Oda jurídica

Unos segundos de pausa, unos momentos de silencio, un juez defraudado, unos ciudadanos huérfanos. Un fiscal atormentado, una democracia indefensa, unos jueces maltratados, una justicia maltrecha. Vivimos momentos intensos de un juego perverso, un presidente cansino enrocado en el esperpento. No juzga el doliente las decisiones amables, mas repite persistente servidumbres abominables. Este momento insolente de esta infame democracia está obligando a la gente a exigir otras gracias. Es cierto y comprobado que las actuaciones circunscritas al ámbito legal no llegan a alcanzar las aspiraciones de justicia que la población espera. Para muestra, el tratamiento dado al yerno del Emérito. …

Unos segundos de pausa,

unos momentos de silencio,

un juez defraudado,

unos ciudadanos huérfanos.

Un fiscal atormentado,

una democracia indefensa,

unos jueces maltratados,

una justicia maltrecha.

Vivimos momentos intensos

de un juego perverso,

un presidente cansino

enrocado en el esperpento.

No juzga el doliente

las decisiones amables,

mas repite persistente

servidumbres abominables.

Este momento insolente

de esta infame democracia

está obligando a la gente

a exigir otras gracias.

Es cierto y comprobado que las actuaciones circunscritas al ámbito legal no llegan a alcanzar las aspiraciones de justicia que la población espera. Para muestra, el tratamiento dado al yerno del Emérito. Pena suave y con condiciones de cumplimiento.

La justicia tiene una primigenia obligación: ser justa

Robar una gallina es un delito, la función principal de la justicia es reparar el daño ocasionado, o sea, devolver la gallina. La pena anexa que se impone al infractor es un acto de ejemplarizante disuasión para que delinquir no salga gratis.

Por supuesto a más daño más condena y mayor reparación.

¡Eso es la justicia! o es lo que debería ser.

En la histórica España y en la actual resulta  una utopía, una ilusión.

Expoliar a gran escala tiene un tratamiento muy dulce. Quizás porque los mismos personajes que legislan (los lacayos de los amos) son los que están reconocidamente capacitados para cometer los grandes delitos.

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