Mano de hierro, movilizaciones de seda

No he podido, creo que es casi imposible, acudir a todas las movilizaciones que están teniendo lugar en los últimos meses en Zaragoza y menos aún en todo Aragón. Movilizaciones que están a pie de calle, pero sobre todo a flor de piel de las personas que están padeciendo la ofensiva neoliberal del PP, heredera de la del PSOE, no nos engañemos. A lo mejor me he perdido algo, pero ¿Se hacen barricadas en esas movilizaciones? ¿Se lanzan cócteles molotov? ¿Se ataca a la poli, tirachinas en mano? Bien pudiera parecerlo por las consecuencias legales de las mismas, pero lo …

AturemosRepresionNo he podido, creo que es casi imposible, acudir a todas las movilizaciones que están teniendo lugar en los últimos meses en Zaragoza y menos aún en todo Aragón. Movilizaciones que están a pie de calle, pero sobre todo a flor de piel de las personas que están padeciendo la ofensiva neoliberal del PP, heredera de la del PSOE, no nos engañemos.

A lo mejor me he perdido algo, pero ¿Se hacen barricadas en esas movilizaciones? ¿Se lanzan cócteles molotov? ¿Se ataca a la poli, tirachinas en mano? Bien pudiera parecerlo por las consecuencias legales de las mismas, pero lo cierto es que las movilizaciones en Aragón rozan lo exquisito en las formas, lo que no es óbice para que estén sufriendo una represión a todas luces desmedida.

Los escraches, protagonizados fundamentalmente por Stop Desahucios y otras plataformas solidarias, no dejan de ser un grupo de personas conscientes portando inofensivas pancartas y, a lo sumo, gritando para sacar las vergüenzas de las instituciones. Pancartas que son un arma potencial (desconocía que el cartón pudiera ser tan duro) como le dijeron a Asun Gulina, de la Plataforma Solidaria Actur-Parque Goya e histórica militante vecinal que será juzgada el próximo 28 de mayo por una protesta completamente pacífica en el IASS.

No les fue mejor a los 51 militantes de Stop Desahucios que acudieron a la acera frente a la casa del líder popular Eloy Suárez y que han recibido una colección de multas de órdago, la mayor la de una persona a la que consideran cabecilla y le imponen 1500 euros. Todo esto a la espera de un posible proceso penal.

Hay que reconocer, eso sí, que el Delegado de Gobierno, Gustavo Alcalde, cumple su palabra de “mano dura”, como dijo claramente en una comparecencia y transforma en delincuente a todo aquel que ose protestar, especialmente si es contra su bienamado PP que le lleva manteniendo en la poltrona desde 1988. Y es que 25 años de no currar se deben agradecer convenientemente.

Pero no hay que quedarse en Zaragoza, porque la mano dura alcanza incluso a aquellos que la tienden con afán de diálogo, como el médico oscense Ángel Borruel, multado con 200 euros por intentar dar una carta a la presidenta Rudi en un acto público. Menos mal que estaba en huelga de hambre y a lo mejor eso lo libró de unos cuantos golpes.

No fueron tan exquisitos con Alberto, profesor de Marea Verde que fue detenido por atentado y resistencia a la autoridad al intentar entrar en un acto público del PP donde participaba la consejera de Eduación, Dolores Serrat. Un manifestante contra cinco policías, que se limitó a recriminar su actitud. Pero el violento es él, o eso quieren hacer creer. De momento pendiente de juicio.

Ya veremos en que queda, asimismo, el escrache que se realizó en Cella, pueblo natal del pepero Santiago Lanzuela en Teruel. Un grupo de personas también están amenazadas de consecuencias penales. El largo brazo de la desvergüenza no conoce límites.

Y también hemos sabido que ni las performances ni el arte callejero gustan a la consejera de Educación, que también lo es de Cultura. Como tampoco parece asistirle el sentido del humor. Por ello no debió gustarle que un grupo de personas hiciera una escultura con fiambreras en la puerta de su casa, el temible comando tupperware. Que los niños y niñas no tengan comedor escolar no debe ser un drama, pero que se lo recuerden a la señora Serrat por lo visto es tan grave como para pedir imputación penal.

Definitivamente los tiempos avanzan pero las cosas no cambian, la represión es la misma de siempre aunque ahora se vista de demócrata, pero ya no se molesta ni en ser mínimamente sutil. Por lo que voy sabiendo, en el resto del Estado la situación es parecida y, desde luego, no es casual.

Las movilizaciones son tibias, en la calle, pero molestan más que nunca porque recuerdan al poder que las personas estamos aquí. Que no somos cifras en su crisis, que no estamos dispuestos a callarnos y que su democracia se nos quedó pequeña hace tiempo, que su Constitución se ha muerto de vieja y que no falta quien quiera recordárselo. A lo mejor, al final, alguien pierde las formas.

J.M. Sipla | Radiado y publicado en El Acratador de Radio Topo | Para AraInfo

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