Madres solas y confinadas: “La disyuntiva es cuidar a los hijos o darles de comer”

En Aragón hay 49.000 hogares monoparentales y el 79,5% están encabezados por mujeres. En más del 90% de los casos son españolas y una de cada dos está en riesgo de pobreza y exclusión. Son “el modelo de familia más vulnerable”, dice Vanessa Bergasa, de Amasol. “No existimos, no se contempla nuestra casuística, hacemos lo mismo que cualquier familia, pero siendo sólo una persona”, dice Cristina Mena mientras su hija de 4 años reclama su atención (la única que puede tener).

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El 81% de las familias monoparentales en el Estado español están encabezadas por una mujer. Foto: Amasol

Se ha repetido eso de que este virus no entiende de fronteras, ni razas, ni géneros, ni ideologías. Es cierto. La pandemia no excluye. No mira el carnet ni la nómina. De eso ya se encarga el sistema. Porque, a la hora de enfrentarte a una crisis sanitaria, social y económica de tamaña magnitud, no es lo mismo ser rico que pobre, vivir en una casa con terraza que en 20 metros interiores, ser hombre o mujer, estar acompañada o estar sola... Hay diferentes estratos. Clases. En contra de la extendida teoría que conmina a desideologizar el sufrimiento. Uno de los colectivos vulnerabilizados (más que vulnerables) es el de las madres solas. En femenino, porque el 81% de los hogares monoparentales en el Estado español (o monomarentales, a pesar de la RAE) están encabezados por mujeres. Son, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2019, 1.887.500 en total, de los que 1.530.600 tienen a una mujer al frente.

En Aragón, también a tenor de lo publicado por el INE, hay 49.400 hogares monoparentales, de los que 39.300 (79,55%) tienen como cabeza de familia a una mujer. El caso más habitual es el de personas viudas con 65 años o más.

“Es el modelo de familia más vulnerable en la actualidad”

Vanessa Bergasa es vicepresidenta de la Asociación de Madres Solas (Amasol), una entidad sin ánimo de lucro, creada en 2000, y que trabaja de forma integral con familias monoparentales. Desde que comenzó la crisis, el número de voluntarios que colaboran con ellas ha crecido un 120%. Explica que es un modelo familiar que ya partía en situación de desventaja, ya que es “el más vulnerable en la actualidad”.

Según el Estudio sobre las Familias Monoparentales Perceptoras de Rentas Mínimas, financiado por el Ministerio de Sanidad, el 91,6% de los hogares monoparentales están formados por mujeres españolas, el 74,9% llegan a fin de mes con algún tipo de dificultad y uno de cada dos hogares de esta tipología está en riesgo de pobreza y exclusión, casi el doble del valor para el total de hogares del Estado español, que es del 26,1%.

El 43% de las mujeres en estos hogares están desempleadas, mientras que un 17% tiene algún tipo de ocupación, pero sin contrato. En una situación como la actual, y en caso de que tenga trabajo, la pregunta es sencilla: ¿con quién dejan a los niños? La respuesta estremece: “Ni siquiera nosotras lo sabemos”, dice Bergasa, “no nos lo dicen porque tienen miedo a que haya una intervención y que tenga consecuencias: la disyuntiva es entre darles de comer o cuidarles”.

En las primeras semanas de esta crisis, apunta, casi todas las familias necesitaron ayuda psicológica, “el objetivo era sostener emocionalmente”. María (nombre ficticio) tiene –casi desde que nació– la tutela del hijo de su hija. Trabaja en la lavandería de una residencia y, cuando se detuvieron las clases, se vio obligada a dejar al niño, de 11 años, solo en casa.

“Le cogió pánico a quedarse solo y le entraban crisis de ansiedad”, señala, “así que yo me iba muy preocupada a trabajar y también lo pasaba fatal”. Tras consultar con empresa y sindicatos, la única opción que le dieron es que se quedara en casa con el niño –y sin cobrar– o que aceptara una reducción de jornada, que haría aún más liviano su ya enjuto sueldo: 1.000 euros netos con las pagas prorrateadas. La crisis de ansiedad acabó también por llegarle a ella (que ya había padecido anteriormente este tipo de patologías) y el médico le dio la baja.

La vuelta al trabajo se acerca y los nervios afloran. Una voluntaria de Amasol irá dos horas cada mañana y también tendrá una profesora online. “Eso me deja más tranquila, ya sólo faltaba que me cogiera otra baja y me echaran”.

“Sufrí violencia machista y vivo del IAI, pero no quiero ayudas, quiero trabajar”

El informe de Sanidad indica que el perfil de la persona receptora de rentas mínimas territoriales es el de una mujer española, de entre 35 y 44 años, con hijos o hijas a cargo y bajo nivel de estudios.

