Nueva cortina de humo sobre la dimensión del ejército

Varios periódicos nos han ofrecido últimamente titulares alarmantes sobre el descenso de la tropa en las fuerzas armadas, que durante 2012, nos dicen, supone mandar al paro a 2.500 soldados.  La noticia, como ocurre en la prensa amarilla, promueve la tesis del militarismo patrio de que hay que incrementar el gasto militar y que la crisis está haciendo estragos en el ejército. Morenés, ese ministro de quita y pon entre la industria militar y los cargos ministeriales, debe estar agradecido, una vez más los periódicos le hacen el caldo gordo. Pero ocurre que la noticia en sí puede ser leída …

Foto del equipomizar
Foto del equipomizar

Varios periódicos nos han ofrecido últimamente titulares alarmantes sobre el descenso de la tropa en las fuerzas armadas, que durante 2012, nos dicen, supone mandar al paro a 2.500 soldados.  La noticia, como ocurre en la prensa amarilla, promueve la tesis del militarismo patrio de que hay que incrementar el gasto militar y que la crisis está haciendo estragos en el ejército. Morenés, ese ministro de quita y pon entre la industria militar y los cargos ministeriales, debe estar agradecido, una vez más los periódicos le hacen el caldo gordo.

Pero ocurre que la noticia en sí puede ser leída desde una realidad rotunda, y es que en las Fuerzas Armadas de recortes nada.  Veamos la situación:

  • Según los presupuestos generales del Estado para el año  2013 el 75’86 % de lo presupuestado por el Ministerio de Defensa se destinará a gastos de personal en activo, es decir, un total de 4.504 millones de €.  Este gasto en 2012 supuso 4.636 millones de € y un 73’4 % del Presupuesto.  En 2011 se gastaron en personal militar 4.767 millones de € y supuso un 66’7 del Presupuesto.   Aunque el total en esta partida ha disminuido 263 millones, es preocupante que 3 de cada 4 euros que gasta el Ministerio se dediquen a personal.  Es preocupante por dos razones:
    1. La razón que aduce el Ministerio es que “así sufrirán los militares lo menos posible”. Loable intención, aunque nos preguntamos, dónde quedan los sufrimientos de los médicos, enfermeros, pensionistas, profesores, etc., que sí han sufrido recortes de plantilla, aumento de carga laboral y reducciones de salarios. Nos parece que se privilegia, nuevamente, al estamento militar.
    2. Sólo queda libre 1 de cada 4 euros y, por lo tanto, el Presupuesto del Ministerio de Defensa se convierte en un presupuesto cautivo, nuevamente, de su alto número de militares, con muy poco margen de inversión y mejora. Parece que lo único que importa es que los militares cobren (¿quizá para que se estén calladitos?)Una mirada a los PGE nos permite sacar una conclusión parecida: el presupuesto del Ministerio de Defensa (que como sabemos no es todo el gasto militar sino sólo la parte que directamente gestiona ese ministerio) distribuye más del 75 % del gasto en mantenimiento de personal, y esta cifra no contiene una reducción significativa respecto del año anterior, lo que quiere decir que, en la concepción de los “lumbreras” que diseñan la política de defensa se encuentra mantener los privilegios salariales de los militares por encima de cualquier otra opción.
  •  Las 2.481 “bajas” del ejército no se deben a despidos, eres, etcétera. En un porcentaje elevado son fruto de bajas voluntarias (¿Pero es que no se sabía que muchos jóvenes que entran en el ejército salen pitando de allí en cuanto viven la experiencia?), rescisiones  de contrato (la inmensísima mayoría disciplinarias o por “deserciones”) y, en un reducido porcentaje, por “no renovación” del contrato (lo que quiere decir habitualmente que los no renovados han cumplido del todo su plazo de contrato militar y no tienen posibilidad de reenganche).

De este modo no puede asimilarse la situación de estos 2.481 bajas del ejército con ninguna de las situaciones de erosión del derecho al trabajo y de ruptura de los derechos sociales que se dan en la mayoría de empresas públicas y privadas por medio de escalofriantes e injustas reducciones de plantilla. Lo que pasa “fuera” no pasa en el ejército.

