Ayer me tocó presentar mi declaración de IRPF. Saqué mi vieja calculadora de cuando estudiaba y estuve repasando las cuentas, sin terminar de entender muy bien por qué este año me devolvían 186 euros menos que el pasado, siendo que, tras repasar mis nóminas, descubro que cobré, en total, 98 euros menos que en 2010 por los descuentos de Hacienda, aunque la empresa me subió el sueldo por convenio.
Hacer cuentas no se me da mal del todo, así que me puse a ello y he conseguido ver con mis propios ojos los no-recortes. Este gobierno, como el anterior, afirma que no los hay, así que lo habré soñado. Ajustes los llaman. Los que llegan y los que están por venir.
Por lo pronto, el mes pasado descubrí que, pese a que los descuentos porcentuales de mi nómina mileurista crecieron en 2011, éstos se han incrementado un 1,3% más, lo que supone que este año añadiré unos 230 euros a mi cuota de soltero sin cargas.
También se empiezan a sentir los efectos de la reforma laboral y me cuentan que el convenio se ha prorrogado automáticamente este año. Si tenemos mala suerte no se firmará convenio y se remitirá a un marco común, por lo que me tendré que conformar con la subida del IPC. Espero que mis tenderos de confianza lo tengan en cuenta y no suban por encima de esa cifra sus productos
Repaso viejas nóminas. Cobro prácticamente lo mismo que en 2008 y algo más que en 2007 ¡Pero si firmamos un convenio estupendo! O eso me contaron. Llevo 8 años de mileurista, euros arriba, euros abajo. Distinta empresa, mismo puesto, mismo salario.
También me han subido el gas y la electricidad: un 7%. Miro los recibos y descubro que ya subieron el año pasado y que sumaron más de 500 euros. Este año le tendré que añadir pues, como poco, otros 35 euros. Eso, además de un recibo municipal de Aguas de Zaragoza que, pese a ser un consumidor ejemplar, se ha incrementado en los últimos años de forma exponencial.
Hablo por teléfono (También me lo subieron) con mi padre, pendiente de una de las célebres ayudas por dependencia. Lleva meses esperando. Tampoco entiende mucho por qué le están descontando más de su pensión, aunque se la subieron. Me dice que, al final, sale lo comido por lo servido.
Es reo culpable de enfermedad, es lo que tienen los 75 años en este mundo. Merece pues una condena de un 10% de recarga por ello. Yo gozo de buena salud, nunca voy al médico y, de momento, espero no hacerlo o por lo menos que las medicinas no sean demasiado costosas, ya que han dicho en la radio que van a salirme más caras. Al menos de momento no me cobrarán por la visita, pero nada me indica que esto no vaya a suceder en un futuro.
Eso sí, hasta cierto punto soy afortunado. No soy inmigrante sin papeles, no tengo hijos que deban padecer una educación recortada y cada vez más cara, ni preciso de alguna ayuda pública para subsistir.
Leo y escucho los medios del poder y a los que lo ejercen, que intentan convencerme a toda costa de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, de que la maldita crisis es un poco culpa de todos. Pudiera ser, pero aparte de hacer cuentas también he leído algo y me viene a la memoria Orwell y aquello de que todos los animales somos iguales, pero unos más iguales que otros. Será eso.
Lo sé, soy un demagogo, a lo mejor uno de esos llamados antisistema. Maldita calculadora. Mañana mismo la tiro a la basura.
J.M. Sipla
