Llamas y lágrimas por Castanesa

El viernes amanecí con la noticia en la radio de que el valle de Castanesa estaba ardiendo. Los incendios comenzaron en la tarde del jueves. Sin saber todavía su origen, podrían venir desde varios focos distintos. Dos días después, siguen encendidos y anuncian un domingo ventolero que no pondrá fácil la labor de extinción. Aún así, los profesionales dicen que mañana podría estar apagado. Uno ya no sabe qué escribir. En este caso han ardido más de mil hectáreas de uno de los valles más desconocidos y, por tanto, salvajes, del Pirineo. En el verano de 2009, se quemaron más …

El viernes amanecí con la noticia en la radio de que el valle de Castanesa estaba ardiendo. Los incendios comenzaron en la tarde del jueves. Sin saber todavía su origen, podrían venir desde varios focos distintos. Dos días después, siguen encendidos y anuncian un domingo ventolero que no pondrá fácil la labor de extinción. Aún así, los profesionales dicen que mañana podría estar apagado.

Uno ya no sabe qué escribir. En este caso han ardido más de mil hectáreas de uno de los valles más desconocidos y, por tanto, salvajes, del Pirineo. En el verano de 2009, se quemaron más de doce mil hectáreas en Aragón, especialmente en el Maestrazgo. Entonces, compartí un texto en el que traté de juntar en pocas líneas las razones de los incendios en Aragón.

Hoy tampoco me sale insultar a Miguel Arias Cañete, Luisa Fernada Rudi, Modesto Lombón, Alfredo Boné o a los políticuchos que les han precedido y han fomentado (y a día de hoy mantienen) pésimas políticas para la montaña, los bosques y la naturaleza en general. Hay incendios e incendios. Hay fuegos que se producen de forma natural y son parte de la vida en los bosques mediterráneos, que se regeneran una y otra vez como han hecho durante millones de años. Pero también hay fuegos continuos y provocados por los seres humanos, demoledores y que acaban con la vida en territorios tan preciados como Castanesa. En los últimos 50 años, se ha quemado el 2% de toda la superficie del estado español (una Navarra), lo cual es una barbaridad.

Hoy solo me salen dos cosas: incidir en la necesidad de un cambio de modelo, que nos permita conocer las raíces de las cosas y reaccionar hacia el cambio que deseamos. Y mostrar mi solidaridad con las buenas gentes del valle de Castanesa, que están luchando contra el fuego para salvar sus casas, sus lugares, sus animales y su vida.

Ya nadie puede negar el cambio climático. ¿Cuánto hace que no llueve? Seguro que pronto lloverá, ¡todavía no llega el apocalipsis! Pero, ¿cómo están los embalses? ¿Cuántos pueblos y campos aragoneses están, ya en marzo, sufriendo las restricciones? ¡Y lo que nos queda! Los incendios son otra muestra más: a más calor y menos humedad, más incendios.

¿Y además del cambio climático, qué? Es triste, muy triste, pero es la realidad: las quemas intencionadas por negligencias, recalificaciones de terrenos o vandalismo suponen más de la mitad de los incendios, según datos de Ecologistas en Acción. No sé si conoceremos pronto el origen de los fuegos en Castanesa, pero tampoco quiero eludir que en la zona había, como sabréis, intereses urbanísticos de órdago. Codicias humanas que no serán cenizas hoy tampoco, ni mañana. Pasado, ya veremos.

Una vez más, se están gastando importantísimos recursos humanos y económicos en la extinción de los incendios y la evacuación de los lugares del valle. Luego vendrán las compensaciones económicas. ¿Por qué no gastamos todo eso en la prevención de incendios, conservar los espacios naturales, cuidar las zonas protegidas y extender el amor por la naturaleza?

Desde la ribera del Ebro, lanzo un abrazo solidario a “la chen del país” en Castanesa, la Ribagorza y todos los territorios cercanos en Aragón y Catalunya. A los de Fonchanina, Castanesa, Benifons, Señiu, Llapiero, Aradanúy, Laspaules, Montanuy, Benifons, Erverá, Noales, Reverá, Neril, Llagunas, Ribera, Ardanué, Denuy, Carots, Xiscarri,... y de todos los pueblos que saldrán de esta, que seguirán dignos y nobles. Más allá de las nubes de humo, las pistas de esquí, los negocios urbanísticos, de grandes hoteles o aparcamientos.

Una vez que el fuego se extinga, juntemos todo nuestro cariño y defendamos lo nuestro, la naturaleza, la vida misma.

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