  • Curiosamente los presupuestos generales del estado de 2013 únicamente contemplan posibles aumentos de plantilla en el ejército y la policía, no en los otros sectores públicos (fuera de una mínima y residual tasa de reposición).
  • En cuanto a las bajas de estos 2.481, cabe decir que implican, a lo sumo un 1´1 % del total de efectivos y mandos de los tres ejércitos y la guardia civil.  Por ello, una comparación con cualquier otro sector resulta hasta ofensiva. En principio, existen 80.000 soldados y 54.000 mandos.   Pero es que además, hay que recordar que a estos efectivos hay que sumar los 84.400 guardia civiles (es un cuerpo militarizado).  El total, así, serían 219.166 personas, muy por encima de las cifras de las que nos hablan los voceros del gobierno.
  • Pero para no caer en la trampa, veamos a quienes se ha dado de baja: esos 2.481 personas que por diversas causas (la mayoría porque salen huyendo de allí) abandonan los ejércitos son lo que se suele llamar “efectivos”, es decir, soldados. No se ha afectado en absoluto el alto y sobredimensionado cupo de suboficiales ni de oficiales y su número en junio de 2012 era de 54.766 efectivos, por encima de los 50.000 máximos que marca la ley.  ¿Por qué no se ha dado de baja a esos 4.766 mandos que superan lo legal?  Además, también se ha denunciado el hecho de que actualmente hay 16 tenientes generales cuando la ley marca un máximo de 8.  ¿Por qué no se han dado de baja a estos 8 tenientes generales sobreros?

Nuestro ejército tiene una estructura de personal imposible de mantener.  Actualmente la ratio soldados / mandos es de 1’48.  Es decir 1’48 soldados por cada mando.  Esto es ilógico y va contra todas las reglas de la operatividad.  Nos sitúa como uno de los ejército más macrocefálicos del entorno y en uno de los menos operativos y más urgidos de evidentes cambios profundos (eso que los del PP y el PSOE en otros sectores llaman reformas y reestructuraciones).

¿Es posible reducir drásticamente este ejército? Alemania, Italia, Francia, otros países de nuestro entorno están provocando disminuciones drásticas de sus tropas militares, de entre el 20 y el 30%, y de su material militar. ¿Por qué lo que ellos pueden hacer no lo pueden hacer Grecia o España?  La respuesta es clara:  mientras gastemos mucho en partidas que no dan ningún beneficio social, nos veremos obligados a pedir nuevos créditos para poder mantener nuestros cada vez más mermados estados del bienestar.  Gracias a los préstamos, los demás países de la Europa rica, sobre todo Alemania, podrán financiarse a precios mucho más bajos mientras nosotros les seguimos pagando intereses.

En definitiva, una casta privilegiada y mimada por los políticos del partido militarista transversal que actúa con plena unanimidad en temas de defensa y que ha decidido que a los militares hay que dejarles hacer para que no molesten.

A finales del siglo XX muchos jóven@s lucharon contra el servicio militar obligatorio, contra aquella especie de secuestro legal que nos imponía, contra nuestra voluntad, la militarización obligatoria durante 9 meses o un año.  Debíamos abandonar a la familia, los estudios, el trabajo, etc., y liarnos a dar barrigazos con el cetme porque aquello era defender a España.  Entonces no entendíamos nada de ello y no lo compartíamos.  La lucha pro objeción de conciencia y pro insumisión caló tanto en la sociedad que se ganó y ahora nuestros jóvenes cuando oyen hablar de aquello casi no lo pueden creer o piensan que ocurrió hace siglos.  Desde entonces el ejército se ha hecho menos conspicuo en nuestras vidas cotidianas (no se ven militares por las calles, ya no hay ruido de sables en los despachos militares), pero siguen siendo muy importantes en los presupuestos generales, en la militarización de la investigación y el desarrollo, en la militarización de nuestras relaciones exteriores, somos un gran productor de armas y un gran exportador de conflictos al tercer mundo.  Nuestras empresas provocan violencia estructural y, a pesar de que había un compromiso de no pertenecer a la estructura militar de la OTAN, en ella estamos e, incluso, hemos tenido un secretario general.

¿Dónde están aquellos jóvenes con ideales pacifistas que cambiaron una parte importante de España?  Porque su presencia y activismo es necesario por lo que se viene viendo.

Artículo publicado por Utopía Contagiosa en el periódico Nueva Tribuna

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