticas se posicionan, las feministas analizan las letras y cientos de quienes apenas nos enteramos de lo mal que hemos vuelto a quedar en el concurso seguimos la culebra festivalera en RRSS como si nos fuera algo en ello, ¿o acaso nos iba?

Llegan las votaciones y la marea #eurofán se deja los cuartos votando a las gallegas y apenas valora el espectáculo de la que se alza como ganadora, con un tema repleto de daddys y zooms (de los onomatopéyicos, no de los de las videoconferencias eternas), gracias al voto del experto jurado.

¿Nos dan miedo las tetas, nos asusta la fiesta, entendemos mejor el spanglish que el gallego? ¿Hemos vuelto a perder la ocasión de romper el marco o nos lo hemos comido con patatas, tras atragantarnos con las inexistentes macrogranjas?

Si era una guerra cultural no sé si hemos ganado nada, si era otra cosa, me temo que tampoco.

Por cierto, suerte a Chanel.

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