Los hombres que no aman a las mujeres

Será porque una tiene el corazón teñido de morado, fruto de años de aprendizaje de lo que son las claves del feminismo y de aceptar mis propias contradicciones.

Será por eso por lo que me cuesta entender la gran polvareda que se ha levantado a vueltas con un artículo escrito en El País por la estupenda escritora y crítica literaria Laura Freixas sobre la novela de Nabokov, “LOLITA.  Parece que algunos hombres no entendieron este artículo y mucho menos la osadía de la escritora al hacer una relectura, a mi modo de ver muy valiente y en clave feminista, sobre los estereotipos machistas y la violencia ejercida contra las mujeres.

Como difícil es entender que tras su publicación, una horda de “iracundos señoros” encabezados por Mario Vargas Llosa dieran a luz como dice Freixas a “una cascada de réplicas, contrarréplicas, reportajes, columnas y comentarios”

Que ahora la escritora se haya visto obligada a explicar en otro magnifico artículo de Ctxt, el porqué del primero, señalando de paso lo que parece que se les olvida a quienes ejerciendo  su derecho a opinar, se permiten rebatir airadamente a lo que para muchas de nosotras son cuestiones incontestables, eso sí que me parece muy preocupante.

Preocupante es que en esos artículos, réplicas y contrarréplicas se mencionen una y otra vez para definir y calificar la reflexión que hace la escritora en el primer artículo, palabras tan fuertes en un contexto de debería ser de libertad de expresión, pero para todas, como censura, inquisición, totalitarismo u hogueras, a propósito de campañas como ME TOO, o propuestas de relectura de libros y obras de arte, y cito textualmente de Ctxt:

“Sobre la retirada temporal del cuadro Hilas y las ninfas de un museo de Manchester, sobre el artículo en una revista de CC.OO. que propone eliminar los textos de ciertos autores de la lista de lecturas obligatorias en la escuela, sobre el documental The problem with Apu en el que Hari Kondabolu, estadounidense de origen indio, critica el personaje de Apu, el tendero indio en Los Simpson… “

Que todo lo anterior suceda precisamente durante otra polémica de enorme calado como ha sido la publicación de la sentencia de La Manada y las protestas posteriores protagonizadas por miles de mujeres no solo es este país sino en medio mundo, tienen mucho que ver con esa óptica machista y misógina en la que se manejan habitualmente muchos hombres y en la que algunos “trasnochados popes de la cultura” nadan tan a gusto como gorrinos en cochiquera.

¿Por qué muchos hombres no aman a las mujeres y solo nos perciben como esas radicales feministas por las que continuamente se sienten atacados?

¿De qué tienen miedo los hombres que se manifiestan permanentemente agraviados por la propuesta que desde diferentes colectivos se hace de una lectura de las grandes obras de la literatura universal en clave feminista, y por qué no decirlo, antirracista? ¿Y por qué reaccionan de forma tan agresiva, cuando de lo que se trata es simplemente de ver esas obras cumbres con una perspectiva más actual, más acorde a la realidad en la que viven nuestra sociedad y especialmente nuestra juventud?

Difícilmente podremos liberar nuestras mentes de los patrones machistas que reproducen esas obras puestas en cuestión si antes no somos capaces de convencer a esos airados caballeros de que no es un sacrilegio proponer una relectura feminista de libros u obras de arte.

Pocas veces como ahora y gracias al movimiento feminista se han puesto en cuestión y se desafían las normas y las estructuras de poder del patriarcado. Ya sabemos que esto resulta muy incómodo para algunos hombres, sobre todo aquellos a los que el poder ha convertido en unos privilegiados y no lo quieren perder.

A estas alturas de la polémica, parece necesario y urgente, más allá de controversias sobre apolillados conceptos defendidos por algunos, que se escuchen otras opiniones. También las de las mujeres, y las de las feministas, si lo que queremos es una sociedad más libre, menos clasista, más igualitaria y sobretodo más rica en lo humano, en lo cultural y en lo social.

Para eso nada mejor que leer los dos artículos de Laura Freixas, y ya si hay ganas, -las vais a necesitar- los artículos, réplicas y contrarréplicas de los sempiternos ofendidos. Es la mejor manera de hacerse una opinión sobre un tema que despierta encendidos debates y que la Freixas, como antes hicieran otras, ha tenido la valentía de abordar.

De cómo se os quede el cuerpo tras la lectura de tan doctos señores, estáis avisadas.

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