Nena, qué va a ser de ti

En un arranque de mañana sabatina nostálgica abro Spotify en el móvil y en la lupita del buscador escribo “Serrat”. Gracias al bluetooth, que no sé bien ni cómo se escribe, la voz cavernosa y entrañable de Joan Manuel se expande por la casa. Y las olas envolventes de' Mediterráneo' acarician estas paredes aragonesas, que no huelen en absoluto a mar. Preparo el desayuno que mi paleo-nutricionista me recomienda. De sobra sé que Serrat encaja más con una tostada de pan con AOVE (aceite de oliva virgen extra para los desinformados) y un café con leche. Pero es lo que …

En un arranque de mañana sabatina nostálgica abro Spotify en el móvil y en la lupita del buscador escribo “Serrat”. Gracias al bluetooth, que no sé bien ni cómo se escribe, la voz cavernosa y entrañable de Joan Manuel se expande por la casa. Y las olas envolventes de' Mediterráneo' acarician estas paredes aragonesas, que no huelen en absoluto a mar. Preparo el desayuno que mi paleo-nutricionista me recomienda. De sobra sé que Serrat encaja más con una tostada de pan con AOVE (aceite de oliva virgen extra para los desinformados) y un café con leche. Pero es lo que hay. La inflamación requiere atacarla duro y, bueno, ahora desayuno caldo de huesos, aguacate y coliflor cocida. Eso sí, algo mantenemos de antaño. Todo está bien rehogado con AOVE. Así que mientras resuena “Harto ya de estar harto ya me cansé / de preguntarle al mundo porqué y porqué”, me identifico cual sujeta harta de preguntar, por esa suerte significativa del masculino universal que me inculcaron desde mi más tierna infancia, al tiempo que saboreo un trocito de aguacate con pedacitos de cúrcuma y pimienta.

Las canciones de Serrat se suceden, aunque a veces la aplicación me cuela una de Sabina, debe de entender que también me gusta y me ha cazado el algoritmo. Imagino que si pagase Spotify no me meterían de canto temas no solicitados, pero por ahora bastante tengo con abonar Netflix y el gas, que estos dos últimos meses de calefacción nos los han cobrado a jirones de piel. El caso es que escucho y canturreo y me va cayendo la ficha de lo siglo XX que son todos estos temas, lo siglo XX que es Serrat. Lo hermoso que puede sonar, sí, pero cuán de otra época; de un señor de otro siglo. Desde el idealismo de “el sur también existe”, el erotismo de “una mujer desnuda y en lo oscuro”, el canalleo de “mis amigos son unos atorrantes / se exhiben sin pudor, beben a morro / se pasan las consignas por el forro / se mofan de cuestiones importantes”, por no hablar de que estos amigos como son unos simpáticos sinvergüenzas les “palpan a las damas el trasero” hasta la denuncia de clase de “tú no, princesa, tú no”. Es todo en un punto tan… ¿ingenuo?, tan “buenista” o bienaventurado, como otro de los temas, que resuena a otra época. Esa en la que nací, me eduqué y crie y que está dando sus estertores. Y lo digo en parte con melancolía, con ese sentimiento epocal que tan bien ha detectado Bruno Galindo en su novela-ensayo 'Remake'. Pero, por otra parte, lo digo con alivio: aquella formalización idealista del siglo XX pesaba como una losa. Otra cosa es que la articulación occidental y mercantilista actual nos pueda sobresaltar e incluso arrasar en ocasiones.

El caso es que, si bien canté “Nena, qué va ser de ti lejos de casa”, siendo la nena y saliendo de casa con el corazón compungido pero animoso por esa vida que me esperaba, ahora sé que mola mucho estar fuera de casa y que tanto paternalismo es contraproducente. Como mujer, qué deciros: mola más ser una Motomami, “cruda a lo sashimi”, que el dulce idealizado de la Lucía de Serrat. Y así tenemos contenta a mi nutricionista, que transige bien con el pescado y mal con las harinas.

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