Rokhaya Anita Seck no responde exactamente a estas características. Ella es de Senegal y llegó al Estado español en 2008, con 16 años. En 2011 tuvo a su único hijo. Fue víctima de violencia machista, lo que le provocó una minusvalía, y resiste gracias al Ingreso Aragonés de Inserción (IAI), lo que, como asegura, no le da para vivir “decentemente”.

Reside en Caspe y, tras un divorcio complicado –que la empujó a una depresión–, no pide ayudas, sino trabajar. Tiene formación y experiencia como ayudante de camarera, monitora de tiempo libre y gerocultora. Su ‘fortuna’ es que tanto su padre como su hermano también viven en este pueblo zaragozano, y su madre viene a trabajar los tres meses de verano, “aunque este año no podrá”.

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El 43% de las mujeres en hogares monoparentales están desempleadas. Foto: Amasol

“No existimos, no aparecemos en el sistema”

Bergasa explica que ha hablado con la Administración. Les piden, comenta, que envíen propuestas y les prometen que lo estudiarán y abrirán mesas de debate. “Pero los niños están en riesgo ahora, no pueden seguir mirando para otro lado. Esto tendrá consecuencias en el futuro: fracaso escolar, dificultades para socializar, trastornos de conducta, consumo de alcohol y drogas, problemas de alimentación…”

Con la voz de su hija de 4 años de fondo, Cristina Mena hace un descanso del teletrabajo para explicar que son un tipo de familia que “no aparece en el sistema, no existimos, no se contempla nuestra casuística, hacemos lo mismo que cualquier familia, pero siendo sólo una persona".

Su trabajo exige concentración, indica, y es difícil lograrla si, a la vez, has de estar entreteniendo a la niña. Esto también provoca estrés: “Últimamente se coge unos berrinches que antes nunca había tenido”.

Cuando termina de trabajar, anota, “tengo que hacer las cosas de la casa, estar con la niña, nadie me cubre y estoy desbordada. Antes, al menos, tiraba de mis padres en momentos puntuales, pero ahora no puedo. Encima tengo perro, con lo que ya todo se complica mucho más”.

“Con el tema de las tareas del cole ya he tirado la toalla”

En una situación similar a la de Cristina Mena está Paula González. Tiene un hijo de 6 años y es profesora asociada de la Universidad de Zaragoza. Afirma sentirse una privilegiada porque su hermano le ha hecho la compra durante todo el confinamiento: “Para las familias monoparentales es importantísimo tener apoyo familiar”.

Llega hasta donde puede, pero, incluso siendo profesora, los deberes de su hijo son demasiado: “En el tema de las tareas del cole he tirado la toalla. Hablé con la profesora, le dije cuál era mi situación y que no podía”.

También pone el acento en la falta de apoyo institucional y, en concreto, en el carnet para familias monoparentales que el Gobierno de Aragón puso en marcha en mayo de 2019: “Recibo una pensión de 150 euros y el niño lleva el apellido de su padre, así que me han dejado fuera, nos ha pasado a muchas separadas”.

Con las cifras del INE, de las 39.300 mujeres que hay en Aragón al frente de familias monoparentales, 18.900 son viudas, 11.600 divorciadas, 4.600 solteras, 2.500 casadas y 1.700 separadas.

El Gobierno ha concedido 581 carnets para familias monoparentales

Eran, a tenor de las cifras otorgadas por el Gobierno de Aragón, 426 antes del coronavirus y 155 que se han concedido durante el estado de alarma: en total, 588 carnets para familias monoparentales.

Se considera familia monoparental, a la hora de poder solicitar dicha acreditación, cuando: los hijos o hijas sólo estén reconocidos legalmente por un progenitor, la familia la encabece una persona viuda o en situación equiparada (para este reconocimiento no afecta que se perciban pensiones de viudedad u orfandad), la persona que encabeza la unidad familiar acoge a uno o varios menores por tiempo igual o superior a un año o en acogida permanente, uno de los progenitores ha abandonado el domicilio familiar y sus obligaciones económicas y parentales, una de las personas que encabeza la unidad familiar tiene la guarda y custodia exclusiva de los hijos e hijas y no percibe la pensión por alimentos durante seis meses consecutivos o alternos  (o que, aun recibiendo la pensión, sus ingresos sean inferiores a 1,5 veces el IPREM), y que la mujer que encabeza la unidad familiar con hijos e hijas a cargo haya sido víctima de violencia machista.

Entre las ventajas que conlleva la disposición del título está una bonificación en el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), ayudas financieras para alquiler de vivienda o trato preferente en los procesos de admisión de alumnado en centros educativos.

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