México, huracán Obrador

El pasado 1 de julio, el llamado Movimiento de Renovación Nacional (MORENA), la izquierda mexicana… se le supone, le arreó un revolcón antológico al régimen heredado del viejo partido de los Dinosaurios, el PRI

Andrés Manuel López Obrador. Foto: @lopezobrador_

El camino de MORENA hacia el Palacio de los Pinos está surcado de traiciones (PRD), fraudes electorales, corrupción, pobreza y un catastrófico epílogo de narco-guerra con un balance de más de 200.000 muertos.

El rostro incuestionable de una victoria sin parangón en la historia de México es bien conocido del público y responde al alias de Andrés Manuel “Peje” López Obrador.

El Peje

Dicen del animal acuático (peje llaman al pez en su Tabasco natal) pero también del que es “astuto, tenaz y constante en su trabajo”. López Obrador, expriista, exlíder perredista, exgobernador de Tabasco y exjefe de gobierno capitalino entró como un huracán adueñándose del escenario político y cosechando una holgada mayoría absoluta. Inédita desde tiempos del partido único –ese que obtuvo más del 100% de los votos en el bastión zapatista Guadalupe Tepeyac meses antes del alzamiento del 94.

La asociación de dos especies marinas, el Peje y MORENA, desgarró las entrañas del derechista Acción Nacional, devoró sin compasión al Revolucionario Institucional y exterminó a la vieja izquierda del PRD hoy vergonzantemente amancebado a la híper-derecha católica del PAN.

Se lo comió todito. Presidencia, mayoría en Congreso y Senado y en 32 de los 33 estados. Una suerte de Evo Morales pero en güerito y entreverado, como el Macron. Bueno, no tan neoliberal como el gabacho pero no tan izquierdista como líder aymará.

Alivio

Si algo repiten aquí, todos mis conocidos, en San Cristóbal, Chiapas, es el suspiro de alivio. “Fíjese que éramos bien conscientes que López Obrador era la última oportunidad de parar toda esta catástrofe social…” me relata apasionada Silvia, experimentada luchadora de la educación popular. “Yo no me hago ilusiones pero ahorita me siento muy, muy medio feliz…”

Ya tenía años que en México se instaló una suerte de depresión colectiva. Como una gigantesca losa que aplastaba el espíritu y la energía de este extraordinario país. Una mole amalgamada de pobreza mayoritaria, corrupción policial y política, crimen organizado incorporado al circuito financiero y guerra de alta intensidad dirigida por unas fuerzas armadas que no dan explicaciones sobre los innumerables “efectos colaterales” de su actividad en la guerra del narco.

Un amiguete de Cualiacán me confesaba sin aspavientos, “en el Norte, la raza le teme más a la policía estatal que al Chapo Guzmán (jefe del Cartel de Sinaloa)”

“Yo no voté MORENA pero si voté al Peje…” se confiesa Martín conversando en torno a unas botellas de cerveza “Indio”. “Al menos no robarán los mismos pero ¿será que ya quedó algo que robarse en México?...” conjetura.” ¡Cómo no! Peña Nieto, ya de salida de Los Pinos, firma un megadecretazo para privatizar el 45% del agua dulce del país” y remata con ese alegre pesimismo tan pachuco, “Si, ya se robaron las reses pero aun quedaron algunas pinches gallinas”.

Pragmático

Del antaño Peje izquierdista, azote de política neoliberales y privatizaciones petroleras, hoy vemos un pescadito de cuerpo más rechoncho y dentadura menos afilada. López Obrador se ha rodeado de viejos operadores de los partidos del régimen y de lobbystas de grandes corporaciones nacionales y extranjeras. También de insignes progresistas sin tacha… pero los menos. Dicen que para dar gusto a todos… pero más gusto a algunos. Sí, los que usted se imagina.

Diga usted que en la “pomada” mexicana no muy se lleva lo de la fidelidad partidaria y las banderas políticas son de “usar y tirar” según convenga. Así no es de extrañar los apoyos de última hora llegados a MORENA de lo más rancio y corrupto del caciquismo rural postpriista. Cosa que al izquierdismo “patanegra” no le hace mucha gracia que digamos.

López Obrador repite un mantra político que se supone orientará su futura gestión: Avanzar en la reconciliación de todos los mexicanos, lucha sin cuartel contra la corrupción y empleo para los jóvenes masivamente tentados por la oferta de “chambear para el narco”. Todo demasiado impreciso todavía, salvo su compromiso de poner todos los recursos del estado al servicio de la empresa, si esta genera puestos de trabajo

Scepticas

Platicando con los colegas mexicanos me regresa insistente a la memoria la melodía universal del rockero británico Ian Dury: Spásticus (pronunciado en inglés… spásticas, spásticas, spásticas, autísticas).

Scépticas, scépticas... etc. Así se muestran algunas gentes ante este Peje demasiado adaptado a los nuevos tiempos. Su discurso postelectoral está empedrado de buenas intenciones y de escasos compromisos concretos. Aunque si recuperó su viejo lema “Primero los pobres” abandonado durante su campaña electoral repleta de guiños a la libertad de empresa y al parné.  Bien es cierto que la mayoría de la opinión pública es menos exigente ante la certeza de que “hacerlo peor que los predecesores es casi imposible”.

Pero opiniones hay para todos los gustos. En Washington lo califican de “demagogo izquierdista a la par que reformador pragmático”. Mientras, un analista de Bloomberg opinaba que “la percepción dominante en los mercados tiende a ser que una vez en el poder, los gobiernos antisistémicos se deslizan hacia el centro forzados por la realidad”. Sin embargo en algunos bancos, por el contrario, preocupa menos que hará López Obrador en relación a USA que lo que vaya a hacer Trump de cara a México.

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